La
risa de los Bolsonaro..
Y si, ellos han estado
pacientemente, esperando nuestros próximos errores. Y nosotros le hemos
cumplido fielmente sus pronósticos. La hemos cagado tan feo que hoy no
soportamos ni nuestros propios olores. Pero esto mismo se lo dije a la
oposición, en Venezuela, cuando en el 2002, le dieron el golpe a Chávez. Y no
porque yo fuera Chavista, sino porque pretendía ser simplemente nacionalista,
en un país que ni siquiera era el mío. Y porque veía que todos se equivocaban.
Los de ayer, porque por su miopía y falta de sentido de grandeza social,
estaban entregando a gritos el país a un Bolsonaro Chavista, o a un Chavista
Bolsonaro.
Y los de hoy, porque iban a
llevar (y lo llevaron) al país, al mismo destino, pero por otro camino! “¡Malhaya, triste destino, los caballos
argentinos”, dice el viejo Atahualpa cuando, frente al caballo agonizante
rechaza la propuesta de quien quiere comprárselo para mandarlo al frigorífico. “Déjelo al flete que muera, la muerte que
él ha elegido/ en la Pampa que él conoce, en su cielo y su camino/ donde se
acaba el alambre y empiezan los espinillos”. Y es una fiel evocación al
eterno drama del pueblo argentino! Y de otro que tuvo que abandonar su pago.
¡Qué triste para un país,
cuando sus dirigentes piensan a través del bolsillo, las ideologías
totalitarias, y las prebendas del poder, olvidándose de todo lo que prometieron
no volver a cometer! O sea; las cagadas las pagaremos siempre, de uno u otro
lado! Y nosotros mismos elegiremos nuestra muerte, aún sin darnos cuenta, o sin
querer. Y es que, cuando faltan la educación, la honestidad y la cultura, ningún país puede ser rico en
nada!
Hoy nos avergonzamos (por lo
menos yo) de ser humano, observando las vergonzantes penurias de nuestros
hermanos Latinoamericanos, Venezuela, Honduras, El Salvador, Guatemala, teniendo que abandonar por miles y millones, con
un paquete en los hombros, su tierra, su nación, su país, su origen. Con la
miseria y la impotencia en esos hombros
de hombres y mujeres en donde debería
estar sustentada la riqueza de su nación.
Y que según
datos de la UNICEF, la población siria lleva más de 7 años de sufrimiento,
desesperación y violencia. No hay un solo niño que no esté padeciendo por esta
guerra que parece no tener fin. En Siria y en los países vecinos, 13,1
millones de personas necesitan , ayuda humanitaria, incluidos 5,3 millones de niñas y niños, de
los que 1 millón viven en zonas de difícil acceso dentro de Siria.
Además, 2,7 millones de niños se encuentran refugiados , en Líbano, Jordania, Irak, Turquía y Egipto.
Solo en los
dos primeros meses de 2018, unos 1.000 niños murieron o resultaron heridos. Otros muchos han sido torturados, secuestrados, víctimas de violencia sexual o reclutados en grupos armados. En algunas zonas de Siria se
sigue denegando la distribución de ayuda humanitaria, lo cual priva a los niños de alimentos,
atención médica, educación y protección.
Y es que yo me pregunto ¿quién
es quién -y con qué moral -en ese país o en cualquiera, para permitirse desplazar
a sus compatriotas y obligarlos a abandonar la tierra de sus orígenes, de sus
hogares destrozados y de sus realizaciones? ¿Con qué autoridad moral,
ideológica, o simplemente humana, pueden admitir que su país siga siendo país, por
un montón de escombros derrumbados, y sin la gente que lo ha creado? Y es que
son miles y millones que deben abandonar aquello que ayer fuera su hogar, porque
nadie, en las entrañas de su tierra, les respeta su lugar!
Y esta es una vergüenza social
para la humanidad que no debería ser admitida!
