Entre mamados, y la estupidez humana.
"Regular las emociones es un compromiso que
uno debe tener como ser humano", explica el psicólogo Paolo Becerra,
especialista en psicoterapia sistémica cognitiva-conductual, que hace foco en
la regulación emocional. “No ser capaces
de hacerlo nos enferma y nos trae conflictos con los demás. Pero regular no es
callarse o aguantarse -aclara - No es
bueno reprimir las emociones; y por ello, la manera de autorregularse es
enfrentarlas, lidiar con ellas”. Y acude a
una imagen que quizá es la que más se asemeja a la interpretación: la de
un surfista sobre la tabla, tratando de hacer equilibrio sobre una gran ola (la
emoción). “De alguna manera la está
enfrentando, pero con herramientas que permiten mantenerse en equilibrio”,
asegura Becerra.
Y
confieso que todo ésto me lleva a reflexionar mucho frente a una nueva
contienda electoral por la elección de las máximas autoridades del Uruguay, y
sobre los desbordes, descalificaciones, negaciones, decepciones, insultos y
mediocridades, que ya comienzan a aparecer. Y es que, claro, "No
poder controlar lo que sucede genera frustración -dice Becerra -y esa
sensación de pérdida es lo que desregula el sistema emocional”, porque “hay una brecha entre las expectativas y lo
que realmente sucede”. Y esto es una verdad enorme por cuanto, si bien una
mayoría de ciudadanos naturales, y la enorme mayoría de organismos
internacionales, calificadoras,
observadores y especialistas, destacan lo mucho que ha avanzado Uruguay,
hay sectores y compatriotas que se niegan y negarán siempre, a aceptar las
realidades.
Y
será entonces por aquello de que el no poder controlar lo que sucede genera
frustración - lo cual sumado a que
hay una brecha entre las expectativas
personales, de acuerdo a intereses partidarios y sectoriales, y lo que
realmente sucede - que se desregula el sistema emocional. ¡Cómo
nos cuesta proyectar nuestra mente hacia el futuro con una visión de país
integral, con un análisis racional, frente a la globalidad del mundo! Nos
resulta muy difícil alejarnos de la orilla de nuestras percepciones y nuestros
prejuicios, y nuestras emociones. Y yo insisto en que la negación, simplemente
por negación a otra idea, otro modelo, otra ideología, otra forma de pensar y
actuar, sin basarnos en la contundencia de los hechos y los razonamientos, nos
lleva directamente a la estupidez humana.
La estupidez humana es un
elemento inherente a nuestra humanidad. Por algo en su momento aseguró mi
tocayo Einstein que “ hay dos cosas
infinitas, el universo y la estupidez humana; y del universo no estoy
convencido”. Y es que yo me pregunto y me sigo preguntando; ¿Cuántas buenas
causas se han perdido, debido a la estupidez humana? Serían posibles tantos
fracasos para la humanidad, sino fuera, precisamente, por la estupidez humana?
Claro; también es cierto aquello de que la gente necesita creer en algo, y en
alguien..
Y por eso ahora, frente a un
nuevo año preelectoral pondremos a prueba una vez más, tanto nuestra lucidez, como nuestra estupidez
humana. Porque nuestros representantes políticos repetirán casi exactamente el mismo libreto,
ya amarillo y ajado de tanto uso. Sus
agencias de publicidad arreglarán alguna cancioncita pegadiza con una letra
boluda, tratando de despertar emociones donde no las hay; saldrán a
recorrer los pueblos, las ciudades, los
boliches, los clubes y volveremos a los discursos encendidos prometiendo, otra
vez, que haremos lo que no hicimos y no haremos lo que otros hicieron. Y
forzarán sonrisas casi de cartón, y besaran a ancianas y niños, y abrazarán a
algunos viejos y alguno no tanto, y dejarán un tendal de lágrimas y emociones y
promesas que difícilmente cumplirán.
¡Vaya! Que somos fáciles de convencer los seres humanos..!
