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Location: Cordón, Montevideo, Uruguay

Thursday, December 04, 2025

 Padre rico, padre pobre.


Este es el título de un muy consagrado libro sobre el mundo de las finanzas, que escribieron Robert Kiyosaki y Sharon Lechter (1997) que remarca las diferentes actitudes hacia el dinero, el trabajo y la vida de dos progenitores, y como ellos tuvieron influencia en la vida de ambos.

Uruguay es un país pequeño pero reconocido por sus beneficios sociales. Es más, está considerado como uno de los máximos creadores del modelo de “Bienestar Social”, por parte de un Estado “padre rico”, que marcó fuertemente la impronta de los uruguayos políticamente, dando origen a una verdadera revolución social latinoamericana. Por ejemplo: desde hace más de una década, el que los niños acudan a clases escolares, es una exigencia para recibir la llamada Asignación Familiar-Plan de Equidad (AFAM-PE), una prestación económica, orientada a los más vulnerables.

Sin embargo, a noviembre de 2025, más de 3.000 asignaciones familiares fueron suspendidas por inasistencias a centros de enseñanza, después de un proceso de revinculación, entre más de  5.000 estudiantes, que dejaron de asistir a los centros educativos. La pregunta entones es, ¿porque motivo, estos últimos dejaron de percibir asignaciones familiares? El BPS informó además que ejecutó el pago de un bono de apoyo económico de $2.500 a más de 114.000 niñas y niños que asisten a escuelas públicas en contextos vulnerables.

Pero es evidente, que si no existe una conducta familiar responsable, asociada al objetivo del beneficio social, este se vuelve absolutamente ineficaz. Por lo cual redistribuir más recursos para combatir la pobreza infantil gravando a los más ricos, como propone el PIT-CNT,  parece entonces  tan ineficaz como tratar de mejorar el mar, echándole baldes de agua.. sacados del propio mar.

Creo que no es necesario quitarle a los más ricos, algo de su riqueza, para construir el país que queremos todos, y que, entre todos, sin tener los enormes recursos naturales como petróleo, gas, acero, aluminio, litio, diamantes, oro, y otras “tierras raras” que tanto le interesan a Donald Trump, en Estados Unidos, los uruguayos hemos logrado financiarnos con cada gota y neurona de nuestro esfuerzo, innovación, investigación, y mucho trabajo. Nuestro modelo de crecimiento económico con inclusión social, es un ejemplo para el mundo.

Y porque al mismo tiempo, estoy leyendo una información reciente sobre la inauguración de un  importante tomógrafo, en el novel Hospital del Cerro, en Montevideo - construido por la anterior administración gubernamental - opuesta políticamente al actual gobierno.  ¡Qué lindos que somos los uruguayos, cuando nos ponemos de acuerdo!

Cada cual y cada quién, tiene que identificar donde están sus fortalezas y sus debilidades.  Como también sus responsabilidades. Estoy se guro de que si hoy, Uruguay, a través de sus creíbles y confiables instituciones, les pidiera un sacrificio fiscal mayor a nuestros residentes más ricos, para eliminar la pobreza infantil, y también las otras, fundamentado en un proyecto bien estructurado, planificado, y fundamentado, nadie le diría que no. Hay muchos ricos que colaboran, voluntariamente, con obras sociales de gran impacto, que mejoran la convivencia existencial, de nuestra nación. A ellos no los obliga nadie a desprenderse de parte de su riqueza. Lo hacen porque se sienten motivados a hacerlo.

Y porque así, ¡construimos todos, un país mejor! Los recursos materiales simplemente pueden ser un aliciente, en búsqueda de mejores oportunidades.  Pero ¿de qué sirve redistribuir riqueza, entre quienes no están preparados para utilizarla?

