GRACIAS, JACK..!
Argenta en Dimensión Publicitaria.
LOS TIEMPOS DE DIMENSION PUBLICITARIA
LOS TIEMPOS DE DIMENSION PUBLICITARIA
“Creo que es muy importante esforzarnos por ir más allá de nuestros límites; ser, en algunos casos, mejores de lo que pensamos”. Jack Welch
Pocos libros como “Hablando claro”, de Jack Welch, me han producido la especial satisfacción de reencontrarme conmigo mismo cuando, en esos turbulentos años 80 -y a través de mi Agencia de Publicidad en Uruguay –trataba de alertar a mis clientes y amigos empresarios sobre los imprescindibles cambios de paradigmas que deberían enfrentar, de cara a la ya implacable competencia externa, acompañada de nuevas tecnologías y una nueva concepción en la productividad empresarial.
Aviso de Dimensión Publicitaria para Caterpillar.
Recuerdo en especial la reunión de directorio a la cual fui invitado por mi amigo Rodolfo Vasen –Presidente en aquel entonces de la representación de Caterpillar en Uruguay –para transmitirles mis fundados temores ante la “invasión japonesa” con una línea de montacargas que amenazaba los espacios de la legendaria marca norteamericana. Algo había leído ya sobre el famoso método de la Calidad Total de Edwards Deming, y cómo Japón, después de quedar hecho chatarra tras la Segunda Guerra Mundial, emergía desde sus cenizas reclamando su supremacía como la segunda potencia económica mundial, e inundando con sus productos los mercados internacionales.Mi presencia no resultó grata en aquella reunión; uno de los socios de Rodolfo, visiblemente molesto, me recordó los años y los éxitos de su representación en Uruguay, y cerró el tema asegurando que ellos poseían la cuota más importante del mercado uruguayo, y que la parte que no tenían, era porque tampoco les interesaba… No muchos meses mas tarde, Rodolfo viajaba a la sede de Caterpillar, en Illinois, para enterarse de que la producción de montacargas sería trasladada a Brasil. La movida había comenzado…
También por aquellos años –y reconozco que me había vuelto una verdadera “ladilla” para mis amigos empresarios - alertaba a Mario Fraga, directivo de Cuder S.A., la mayor fabricante de equipos de refrigeración comercial de Uruguay, sobre la invasión brasileña con productos importados, y ya armados, los cuales ponían en entredicho los 30 años de supremacía tecnológica de Cuder, y los beneficios de la mano de obra nacional. La amenaza tuvo un final feliz para la fabricante uruguaya, pero no sin antes enfrentar un proceso de reingeniería interno, incluyendo una alianza tecnológica con una similar española y un relanzamiento publicitario con nuestra Agencia, con lo cual recuperó su liderazgo enriqueciendo y ampliando su oferta, y optimizando su productividad.
Pero fueron buenos años también para quienes decidieron levantar la cabeza y mostrar algo distinto. Con Américo Deambrosi liderando la hoy denominada “Alimentos Deambrosi”, y un buen equipo técnico y de ventas y el apoyo de mi Agencia, llegamos a implementar la más exitosa línea de suplementos minerales para ganado -rompiendo los conceptos existentes – abriendo el mercado que Américo soñó, ¡y que hasta la competencia agradeció!
También fue el momento para mis jóvenes amigos de la alicaída Barraca Erro, quienes centrando sus esfuerzos en el servicio y en la satisfacción de las necesidades de los productores agropecuarios, se posicionaron a finales de la década como los mayores exportadores de granos y los primeros vendedores de maquinaria agrícola del país. Por suerte, ¡no le pidieron un solo dólar al gobierno!
Otros amigos, en cambio, confiando en las promesas gubernamentales de un dólar barato, se endeudaron montando plantas y adquiriendo equipos de alta tecnología que les aseguraban una verdadera puesta al día en sus empresas, siendo luego devorados por las maxi-devaluaciones y otras torpezas de los “genios” de las finanzas uruguayas.
Por ello el libro de Jack Welch tiene la virtud de hablarnos de los éxitos pero también de los fracasos, de un grupo empresarial enfrentado por igual a las fortalezas de su tamaño, como a las debilidades producto de la burocracia, para el cual el día a día significaba arriesgar siempre a más en un entorno mundial de alta competitividad, y ante las incertidumbres de uno de los períodos más turbulentos para el comercio mundial.
