La Tercera Opinion

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Location: Cordón, Montevideo, Uruguay

Saturday, December 21, 2019


Cuando un amigo se va…

“Cuando un amigo se va -dice la hermosa canción que canta Alberto Cortez, “queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”. Y claro que no; porque cada amigo es un amigo único, por las razones que hicieron que fuera nuestro amigo. Y hoy me van a permitir, que dentro de tantos mensajes bonitos para desearnos  sentimientos de amistad, yo quiero y necesito recordar a mis amigos que se han ido. Y es que hoy, precisamente hoy, martes 17, de madrugada, se fue otro de mis grandes amigos.

Se fue por las mismas razones que casi me fui yo,  hace cinco años atrás; por fumarme unos cigarros tanto años, que sin darme cuenta, me dieron tantas satisfacciones, como daños.  Y  se me fue el flaco Jorge Haralambides; amigo como pueden haber pocos; tan bueno para los demás, como malo para sí mismo.  Brillante dibujante ilustrador,  encargado de la imprenta  de la ALALC en Uruguay, allá por los ´70, y más tarde Vicepresidente de Arte, en las agencias de publicidad más importantes de Venezuela.  Con quien disfruté de su amistad, cuando lo invité a vivir conmigo, tras su separación familiar, en mi apartamento de Bv. España y 21 de Septiembre, antes de irse al país petrolero. 

Y luego me lo encontré cuando yo también me fui a Venezuela, en los años ’90 -perseguido por las brutales inflaciones y el cierre de empresas  clientes mías - en Uruguay. Y  allá trabajamos juntos elaborando exitosas campañas publicitarias que luego ¡algún cliente quiso comprar directamente, al margen de la agencia promotora! ¿Te acordás, Jorge, que no lo permitimos? Y cuando aún perduran en la web sus magníficas ilustraciones para el famoso y reconocido suplemento humorístico “El Camaleón”. Esperame por allá, amigo, con alguna petaquita Black& White, que hay mucho para conversar!

Y como no recordar a otro de mis grandes amigos idos, como el “Pocho”, Carlos Viera, de Minas, donde nacimos, y con el cual tantos kilómetros recorrimos, acompañándonos de una casa a otra, luego de finalizar las clases en escuela primaria. ¿Y cómo olvidar a sus padres que -andando yo medio guacho y sin los míos, por puteríos familiares -me quisieron tanto como a sus propios hijos? ¿Y te acordás, negro,  cuando nuestra maestra Tita Buenafama inventó aquel cuadro de representación del juramento de los 33 orientales en el Teatro Lavalleja, y yo hice de Lavalleja y vos, de Oribe..?  Y poco después de regresar de Venezuela, y habernos tomado unos tragos y haber disfrutado con tu siempre enamorada Momy, de tu hermoso apartamento en la Rambla de Pocitos,  me informan durante un viaje a nuestra querida Minas, que un puto cáncer te arrebató de mi amistad en menos de seis meses…! 

¡Y ni siquiera fumabas! No hay derecho..! Y esto no lo puedo resolver haciendo manifestaciones por 18 de julio desde el Obelisco a la Intendencia..! Porque es parte de la puta vida, y de la puta existencia! Pero no te preocupes; nos volveremos a encontrar aunque esta vez tenga que subir un poco más alto que al Cerro Filarmónica, donde tanto compartimos!
Como tampoco podré olvidarme, pasen los años que pasen, y los que me queden vivos,  de mi gran maestro Tito (Donato) Di Fede, el mejor Director  de Arte publicitario de Uruguay, quien luego de trabajar sus ocho horas en una de las más reconocidas agencias del medio, venía a  tomarse unas grapas conmigo en el viejo café Artigas, de Andes y Colonia, cuando yo salía  de la OPYPA, a media cuadra, y me alimentó la idea de crear Dimensión Publicitaria. “Vos tenés una virginidad creativa que puede llegar muy lejos dentro de tanta chatura  -me decía. Y yo me atreví a renunciar  a mi empleo presupuestado en el Ministerio de Ganadería y Agricultura, para ser un emprendedor publicista.
 
¡Y qué bien nos fue, Tito, mientras duró! Hasta que se vino la mierda de las crisis bancarias y los robos y las estafas, y el país se pudríó, y yo no pude aguantar la mecha de tanta mediocridad política que me desfinanció! ¡Carajo; y yo amaba lo que hacía, tanto como vos! Pero me tuve que ir a Venezuela, y a mi regreso, luego de dieciocho años, cuando llamé esperanzado a tu casa para saber de vos, tu esposa Marta me preguntó: “Te enteraste que Tito falleció..? Si; fue un cáncer. Vos decías que yo era muy bueno como creativo; pero sin vos, aquello no hubiera sido! Y me quedé sin darte mi último abrazo.



