Ensuciando la caverna.
“Ser rico no es malo; utilizar mal los medios para producir riqueza, si lo es”. Argenta
Por supuesto, Gilbert se refiere al nuevo y bochornoso capítulo de los préstamos hipotecarios denominados subprime en los Estados Unidos, que ha dejado un cementerio de caídos que no pudieron protegerse de las genialidades inventadas por quienes juegan irresponsablemente con los ahorros de viudas, pensionados, jubilados, soldados y trabajadores retirados, y varios batallones de damnificados por el solo hecho de creer en la justicia y en las instituciones de su país. Son millones los seres humanos que pueden perder su techo propio, y otros tantos quienes pueden perder sus ahorros en manos de piratas que se dedican con toda impunidad a “inventar” nuevas formas de sacarle provecho al sistema más abierto a las capacidades e innovaciones, de que es capaz el ser humano. Pero no innovan ni crean nada; simplemente –como dice Gilbert –lo ensucian todo. Su capacidad no les da para ser emprendedores; entonces se vuelven simplemente depredadores!
Pero lo más grave de este “capitalismo depredador” no es el nuevo hecho, sino la impunidad y frecuencia con que se repiten estos hechos, precisamente en el país que alguna vez se distinguiera por ser cuna de los más meritorios emprendedores, y de cuyas mentes capitalistas -pero dotadas de un especial sentido de responsabilidad social corporativo -surgieron las exitosas empresas, inventos e innovaciones, que han marcado el progreso para la humanidad. Recordemos que desde el inicio de la “brillante” administración del Señor Bush –y coincidente también con el inicio del nuevo Siglo –le estalló en la cara el tan vergonzoso como voluminoso escándalo de Enron Corp., de la mano de su creador y amigo personal de la familia, Kenneth Lay, quien falleció luego de haber sido declarado culpable de conspiración y fraude. También aquí se jugó con los ahorros de miles de empleados y cientos de miles de inversionistas y ahorristas, confiados en la transparencia, solidez, y credibilidad del sistema, en base a declaraciones fraudulentas, resultados artificialmente inflados, compras de acciones inducidas, y todo un arsenal de complicidades con las mas prestigiosas firmas consultoras y auditoras, víctimas de la prostitución en su misma profesión. No tardó mucho el no menos oneroso escándalo de WorldCom Inc., arrastrando una larga lista de renombrados que se volvieron innombrables.
Qué lejos también de la filosofía de aquellos emprendedores como Hewlet y Packard que anteponían como principios empresariales la “contribución” derivada de sus productos hacia la satisfacción de sus clientes; el brindar mayor fortaleza a las comunidades en las cuales operaban, y a hacer mejores las vidas de sus empleados. “El principio subyacente de las políticas de personal de HP –nos deja David Packard en su libro “El estilo HP” –es compartir; compartir las responsabilidades de definir y conseguir las metas, compartir la propiedad de la empresa a través de los planes de adquisición de acciones, compartir los beneficios, compartir las oportunidades de desarrollo tanto personal como profesional e, incluso, compartir el peso creado por las ocasionales crisis en el negocio”.
“Que haya quienes prefieran seguir defecando en el mismo lugar donde comen, no ensucia al sistema, sino a quienes habitan la caverna..aún cuando ésta sea de cristal y mármol!”.
En el pasado mes de febrero, el columnista especializado en finanzas de Bloomberg News, Mark Gilbert –incisivo e irónico crítico de todo y todos quienes interactúan en ese volátil mundo de las acciones y las inversiones que tan felices hacen a quienes tocan la campanita y aporrean con el mazo el púlpito del balcón de Wall Street –escribió un artículo por demás sugestivo con el título: "Masacre en los mercados deja al descubierto grietas del Capitalismo”. En él coincide con otros calificados expertos, en la opinión de que el sistema capitalista global corre un serio riesgo de colapsar.
“Cualquier banquero, operador, o inversionista, a quien se le pidiera que inventara el perfecto ambiente de mercado para crear riqueza más allá de los más locos sueños de avaricia –asegura Gilbert. – sacaría a relucir condiciones semejantes a las del pasado decenio. Entonces, ¿qué anduvo mal?” –se pregunta.
“La comunidad financiera, por codicia, estupidez y soberbia, ha ensuciado su propio terreno. La era de munificentes condiciones para ganar dinero -reglamentaciones moderadas, flujos de información cada día más rápidos, crédito libremente disponible, acceso sin precedente a inversores globales y compradores enriquecidos por el petróleo que adquieren cualquier cosa que rinda más que cero - está terminando con una enorme explosión, no con un quejido” –acusa Gilbert – “Los agentes inmobiliarios tasaron las casas a niveles ficticios. Los prestamistas otorgaron hipotecas a personas que no podían pagarlas. Los banqueros crearon instrumentos monstruosos que no podían evaluar. Los operadores inventaron precios que no podían justificar. Y los inversores compraron títulos valores que no entendían”.
