Entre buitres y palomas.
Que los fondos buitres son chupasangre, no hay ninguna duda, pero cuando no hay otra, hay que venderles el alma. ¿Usted vio o vivió (¡ojalá que no!) que ante el desespero del hambre y la necesidad de las mínimas y vergonzosas condiciones de vida para su familia, uno tiene que aceptar lo inaceptable? Y tiene que salir a pedirle prestado hasta a su peor enemigo. Y bueno, a algo de esto y como esto, es a lo que se resisten nuestros hermanos argentinos.
El problema está
en que al actual gobierno argentino no le gusta el FMI porque, necesitando
demasiado les prestó demasiado, y ahora -porque jodió demasiado -es demasiado
lo que tiene que devolverle. Pero tampoco le gustó tener que pagarles un montón
de “platita” al Club de París y a los fondos buitres, porque les prestaron
demasiado y les cobraron demasiado. ¡Joder! ¿Habrá alguien que les preste
gratis para que sigan malversando los recursos que tarde o temprano tendrá que
devolver todo el pueblo argentino? Y digo ¡TODO! Desde el más peludo hasta el
más pelado. Desde el más bendecido hasta
el menos gratificado.
Porque llega
un momento en el cual, cuando la cosa se jodió tanto, tantos serán los
perjudicados. Y como siempre, los más empobrecidos, serán los más jodidos.
Y digo malversando,
no porque sea malo distribuir los dineros públicos del Estado en ayudar a las
necesidades de los más necesitados. No; al contrario. Pero es que una cosa es
utilizarlos para tratar de enriquecerlos intelectual y laboralmente para no
seguir siendo unos parias del Estado, y otra cosa es utilizarlos para alimentar
los casos de corrupción que, en su nombre, se han generado. ¡Porque en última
instancia el problema no está tanto en que haya corruptos, sino que los
corruptos se niegan a repartir la corrupción con los más necesitados! ¡Vaya! Creo que si se repatriaran y se
bienutilizaran, todos los dineros argentinos que -bien o mal adquiridos -están
reposando, disfrutando, y generando ganancias fuera del país, en Argentina ya
no habría más pobres.
Pero, y ¿cómo
hacemos? ¿Cómo les damos la certeza a esos miles de argentinos que por elementales
razones de precaución para preservar lo bien - y también lo mal - obtenido,
tengan la confianza suficiente como para invertirlos en su país? ¿Cómo les
damos la certeza luego de años y años de fracaso de sus dirigentes políticos
implementando fracasadas políticas que han ido degradando más y más al país,
succionando los recursos de los únicos que los producen?
¿Acaso hay una nueva receta para retener el
capital -y volverlo productivo - que respetar sus lógicas expectativas de una
ganancia deseada? ¿Acaso alguien descubrió una nueva y maravillosa forma de
repartir lo poco que se tiene, entre los muchos que nada tienen, sin producirla?
Bueno; es cierto que Jesucristo se subió al monte de Sinaí e hizo milagros con
un par de panes. Pero Jesucristo era Jesucristo y no creo que ni Cristina
Kirchner ni Alberto, tengan esas dotes. Y ya el mercado financiero argentino venía
recibiendo señales de que el Banco Central no podrá soportar la ecuación de
dólares que disminuyen y (la eyaculación) de pesos que se escabullen, y
cada día valen menos.
No sorprendió
tanto entonces que, tras el fracaso electoral, ahora el gobierno de Fernández
& Fernández, anunciara que va a buscar un acuerdo con la oposición para terminar
más o menos decentemente los dos años que le faltan, y que va a presentar un
nuevo programa de entendimiento con el FMI para no caer en el default y
terminar de joderse del todo. Claro; es una bonita forma de invitar a otros a
joderse en común. No sorprendió tanto, tampoco, la noticia de que una vez más la
Casa de Moneda no haya dado abasto en la producción de nuevos billetes de 1.000
pesos argentinos y 500, y haya tenido que contratar a imprentas del
exterior para seguir el ritmo de la expansión monetaria. (¡Que negocio se
perdió Boudou!)
Por otra
parte, según el diario británico Financial Times, y citando una fuente del FMI
en respuesta al pedido de reducir los recargos por la deuda que formuló el
Gobierno de Alberto Fernández, los funcionarios del
Fondo se oponen al pedido, y recuerdan la tradición argentina de pedir trato
especial y luego decepcionar a sus acreedores. “No son el país por el que
uno quiera hacer una excepción”, dijo un funcionario. O sea, no son
inocentes palomas..
Como si fuera
poco, el mismo Financial Times cita también a Marc Stanley,
propuesto por el presidente de EEUU, Joseph Biden para embajador en la
Argentina, quien señaló en el Senado de su país que es responsabilidad del
gobierno argentino ofrecer un plan, pero aún no lo hizo. “Argentina es un
bonito bus de paseo al que no le andan bien las ruedas”.
Y es que Argentina
tiene un problema endémico de populismo destructivo. Y quienes siempre salen
ganando, son los representantes políticos de quienes, mayoritariamente, siempre
salen perdiendo. Frente a ello, el dúo Fernández/Fernández, quiere hacer
olvidar a los argentinos que parte de los dueños del FMI somos países hermanos,
y que por eso nos prestamos en condiciones humanas. ¡No somos los fondos
buitres que tantas veces los desplumaron, y a los cuales les tuvieron que
pagar, y mucho más caro, sin tanta demonización ni reclamos!
Así que no me
vengan con esas pendejadas bolches de “No pagaremos al FMI con el hambre del
pueblo”. Porque mi pueblo no tiene la culpa de sus burradas. ¡Máxime cuando ahora,
en plena crisis de endeudamiento, el presidente argentino se da el lujo de anunciar
la construcción del gasoducto Néstor Kirchner (¡¿ ?! cuya primera etapa
demandará una inversión de $40.000 millones! ¿Le toman el pelo al pueblo
argentino? ¡Y al mismo tiempo prohíbe a quienes viajen a disfrutar sus
merecidas vacaciones, pagar el costo de sus pasajes y estadía financiados! ¿Chiste
o dictadura?
Lo paradójico de
todo esto, es que los títulos argentinos son, en este momento, uno de los
mejores negocios del mundo: su precio es tan bajo que rinden hasta 24% en
dólares, pero ..¡ni siquiera los “fondos buitre” los quieren comprar! Ni
tan buitres ni tan palomas, entonces..
Confieso que no
me gusta, particularmente, el periodismo de Lanata. Pero hace unos días en una
entrevista de Carlos Tapia para El País de Uruguay, expresó unos conceptos que
me llamaron la atención: “Sucede que Argentina es un país muy
provinciano, que vive como si el resto del mundo no existiera. Es una mezcla de
provinciano con complejo de superioridad a veces y de inferioridad otras veces.
Somos gente rara”.
¡Carajo!
¿Será cierto?