Y para finalizar, dentro de este apretado resúmen, quiero enviarle un gran recuerdo y un enorme abrazo a mi querido amigo, el flaco Fernando Félix, integrante de las tertulias de mi -hasta ahora -nunca publicado libro “Cuentos desde el sótano”, y en cuyo negocio de venta de pollos y huevos, y quesos y vinos traídos desde Colonia, en el sótano de la calle Cerrito, disfrutamos de las mejores guitarreadas y recitados del folklore y la poesía uruguayos, preparando unos ensopados de película los sábados al mediodía, compartidos con inolvidables seres masculinos y femeninos.

¿Te acordás, Flaco,  de aquellas letras de las cuales nunca nos acordábamos del todo y dejábamos a medio camino, disfrutando de un generoso vino tinto y entre el cacarear y el olor a mierda de las gallinas enjauladas? ¡Mi Dios, aquello sí era disfrutar entre amigos! Y después la seguíamos en tu apartamento de la calle Zabala, con Chichito, o nos íbamos de noche a piropear bellezas en aquellas cuadras de dieciocho, frente a la plaza El Entrevero. Nunca nos entablaron una denuncia por acoso sexual; ni siquiera nos puteaban. Se reían, y les gustaba! ¡Otros tiempos!

O nos íbamos a las vinerías,  en la calle Soriano, u otras en la ciudad vieja, cantando y recitando versos, porque no habían televisores, ni celulares, ni Whatsapp, ni pendejadas modernas.  Y después vos  también te fuiste a Venezuela, y Chichito a Canadá, cuando yo empecé una familia, con hijos, pero sin mis amigos. Y  allá también nos reencontramos con tu hermosa familia; con la linda vasca Luchi Calzado, y tus dos hijos. Y también un puto cáncer  esperó  a que yo me fuera de Venezuela, para llevarte a desde dónde no se vuelve. ¡Aunque te aviso que, de todas formas, ahí también te voy a ir a visitar! Y a lo mejor hasta me quedo…

Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no se puede apagar
ni con las aguas de un río”, dice Alberto Cortéz. Y es así.

Por eso, con el perdón de mis amigos físicamente vivos,  yo quiero brindar hoy, especialmente, por mis amigos queridos que ya se han ido, y que nunca los olvido! Amigos de siempre, y para siempre. ¡Salud, y abrazos!

Thursday, December 19, 2019


O cambiamos, o nos cambian.

Nada lo obliga a usted a cambiar; -decía Edwards Deming, el hombre que produjo el milagro japonés después de la segunda guerra mundial - usted cambia si quiere, después de todo, sobrevivir no es obligatorio”. Así de simple. Deming se refería, fundamentalmente, a la necesidad del cambio en los modelos productivos de las fábricas norteamericanas, puesto que se producían considerables porcentajes de productos defectuosos, a la par que los buenos, influyendo en la productividad y en la rentabilidad de las empresas. Y desarrolló, con los empresarios japoneses su famoso método de la Calidad Total, mediante el cual, en menos de treinta años, aquel Japón hecho chatarra tras la Segunda Guerra Mundial, se convertiría en la segunda potencia económica mundial.

Dicen que las crisis crean oportunidades. Y para mí no hay nada más cierto. Las crean por la necesidad insoslayable de asumir los cambios que nos exigen las nuevas e impensadas situaciones, frente a los paradigmas establecidos que nos hacen prisioneros de nuestras emociones y percepciones. El caso de Japón es un ejemplo; pues habría que preguntarse si  hubiera sido posible, sin aquella devastadora derrota,  convertirse más tarde en la segunda potencia económica mundial. Hoy, ante el vertiginoso ritmo de crecimiento que han tomado fenómenos como la tecnología y las transformaciones productivas, ha quedado demostrado  que, tanto en el mundo político, empresarial, social, el no aceptar la necesidad de los cambios, puede ser más suicida que el temor a enfrentarlos. En Uruguay, por suerte divina o por habilidades genuinas, logramos cambiar lo suficiente, como para seguir siendo diferentes.

Por ello las crisis, desde las más agudas como la de Japón en aquellos años ‘40, o la del Frente Amplio en Uruguay, al perder una cuarta elección, encarando la segunda década del Siglo XXI, son estupendos ejemplos del necesario sentido de resiliencia,  de cara al futuro -tanto de una nación que necesitó reconstruirse - como de un modelo de gobierno exitoso que -cumplido su tercer ciclo -necesita detenerse, autocriticarse, recomponerse, y fundamentalmente, sacar las lecciones que únicamente se pueden aprender desde el llano, porque las alturas siempre confunden. Sin duda, habrá que introducir cambios.