Como él mismo lo relata, Jack supo esquivar el “Vórtice de General Electric” (cuando los directivos pierden confianza, se dejan llevar por el pánico y caen en un espiral de dudas personales) tanto cuando los experimentos en una planta de químicos bajo su dirección hicieron saltar por los aires el tejado y los vidrios del edificio, o cuando uno de los productos estrella del mercado presentó problemas de envejecimiento obligando a una urgente reformulación, o luego, cuando el proyecto de un nuevo y revolucionario bombillo llamado Halarc - que consumió 50 millones de dólares - terminó siendo un enorme “patinazo” dado su elevado precio en el mercado.
Su espíritu emprendedor –no obstante -lo llevó a concretar miles de negocios exitosos para el grupo empresarial, cuya capitalización ascendió durante su gestión a más de 450 mil millones de dólares! Su única decepción, ya al final de su carrera, estuvo motivada por la no aprobación por parte de la Comisión Europea para la adquisición de la Honeywell Internacional, con la cual pensaba poner el broche de oro final a su magnífica gestión.
Jack Welch nos regala lo bueno y lo malo, lo acertado y lo errado de su gestión, pero fundamentalmente nos regala la enriquecedora experiencia de su actitud ante la vida, sus reflexiones, sus decisiones, sus creencias y sus valores y –para quien sepa interpretarlo –las lecciones aprendidas por uno de los líderes más exitosos en el ámbito empresarial en las últimas dos décadas. Y por si esto fuera poco, ¡cede los derechos de autor de su libro a obras de caridad! ¡Gracias, Jack!
Argenta
Marzo, 2007
Pensamientos de Jack Welch en su libro “Hablando claro”.
“Los mercados nunca se agotan; en cambio las ideas a veces si”.
“Los jefes suelen tener en su mente respuestas a las preguntas que formulan. Sólo esperan confirmarlas. Pensé que para destacar de la multitud debía ir más allá de las preguntas. No quería limitarme a dar respuestas, también deseaba ofrecer perspectivas nuevas e inesperadas”.
“Dirigíamos una fábrica de personas que producía grandes líderes”.
“Las revoluciones modestas no existen. Tampoco existen las transformaciones modestas de las organizaciones”.
“Siempre he creído que cuando la tasa de cambio dentro de una institución es más lenta que la tasa de cambio en el exterior, el fin está a la vista. La única pregunta es cuando”.
“Aprender a amar el cambio es un acto opuesto a la naturaleza de cualquier institución centenaria, pero la GE que dejo justamente vive de eso”.
“Grandes personas, no grandes estrategias, fueron lo que la impulsaron a salir adelante”.
“Pero aunque se podrá acceder a la información como nunca antes, siempre será el juicio humano el que impulsará la empresa”.
“Puede sonar algo simple, pero conseguir que una organización o grupo de personas vea el mundo tal como es y no como desearía que fuera o llegue a convertirse, no es tan fácil como parece”.
“Cuando hablamos de calidad y de excelencia, nos referimos a crear una atmósfera en la que todos los trabajadores de la compañía aspiren a enorgullecerse de cada producto y servicio que ofrecemos”.
“Creo que es muy importante esforzarnos por ir más allá de nuestros límites; ser, en algunos casos, mejores de lo que pensamos”.
También por aquellos años –y reconozco que me había vuelto una verdadera “ladilla” para mis amigos empresarios - alertaba a Mario Fraga, directivo de Cuder S.A., la mayor fabricante de equipos de refrigeración comercial de Uruguay, sobre la invasión brasileña con productos importados, y ya armados, los cuales ponían en entredicho los 30 años de supremacía tecnológica de Cuder, y los beneficios de la mano de obra nacional. La amenaza tuvo un final feliz para la fabricante uruguaya, pero no sin antes enfrentar un proceso de reingeniería interno, incluyendo una alianza tecnológica con una similar española y un relanzamiento publicitario con nuestra Agencia, con lo cual recuperó su liderazgo enriqueciendo y ampliando su oferta, y optimizando su productividad.
Pero fueron buenos años también para quienes decidieron levantar la cabeza y mostrar algo distinto. Con Américo Deambrosi liderando la hoy denominada “Alimentos Deambrosi”, y un buen equipo técnico y de ventas y el apoyo de mi Agencia, llegamos a implementar la más exitosa línea de suplementos minerales para ganado -rompiendo los conceptos existentes – abriendo el mercado que Américo soñó, ¡y que hasta la competencia agradeció!