Por supuesto, Gilbert se refiere al nuevo y bochornoso capítulo de los préstamos hipotecarios denominados subprime en los Estados Unidos, que ha dejado un cementerio de caídos que no pudieron protegerse de las genialidades inventadas por quienes juegan irresponsablemente con los ahorros de viudas, pensionados, jubilados, soldados y trabajadores retirados, y varios batallones de damnificados por el solo hecho de creer en la justicia y en las instituciones de su país. Son millones los seres humanos que pueden perder su techo propio, y otros tantos quienes pueden perder sus ahorros en manos de piratas que se dedican con toda impunidad a “inventar” nuevas formas de sacarle provecho al sistema más abierto a las capacidades e innovaciones, de que es capaz el ser humano. Pero no innovan ni crean nada; simplemente –como dice Gilbert –lo ensucian todo. Su capacidad no les da para ser emprendedores; entonces se vuelven simplemente depredadores!
“Las aseguradoras de bonos de Estados Unidos ejemplifican la glotonería de años recientes” –prosigue Gilbert – “Pocas técnicas financieras podrían ser más monótonas que garantizar bonos municipales. Resultó que a las aseguradoras dedicadas a una sola línea de productos les pareció tan aburrido como era de esperar, y decidieron condimentar un poco sus vidas -y su ingreso por comisiones- con algo de acción lateral en derivados, del orden de cerca de US$ 100.000 millones en obligaciones garantizadas con prenda”. Tim Price, a su vez, director de inversiones en PFP Wealth Management en Londres, afirma que la comunidad financiera se ha "comportado como quien está libre de toda responsabilidad moral o social", sembrando potencialmente las semillas de su propia defunción. "Sería irónico -escribió en un informe la semana pasada -que precisamente cuando el capitalismo parecía haber ganado la batalla global por los corazones y mentes de los consumidores, su venal sector bancario hubiera sembrado las semillas de su propia destrucción y su reemplazo por un recién resurgido espíritu de socialismo y proteccionismo".
Pero lo más grave de este “capitalismo depredador” no es el nuevo hecho, sino la impunidad y frecuencia con que se repiten estos hechos, precisamente en el país que alguna vez se distinguiera por ser cuna de los más meritorios emprendedores, y de cuyas mentes capitalistas -pero dotadas de un especial sentido de responsabilidad social corporativo -surgieron las exitosas empresas, inventos e innovaciones, que han marcado el progreso para la humanidad. Recordemos que desde el inicio de la “brillante” administración del Señor Bush –y coincidente también con el inicio del nuevo Siglo –le estalló en la cara el tan vergonzoso como voluminoso escándalo de Enron Corp., de la mano de su creador y amigo personal de la familia, Kenneth Lay, quien falleció luego de haber sido declarado culpable de conspiración y fraude. También aquí se jugó con los ahorros de miles de empleados y cientos de miles de inversionistas y ahorristas, confiados en la transparencia, solidez, y credibilidad del sistema, en base a declaraciones fraudulentas, resultados artificialmente inflados, compras de acciones inducidas, y todo un arsenal de complicidades con las mas prestigiosas firmas consultoras y auditoras, víctimas de la prostitución en su misma profesión. No tardó mucho el no menos oneroso escándalo de WorldCom Inc., arrastrando una larga lista de renombrados que se volvieron innombrables.
¿Son éstas las contradicciones del capitalismo? Que lejos están estas lecciones de aquellos hombres como Julius Rosenwald, quien gerenciando una alicaída tienda de ventas mayoristas en una empobrecida comunidad de agricultores sin medios para desarrollarse, decidió financiar él mismo durante diez años las condiciones para su progreso tecnológico, haciendo posible y sustentable la idea que alimentó el formidable éxito del grupo mayorista Sears & Roebuck.
Qué lejos también de la filosofía de aquellos emprendedores como Hewlet y Packard que anteponían como principios empresariales la “contribución” derivada de sus productos hacia la satisfacción de sus clientes; el brindar mayor fortaleza a las comunidades en las cuales operaban, y a hacer mejores las vidas de sus empleados. “El principio subyacente de las políticas de personal de HP –nos deja David Packard en su libro “El estilo HP” –es compartir; compartir las responsabilidades de definir y conseguir las metas, compartir la propiedad de la empresa a través de los planes de adquisición de acciones, compartir los beneficios, compartir las oportunidades de desarrollo tanto personal como profesional e, incluso, compartir el peso creado por las ocasionales crisis en el negocio”.
Estos verdaderos ejemplos del capitalismo emprendedor, deben ser el faro para aquellos que en su arriesgado esfuerzo creador, nos siguen brindando con sus innovaciones y sus creaciones, la innegable posibilidad de un mundo mejor. Nadie dijo que el capitalismo fuera un sistema perfecto; no lo es. Como tampoco lo es el socialismo. Pero en todo caso es el sistema que permite la libre expresión y alienta la mayor creación de bienes y servicios para el mayor disfrute de la humanidad. Un simple repaso a la historia de los avances tecnológicos, culturales y sociales, desde que el hombre pasó de vivir en un estado cavernario a las torres de cristal y mármol, nos muestra tanto las desigualdades del sistema, como también la posibilidad cierta de una vida mejor. A los cavernícolas se los respetaba por el mazo; hoy mayoritariamente se nos respeta por nuestras ideas. Que haya quienes prefieran seguir defecando en el mismo lugar donde comen, no ensucia al sistema, sino a quienes habitan la caverna..aún cuando ésta sea de cristal y mármol!.
Argenta
Marzo, 2008
"Los abusos, en todo caso, son de los hombres, no del sistema".
"Los abusos, en todo caso, son de los hombres, no del sistema".