 Era casi inevitable que tres períodos de gobierno consecutivos transformando al país como nunca antes, más un cúmulo de errores por motivos emocionales más que racionales, y la falta de respuestas contundentes ante reclamos crecientes de la población, produjeran el natural desgaste que -gracias a nuestro reconocido y ejemplar sistema democrático - dio lugar a una pacífica y ejemplar transición.  Creo que si; que es saludable que cada tanto y cuanto, algunos hechos ajenos a nuestra opinión y percepción, remuevan nuestro status quo y nuestra aceptada zona de confort, para obligar a reinventarnos y a demostrar nuevamente, nuestra máxima riqueza colectiva.
  
A veces, perdiendo también se gana. Porque entre otras cosas, depende de lo que se entienda y acepte como victoria, o como derrota. Por ejemplo, perder en una elección presidencial por apenas un punto de diferencia, no es necesariamente una victoria para el adversario, y ni siquiera una derrota para el vencido. Sino que se produjo un llamado de atención, dado que aún conservas tu gran parte de esa mayoría compartida. Y por ello, mientras no sientas que existen razones para sentirte derrotado, aún sigues manteniendo tu victoria.

Por otra parte, yo hablaría mucho menos de derrota cuando para derrotar al Frente Amplio debieron unirse cinco partidos con perfiles tan distintos, lo cual dispersa las preferencias, no aclara las diferencias,  y no da mayoría a ninguno. Mientras que el Frente Amplio sigue siendo el partido más votado del país. Y lo cual me sugiere una gran confusión entre el electorado, que votó cosas tan extrañas como sorpresivas. Es el caso de un desconocido que ni siquiera sabe el himno de Uruguay por no haber vivido en el país, y que simplemente mediante un chorro de dólares, en siete meses pasó por encima de máximas figuras del Partido que lidera la oposición -y a quien pese al aporte de sus votos y sus dólares y a que llegó a comprarse un puesto de senador - no le dieron ningún cargo ministerial.

Como también el resurgimiento de una extrema derecha personificada en un alto jerarca militar, desobediente y retirado, que acunó los sentimientos más radicales de parte de la población. En fín; creo que es bastante diverso y complicado este equipo de gobierno, como para anticipar el éxito común en la gestión. Dios quiera, y la Señora Virgen también, que haya humo blanco.

Y entonces me pregunto; ¿al fín y al cabo, que es la victoria y que es la derrota? El Frente Amplio sufrió una derrota electoral; pero con apenas un punto y décimas de diferencia, ¿puede sentirse derrotado en sus convicciones y valores - que tantas satisfacciones y reconocimientos de las máximas referencias mundiales -han aportado al Uruguay? ¿Y sus adversarios victoriosos, si haber aportado nada? No; creo que acá hubo una gran lección, además de una excelente elección, que nos distinguió una vez más, ante el mundo entero. Creo que este resultado fue más que nada como aquella famosa frase futbolera de nuestros campeones mundiales, un “tuya Héctor..” y un  “te la presto” referida al nuevo gobierno.

Pero creo también que es imprescindible -y esta vez de verdad -que el Frente Amplio asuma una profunda autocrítica; acepte la realidad de los errores ideológicos y conceptuales que lo mantienen prisionero -  desde la génesis de su formación - y asuma los cambios necesarios que le permitan reposicionarse para recuperar el lugar prestado. ¿Un nuevo y actualizado Frente Amplio, es posible?  Sólo sé, que es necesario. ¡Y que no va a ser fácil!

Son muy distintas las condiciones del país y las motivaciones que encendieron los sueños frenteamplistas - desde aquel primer gobierno del 2005 -  asumiendo necesidades básicas de una gran parte de la sociedad empobrecida - hasta este nuevo status donde las necesidades, al ser menores, determinan que las exigencias, ahora, sean mayores. ¿Complicado, no? Bueno, es que cada tanto, y para entender las necesidades humanas,  hay que revisar la pirámide de Maslow. Y por ello es esencial enfrentar cambios; porque, o cambiamos, o definitivamente nos cambian!

Nota: Y es que el Frente Amplio fue un fenómeno! -“Nunca se había vivido 17 años de crecimiento económico consecutivo en Uruguay”, aseguró Danilo Astori. “El producto por persona creció 126 % en 15 años, lo cual ubica a Uruguay a la cabeza de América Latina al respecto”:En el corto plazo, habrá un mayor crecimiento de la inversión, mediante 13 proyectos de participación público-privada (PPP) en infraestructura vial, Ferrocarril Central y en nuevos jardines de infantes y Centros de Atención a la Primera Infancia (CAIF), por un monto total de 1.900 millones de dólares”. Y añadió -como pa’ despedirse - que el desarrollo en infraestructura en este período de Gobierno (2015-2020) totalizó 11.000 millones de dólares.

Tuya Luis; mejorála si podés..!