Uruguay; ni tantos Santos, ni tantas malas Señas.
Esto ya no da para más. Seguir alimentando y recreando el morbo (“atractivo que despierta una cosa que puede resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida”) entre nuestros compatriotas, a través del sensacionalismo y el amarillismo periodístico, sin límites ni ética, es algo que no ayuda, sino más bien corroe y degrada, a la sociedad como tal. Y debe ser cuestionado. Porque al fín y al cabo, el respetar las instituciones y fomentar los principios y los valores que hacen a una sociedad, es una tarea de todos.
Y está muy bien, y lo he aplaudido en
algunas oportunidades, que un programa periodístico como “Santo y Seña”, u
otros, investiguen, identifiquen, y desnuden las estafas y corrupciones entre
nuestros propios compatriotas. Porque eso va de frente, y a favor de la ley, el
orden, y la moral. Pero que en un programa televisivo como Santo y Seña, se
muestren y divulguen comentarios reservados, de fiscales y autoridades legales
en plena investigación pública de hechos cuestionables (en este caso de la
fiscal Alicia Ghione) mediante teléfonos pinchados o alcahuetes comprados, es
tan despreciable como lo anterior. ¡Y mucho más! Esto excede la ética del
periodismo.
Porque si esto es tan fácil de comprar
y hacer por parte de un periodista, ¿qué será lo que no pueden hacer, lograr, y
comprar, los narcoterroristas? ¿Eso es lo que queremos transmitirle a nuestra
población? ¿Que estamos todos jodidos, podridos, sin remedio, y al margen de
toda redención? Muy bien; pero en todo caso, todos seremos responsables de
nuestra destrucción.
Y ojo; porque esto (y lo digo con
respeto) pasa los límites del amarillismo puro, y el exceso de protagonismo
mediático de quienes utilizan la profesión de periodistas para alimentar y
alimentarse del negocio periodístico. Mal, por Santo y Seña; mal porque tiene
además un grupo de sanos y profesionales periodistas, a los cuales tampoco se
les hace ningún favor más allá de pagarles unos emolumentos.
Lástima que un programa como éste,
utilice su supuestamente buen nivel de rating, para sumirnos y confundirnos a
todos, por no respetar, por los menos, a nuestros abnegados y abnegadas
fiscales, jueces, e instituciones, que trabajan con tantas limitaciones, para
sembrar la confusión de que somos todos miserables. Nadie es perfecto, por
suerte. Tenemos nuestras limitaciones. Pero hoy, los uruguayos somos admirados
mundialmente por el respeto a nuestras instituciones, a nuestras leyes, a
nuestra convivencia, y a nuestros valores, sin caer en demasiados
protagonismos. Algo por lo cual podemos
sentirnos orgullosos todos. Pero eso, de
creerse, como periodista, mas que Dios, la virgen María, o Jesucristo, me
parece que no va.
Puede que no haya tantos Santos, pero
tampoco tantas malas Señas…
Alberto Rodríguez Genta
argentaster@gmail.com