Lo lamentable es que ya
vemos y sentimos, personajes que en todas y cada una de sus intervenciones, no
hacen más que descalificar y negar, lo que ha hecho el actual gobierno -y
precisamente -porque lo ha hecho!. Y se han vuelto tan repetitivos en sus
argumentos, que aun cuando uno no los oyera, ya sabría lo que iban a decir! Es
un discurso ya armado, acartonado, amalgamado y atado, que desenvuelven una y
otra vez, en cada ocasión distinta! Y es que son discursos simplemente
destinados a mantener encendido el rechazo y el odio hacia el adversario,
sirviendo de catarsis para aquellos que, de alguna forma, han venido
manteniendo, a lo largo de sus años, unos principios y valores heredados de los
grandes referentes históricos de sus partidos.
Y claro, ¡para justificar sus cargos y mantenerse en sus sillones,
descalifican, niegan, mienten, y amenazan con la reencarnación divina! Y cuanto
más acusan, y niegan, y desconocen a sus adversarios, más demuestran esa poca
capacidad para aportar nuevas ideas que inviten a seguir soñando -o aun a un
mejor sueño! Y es que hasta en sus caras, siempre tristes y ceñudas, se nota ya
el fracaso! Porque cuando uno se siente triunfador, la sonrisa se le escapa de
la cara..!
A veces se me ocurre que los
uruguayos nos parecemos a esos mamados de boliche que se prenden de una frase
que les parece genial, y la repiten y repiten y repiten, cientos de veces
durante un intento de conversación. Una conversación entre varios que se vuelve
un monólogo, porque todos repiten lo que dijo uno solo. Y lo digo porque cada
tanto se hace viral y mediática y repetitiva la frase que refiere a que el
gobierno, “ya no tiene proyecto”. Así nomás, como que el país ya no pudiera
avanzar más porque el gobierno ya no tiene proyectos ni ideas para seguir
avanzando. ¡Mi Dios; qué tristeza, que un país sea únicamente lo que producen
sus gobiernos!
Y entonces me da por
recordar una y otra vez aquella famosa frase de Jack Welch, el más exitoso Ceo
de la General Electric, durante la promoción de su afamado libro “Winning”,
que: “Al final, las empresas que triunfan son lo único que sostiene
nuestras sociedades. Los gobiernos no crean nada”, Pero claro, agrego yo, cuando esas empresas
fracasan, Jack, es el Estado el que debe hacerse cargo, y limpiar los traseros!
Porque cuando esos empresarios deciden abandonar
sus actividades, nunca quedarán en tan mala situación como los cientos y miles
de trabajadores y sus familias, dependientes de ese emprendimiento comercial,
en el cual todos pusieron sus mejores expectativas. Y tendrá que hacerse cargo
el Estado. Como a su vez, cuando esos dirigentes políticos en representación
del Estado, no tienen la habilidad suficiente como para gobernar, buscando las
alianzas necesarias para brindar mayores beneficios a sus comunidades,
producirán el mismo efecto.
Y es que la gran contradicción enriquecedora que
muestra hoy Uruguay, es que, si bien ha crecido y se ha desarrollado bajo un
sistema capitalista, “ha utilizado lo mejor del capitalismo para lograr lo
mejor del socialismo”, al decir de la compañera Graciela Pereyra, en una
reunión del Frente Amplio. Y esa definición me quedó grabada a fuego de por
vida, porque resume el pensamiento de lo más rescatable de los tantos
movimientos llamados “de izquierda”. Y
porque, curiosamente, dentro de este dilema universal, Uruguay logró
reinventarse a si mismo, y se las ha ingeniado para ser un ejemplo de equilibrio
y equidad, entre el capitalismo salvaje y el socialismo abusivo. Por algo los
organismos internacionales (CEPAL, Banco Mundial, y hasta el propio FMI, entre
otros) nos destacan especialmente por ello.
Y por algo, un
verdaderamente socialista, como Luiz Inácio Lula da Silva afirmó en su
momento: “Si uno conoce a un izquierdista
muy viejo es porque debe estar con problemas [... ] La gente se transforma en
el camino del medio. Aquel que precisa ser seguido por la sociedad [... ] quien
va más de derecha, va quedando más de centro. Quien está más de izquierda, va
quedando más socialdemócrata, menos a la izquierda”. Y yo reconozco, como verdadero
socialdemócrata, en espíritu, ciencia y conciencia, a Lula Da Silva!
Amen.