El PIT-CNT subrayó que esta propuesta es “una prioridad para el movimiento sindical”, porque es inadmisible que exista pobreza infantil en Uruguay y aún más inadmisible que esta pobreza sea hija directa de la desigualdad, cuando en el mismo país conviven mil millonarios. Sin duda, suena muy razonable. ¿Pero así nomás?  ¿Porque sea una prioridad para el movimiento sindical, y no una prioridad para la colectividad nacional?

E insiste, además, en que desde el punto de vista social, “permite que nuestros gurises lleguen de otra forma al sistema educativo, se formen, y no sigamos hipotecando, como hoy, la perspectiva de desarrollo del país”. Pero, frente a las experiencias ya vividas en diferentes gobiernos ¿qué garantías tenemos de que, obteniendo mas recursos financieros de los que más tienen, estos cumplirán su objetivo? Lo que no pudieron lograr los sucesivos gobiernos, de una y otra orientación, ¿será capaz de lograrlo ahora el PIT-CNT, por su sola disposición?

¿Una respuesta sindical y sectorial, cuando -en todo caso- debería ser una respuesta nacional, ante un tema existencial?  En todo caso, el tema ha estado muy mal planteado: viniendo de un sindicato que permanentemente, pretende negar y exorcizar a los productores de la riqueza, bajo consignas como;  "Mientras las patronales acumulan ganancias récord gracias al esfuerzo diario de nuestra clase, pretenden seguir profundizando la precarización laboral, imponiendo condiciones indignas y negando derechos conquistados".  ¡Siempre la exclusión social!

Por otra parte, “solo el 15% de los uruguayos se siente representado por el PIT-CNT”.  Incluso “La mayoría de los frenteamplistas (63%) no se siente representada por la central sindical mientras otro 11% no tiene opinión formada sobre el tema”. (Factum  -El Observador, 2002)  “La gran mayoría de la población en edad de trabajar no se siente representada por la central, ni tampoco la gran mayoría de los trabajadores en relación de dependencia”.

Por otra parte, al PIT-CNT no le ha ido bien en otras propuestas presentadas, como el plebiscito contra la LUC (durante el cual manipuló artículos, mintiendo, para ponerlos en negativo) Ni contra la Reforma de la Seguridad Social, durante la cual en un exceso de populismo ideológico pretendió congelar la edad jubilatoria en los 60 años, contra las evidencias que exigen mínimamente cinco años más de trabajo, para poder financiar las jubilaciones a futuro.

Tampoco se ha vuelto muy simpático para la población, patrocinando la cantidad de paros, huelgas, manifestaciones, que han inquietado al país recientemente -causando daños y perjuicios -por luchas sindicales imposibles de justificar. El pesquero, el lácteo, y el portuario, son ejemplos elocuentes. El país pierde puntos en confianza institucional, a pesar de que hoy tenemos Consejos de Salarios, acordados entre obreros y empresarios, y reconocidos por la propia OIT (la mayor expresión internacional representante de los obreros y trabajadores del mundo) para alinear sus conveniencias. 

Conclusiones. Uruguay es hoy un país suficientemente fuerte, creíble, y confiable institucionalmente; por lo cual estoy seguro de que, si en caso de una emergencia social -como fue la pandemia del COVID - nuestras instituciones nos pidieran un especial esfuerzo a “todos”, para llevar a cabo un plan consensensuado, para erradicar la pobreza infantil, no lo negaríamos. ¡Y hasta lo aplaudiríamos! El problema está en quién, cómo, y con que fundamentos, lo exige. Y en manos de quiénes caerán esos rubros. ¡Que no serán los niños! Y repito mis conceptos anteriores: “a nadie debería gustarle vivir en un país de pobres; y menos, de niños pobres.”

Y si; aunque el PIT-CNT y sus asesores lo nieguen, es motivo para que los inversores, tanto nacionales como extranjeros, desconfíen de ese poder autoritario e irracional. Digo desconfiar; no hablo de ahuyentar, pero…cada quien, y cada cual, sacarán sus propias conclusiones.

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