También fue el momento para mis jóvenes amigos de la alicaída Barraca Erro, quienes centrando sus esfuerzos en el servicio y en la satisfacción de las necesidades de los productores agropecuarios, se posicionaron a finales de la década como los mayores exportadores de granos y los primeros vendedores de maquinaria agrícola del país. Por suerte, ¡no le pidieron un solo dólar al gobierno!
Otros amigos, en cambio, confiando en las promesas gubernamentales de un dólar barato, se endeudaron montando plantas y adquiriendo equipos de alta tecnología que les aseguraban una verdadera puesta al día en sus empresas, siendo luego devorados por las maxi-devaluaciones y otras torpezas de los “genios” de las finanzas uruguayas.
Por ello el libro de Jack Welch tiene la virtud de hablarnos de los éxitos pero también de los fracasos, de un grupo empresarial enfrentado por igual a las fortalezas de su tamaño, como a las debilidades producto de la burocracia, para el cual el día a día significaba arriesgar siempre a más en un entorno mundial de alta competitividad, y ante las incertidumbres de uno de los períodos más turbulentos para el comercio mundial.
Como él mismo lo relata, Jack supo esquivar el “Vórtice de General Electric” (cuando los directivos pierden confianza, se dejan llevar por el pánico y caen en un espiral de dudas personales) tanto cuando los experimentos en una planta de químicos bajo su dirección hicieron saltar por los aires el tejado y los vidrios del edificio, o cuando uno de los productos estrella del mercado presentó problemas de envejecimiento obligando a una urgente reformulación, o luego, cuando el proyecto de un nuevo y revolucionario bombillo llamado Halarc - que consumió 50 millones de dólares - terminó siendo un enorme “patinazo” dado su elevado precio en el mercado.
Su espíritu emprendedor –no obstante -lo llevó a concretar miles de negocios exitosos para el grupo empresarial, cuya capitalización ascendió durante su gestión a más de 450 mil millones de dólares! Su única decepción, ya al final de su carrera, estuvo motivada por la no aprobación por parte de la Comisión Europea para la adquisición de la Honeywell Internacional, con la cual pensaba poner el broche de oro final a su magnífica gestión.
Jack Welch nos regala lo bueno y lo malo, lo acertado y lo errado de su gestión, pero fundamentalmente nos regala la enriquecedora experiencia de su actitud ante la vida, sus reflexiones, sus decisiones, sus creencias y sus valores y –para quien sepa interpretarlo –las lecciones aprendidas por uno de los líderes más exitosos en el ámbito empresarial en las últimas dos décadas. Y por si esto fuera poco, ¡cede los derechos de autor de su libro a obras de caridad! ¡Gracias, Jack!
Argenta
Marzo, 2007
Pensamientos de Jack Welch en su libro “Hablando claro”.
“Los mercados nunca se agotan; en cambio las ideas a veces si”.
“Los jefes suelen tener en su mente respuestas a las preguntas que formulan. Sólo esperan confirmarlas. Pensé que para destacar de la multitud debía ir más allá de las preguntas. No quería limitarme a dar respuestas, también deseaba ofrecer perspectivas nuevas e inesperadas”.
“Dirigíamos una fábrica de personas que producía grandes líderes”.
“Las revoluciones modestas no existen. Tampoco existen las transformaciones modestas de las organizaciones”.
“Siempre he creído que cuando la tasa de cambio dentro de una institución es más lenta que la tasa de cambio en el exterior, el fin está a la vista. La única pregunta es cuando”.
“Aprender a amar el cambio es un acto opuesto a la naturaleza de cualquier institución centenaria, pero la GE que dejo justamente vive de eso”.
“Grandes personas, no grandes estrategias, fueron lo que la impulsaron a salir adelante”.
“Pero aunque se podrá acceder a la información como nunca antes, siempre será el juicio humano el que impulsará la empresa”.
“Puede sonar algo simple, pero conseguir que una organización o grupo de personas vea el mundo tal como es y no como desearía que fuera o llegue a convertirse, no es tan fácil como parece”.
“Cuando hablamos de calidad y de excelencia, nos referimos a crear una atmósfera en la que todos los trabajadores de la compañía aspiren a enorgullecerse de cada producto y servicio que ofrecemos”.
“Creo que es muy importante esforzarnos por ir más allá de nuestros límites; ser, en algunos casos, mejores de lo que pensamos”.