Mercosur, paredón y después…
Porque no ha sido fácil
esta consagrada unión de voluntades, ya que, además de marcadas asimetrías, se jugaban
posiciones empresariales muy competitivas dentro de los dos hermanos mayores
del bloque, Brasil y Argentina, agravadas por las frecuentes
desestabilizaciones políticas, producidas por sus distintas fuerzas,
concepciones, y sus luchas intestinas.
Algo a lo cual tampoco
escaparía el resto de los países del bloque. Recordemos que en junio de 2012,
como respuesta al juicio político que removió al presidente Lugo, en
Paraguay,
y en cumplimiento del Protocolo de Ushuaia sobre el compromiso
democrático, se decretó la suspensión de Paraguay de las decisiones del
Mercosur hasta que fueran efectuadas nuevas elecciones democráticas, levantándose la suspensión recién el 13
de julio de 2013.
Recordemos también que
Venezuela, quien firmó el Protocolo de Adhesión al Mercosur en 2006,
completando el proceso en 2012, también sería suspendida, el 1 de diciembre de
2016, tras reclamársele el cumplimiento de las exigencias del Mercosur, y al
comprobarse una “ruptura del orden democrático”; y no volvería a ser aceptada
dentro del bloque.
¡Hoy Venezuela está
sumergida en la peor crisis económica, alimentaria, sanitaria y de derechos
humanos de su historia, constituyendo la mayor vergüenza para Sudamérica, y sin
embargo el gobierno argentino, en un gesto de respaldo al dictador Maduro - acusado
de crímenes de lesa humanidad por la ONU - ha anunciado su retirada del Grupo de Lima, compuesto por 13
países y creado en 2017 para acompañar a la oposición venezolana en la búsqueda
de una solución a su brutal crisis social, política y económica. Según el
presidente argentino “aislar al gobierno de Venezuela no ha conducido a nada”;
suponiendo pues, que habrá que seguir apoyándolo en sus barbaridades para
conducir a algo.
Recordemos también los
enredos institucionales de nuestra hermana Bolivia, cuando el hermano Evo
Morales engolosinado por sus tres gestiones de gobierno quiso perpetuarse en el
poder, y luego de que a través de un referéndum constitucional (2016) sus
compatriotas NO apoyaran una nueva reelección, el Tribunal Constitucional
Plurinacional (TCP) de ese país emitió un controversial fallo a favor de las
intenciones del mandatario (*).
Se realizaron las
elecciones, Evo Morales fue proclamado vencedor con solo un 0,57% de diferencia,
y como el informe de los observadores de
la OEA alertó sobre irregularidades en el proceso, vino el odio tras el amor,
con el secretario Luis Almagro, y luego de violentas manifestaciones populares,
a través de una ley consensuada entre el gobierno provisional y el Movimiento
al Socialismo de Evo Morales, se anularon los comicios del 20 de octubre para
iniciar un proceso de urgencia hacia nuevas elecciones. Y Evo Morales fue
obligado a renunciar.
Mientras Bolsonaro, en
Brasil, en medio de la pandemia y en momentos que Brasil se acerca a las
300.000 muertes por COVID-19 y supera los 12 millones de contagios, acusa ante
la justicia a los gobernadores y alcaldes del país que se resisten a sus
caprichos e inconsciencias negando la gravedad de la crisis sanitaria, y en
lugar de ofrecerles el apoyo gubernamental los deja librados a su suerte, y a tomar
medidas restrictivas para restringir la movilidad.
¡Mi Dios! ¡Cómo no va a andar
mal el Mercosur con socios como éstos! Al decir de Nelson Villarreal Durán y
Melillo Dinis do Nascimento en su artículo “¿Qué pasa en Brasil? Una pregunta a
parir de la región y del mundo”, “Bolsonaro es un presidente que nunca
gobernó. También nunca abandonó la campaña electoral permanente. Y esto acaba
por definir la acción política de todos en el país. Es un panorama de
antipolítica y colisión. Todos en la política brasileña están en una campaña
electoral sin fin”. ¿Y acaso esto no es aplicable también a la
Argentina?
Un fenómeno muy similar a
Donald Trump, en Estados Unidos. De hecho, hay otra frase en el artículo de estos
autores, que se asemeja mucho a lo que podríamos decir de Argentina: “La
política externa de Brasil siente mucho la falta de un proyecto y de una visión
más larga que la próxima zafra de soja”. ¿Alguna duda?
Por otra parte Argentina, en medio
de una muy dura negociación con el FMI, unos resultados que año a año agravan
su crisis social, política y económica, con un 40% de pobreza y un riesgo país
sobre los 1600 puntos, una (des)orientación política muy cuestionada y una
crisis institucional alarmante, al celebrar los treinta años del Mercosur, y ocupando
su presidencia, el presidente Alberto Fernández, en alusión a unas
declaraciones del presidente Lacalle de Uruguay planteando la necesidad de una
mayor flexibilización en el bloque -se sintió agraviado y tomándolo como algo
personal, invitó a que quien no se
sienta cómodo que abandone el barco (¿? )
Y está la dicotomía
Fernández/Fernández, que lo confunde todo. Mientras un Fernández asegura que se
va a cumplir una cosa otra Fernández dice que no se puede. Mientras el
presidente Fernández le hace promesas al FMI para asegurarle que le van a pagar
la deuda, la vicepresidenta Fernández declara en público que no puede pagarla
porque no tiene plata. Lo cual forma parte de la vieja receta de hacer quedar
al FMI como verdugo ante la sociedad toda, si no accede a las condiciones que a
ellos les convenga. ¡Pufff..!
Sur... paredón y después, dice
el magnífico tango de Aníbal Troilo con
letra de Homero Manzi, y que
me inspira para interrogarme sobre el futuro de este Mercosur, que, luego de
tantos paredones, parates y disparates, que han hecho trizas sus mejores
intenciones, sigue recordando que es el mayor productor de alimentos en el
mundo, controla las mayores reservas energéticas, minerales, naturales, de
recursos hídricos y de petróleo del planeta, y posee también la selva tropical
más grande del planeta, la selva amazónica.
Pero también sigue advirtiendo
que, pese a ello, muchos de nuestros hermanos hoy pasan hambre y sufren las peores
crisis de su historia, debido a gobernantes cegados por el autoritarismo, la
ambición de poder, la ineptitud, la miopía, y las fracasadas ideologías. Como afirmé más de una vez -y en este caso
está una vez más comprobado -un país no es rico por sus recursos naturales,
sino por la riqueza humana e intelectual de su gente, y en eso, no honramos a
un mejor destino para el Mercosur. ¡Nuestros paredones intelectuales no ayudan!
Alberto Rodríguez Genta
argentaster@gmail.com
(*) Muy similar a la estrategia de Chávez, en Venezuela, cuando desconociendo el mandato de una Asamblea Nacional legítimamente elegida, montó un payasesco Tribunal Supremo de Justicia, montado a su capricho para deslegitimarla, y a través del cual perpetuó todo tipo de arbitrariedades contra la Constitución.