Kant, la
ilustración y los desilustrados.
"Nos
han dominado más por la ignorancia que por la fuerza", afirmaba en el
mismo sentido Simón Bolívar, el otro gran Libertador. Y por ello es muy útil repasar
los aportes a la ilustración de Immanuel Kant, (1724-1804) el gran filósofo
prusiano, el primero y más representante del criticismo, y considerado como uno
de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía
universal. Kant comienza con una definición directa de Ilustración:
“es la salida del hombre de su minoría de edad, de la cual él mismo es
culpable. ... “Atrévete a saber”, desafía Kant; “Ten el valor de
servirte de tu propio entendimiento”. Pero advierte que no es fácil: la
cobardía y la pereza nos mantienen en la minoría de edad.
Los pensadores
de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia,
la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. Y la Ilustración
tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y
sociales de la época, siendo uno de los más dramáticos, la Revolución francesa. Y es que se le denominó de
este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la
ignorancia de la humanidad, mediante las luces del conocimiento y la razón.
Pero hoy, en pleno siglo XXI, por cuándo y
cuánto, tanto hemos invocado la decisoria influencia de la “sociedad del
conocimiento”, referida al tipo de sociedad que se necesita
para competir y tener éxito frente a los cambios económicos y políticos del
mundo moderno, me atemoriza la falta de ilustración, tanto de algunos
personajes que se postulan para gobernar nuestros destinos, como la de quienes
los elegimos.
Por ejemplo,
gente que usa su poder de manipulación para enamorar a aquellos (inocentes o
inconscientes) electores emocionales, violentos y resentidos, siempre
inconformes con la realidad que a tantos otros les ha costado construir. Gente
que ve y concibe el mundo únicamente a través de sus mezquinas conveniencias,
más que convicciones. Y electores a los cuales parecería no importarles nada la
ilustración, la cultura, la idoneidad, y la preparación, de quienes deben
liderar los procesos de cambio para mejorar su calidad de vida, hoy tan
urgentes como exigentes. Gente a la cual, por comodidad, por cobardía o por
pereza, al decir de Kant, no les interesa analizar los alcances de las
propuestas, para formar su opinión.
Gente
anestesiada y adormecida por las ofertas banales de unos medios de
comunicación, cuyo negocio en nada coincide con los valores y principios que
forjan la identidad de una nación. Gente, incluso ilustrada, porque han tenido
acceso a una educación, pero no la ejercen para formar su opinión. Gente de un
nuevo mundo que se limita e invita, a la comodidad del no pensar, ni
cuestionar. Gente alumbrada y deslumbrada por la pantalla televisiva, que cada
día se adapta más a sus patrones de cultura con programas pensados para quien
no lee, no entiende, no piensa, no analiza, ni le interesa analizar. La gente
que le interesa a la televisión.
Que quiere
simplemente que la diviertan, la entretengan, o la distraigan, aunque sea con
los crímenes más violentos, con los programas y personajes más repetitivos, o
con los más mediocres chismes propios o extranjeros. Todo superficial, frívolo,
banal, elemental, primario, para poder disfrutarlos sin ejercitar el propio
pensamiento. Y como que todos los
esfuerzos van en camino de satisfacer estas mayorías, a las cuales para nada
les interesa aquello de “ten el valor de servirte de tu propio
entendimiento”, al cual aludía Kant.
“Es, pues
difícil, para cada hombre en particular lograr salir de esa incapacidad,
convertida casi en segunda naturaleza. Le ha cobrado afición y se
siente realmente incapaz de servirse de su propia razón, porque nunca se le
permitió intentar la aventura. ( Ignacio González Barbero, Kant y
Schiller) Por esta razón, pocos son los que, con su propio esfuerzo de
espíritu, han logrado superar esa incapacidad y proseguir, sin embargo, con
paso firme”.
“El sabio
puede cambiar de opinión; el necio nunca”, afirmaba Kant, como corolario de las
capacidades de los hombres ilustrados. Y he aquí pues, el resultado de tantos
fracasos en la elección de nuestras autoridades. Porque, aunque la mayoría
quiere cambios, nadie quiere cambiar de opinión. Y aunque pretenden ser ilustrados, proceden
como desilustrados. Y esto es lo que produce fenómenos como los Castro en Cuba
y los Chávez y Maduro en Venezuela, pero también los Trump en EE.UU., y los
Bolsonaro en Brasil. Personajes equivocados según el diario del lunes, pero que
por algo fueron elegidos el fin de semana pasado. Y ahora, nuevamente
rechazados.
Claro; no es
tan fácil juzgar sin haber estado en la piel del otro; y fundamentalmente, en
sus necesidades, sueños y esperanzas, circunstanciales. Y repito,
“circunstanciales”. En todo caso, deberíamos recordar siempre lo que nos
advertía el Mahatma Gandhi. “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo
votaron se sienten bien representados”. Y es que nadie nos puede negar el
derecho a sentirnos representados, ilusionados, y hasta decepcionados, en este
ejercicio diario de la existencia y la supervivencia humana.
¿Acaso hay un
mejor ejemplo dentro de este universo de preferencias emocionales y personales
que el ser adherente a un club de fútbol, y que aún cuando pierda buena parte
de los campeonatos, ligas y competencias, sigue logrando nuestra adherencia
personal? ¿Será nuestro derecho a una
cuota de masoquismo individual?
Conclusión:
Por suerte para quienes han aprendido el lucrativo y pervertido arte de la
manipulación humana, somos producto de nuestra primitiva desilustración, de “la
(no) salida del hombre de su minoría de edad, de la cual él mismo es culpable” al
decir de Kant. Aunque nadie puede advertirnos sobre los límites de esa salida
de la minoría de edad intelectual, porque nadie puede predecir el mundo
cambiante que aún no conocemos, y al cual tendremos que adaptarnos.
¡Bienvenidos
pues al permanente cambio, que nos asegura que -para bien o para mal -nunca el presente,
podrá impedirnos el futuro!
Alberto Rodríguez Genta
argentaster@gmail.com
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