Al fín y al cabo, los 193 estados
soberanos que hemos decidido integrar la ONU, y los 35 países independientes
de las Américas que hemos ratificado la Carta de la OEA, para
resolver casos conflictivos y de difícil solución por nuestras propias
comunidades y capacidades, deberíamos
confiar y respetar las resoluciones de esos organismos. ¡Y ellos deberían actuar mucho más! La ONU es
la organización intergubernamental más grande del mundo! Y se mueve como un
pesado elefante! Porque nosotros somos los pesados elefantes!
Porque es una vieja táctica
política siempre ha sido y sigue siendo, tomar la figura del representante (secretario)
de todos nosotros en esos organismos, como el símbolo vudú para clavarle las
alfileres de desaprobación de nuestra propias indefiniciones, y quemarlo en la
hoguera de nuestras vergüenzas personales, para no quemarnos personalmente cada
uno de nosotros!
Pero lo más ingrato de estos
países, hermanos nuestros, es que se ha impuesto y aceptado la aberrante
conducta moral, de que quien no es
corrupto, no es nada..! Y ni se te ocurra pretender gobernar, si no aceptas las
reglas del juego inmoral! Siempre lo
sostuve y ahora más que nunca, está quedando aclarado: cuánto más rico sea un
país en riquezas naturales, más pobre será en riquezas sociales. Brasil,
Argentina, Venezuela, podrían de acuerdo a sus riquezas naturales, doblegar a
buena parte del resto del mundo!
¡Pero
le han mentido a su gente! La han empobrecido, y la han decepcionado! Y aunque
en principio puedan haber beneficiado a los más necesitados, olvidaron que en
algún momento iban a necesitar de los ahora relegados. Por eso, esto que ahora comenzó a darse vuelta otra vez,
con los Trump y los Bolsonaro, peligrosamente hacia el derechismo más radical,
no es otra cosa que el fracaso brutal de las oportunidades que no supo
aprovechar ni liderar, el izquierdismo más radical.
Y es que ha sido el fracaso de
los otros Bolsonaro! Un Bolsonaro/Bolivariano que - traicionando
más tarde al propio Libertador Bolívar,
terminaría entregándole el país a los cubanos, que no pudieron invadirlo por
las armas en los años ‘67, y dejándole
a su país uno de los legados más
vergonzantes de su historia! O un Bolsonaro/ kirchnerista en Argentina, que
tratando de capitalizar las razones que
dieron origen a un Bolsonaro/Peronista (ahí para hacer política todos tenían
que ser Peronistas) les dejó un país inundado de corrupción, de pobreza apenas
disimulada, de mentiras y saqueos personales que sepultaron la moral, la
credibilidad y la confianza del país, ante el resto del mundo.
Y ahora, un Bolsonaro/Bolsonaro, brasilero,
que capitalizó la decepción del sueño socialista que terminó aceptando las
reglas del juego de los corrutos y los deterministas. Y entonces ahora, ante esta total decepción (y
conste que yo insisto en el concepto “decepción”, porque cuando alguien nos
decepciona es igual a que nos estafe, a que nos
traicione, y nos robe los sueños y las ilusiones) y, más allá de los
dineros públicos (que serán o no recuperables) lo que difícilmente se recuperará es la
credibilidad y la confianza!
Esa credibilidad y esa
confianza que -aún con inmensos errores
-han sabido crear y hacer valer los gobiernos del Frente Amplio, y han hecho posible, para Uruguay, los más
grandes éxitos económicos, productivos, y sociales. Esa credibilidad y esa
confianza que hoy son parte del nuevo acervo cultural político del Uruguay, que
hoy toman como ejemplo aquellos organismos internacionales que ayer nos abusaron.
Esa credibilidad y esa
confianza que, cuando han logrado hundir tan firmemente sus raíces esenciales,
aún soportando vientos y tormentas coyunturales, no pierden la fortaleza de sus
conceptos existenciales! Pero, qué bueno es sentir cada tanto, y para no caer
en las fáciles y arrulladoras canciones del triunfalismo, el frío interpelador entre
las costillas, del cuchillo que hiriendo a Bolsonaro en plena campaña electoral,
terminó por darle la sonrisa de
satisfacción, que sólo el pueblo se la puede dar! Simplemente, debido a
nuestros próximos errores.! Que causarán la sonrisa de otros Bolsonaro.
Amen.