De estudiantes, preservativos, y otras yerbas.
¡Que el pueblo los juzgue y tome nota de a qué y quienes, nos enfrentamos!
Una breve historia. Allá en los años de pleno bochinche entre políticos, Tupamaros, ejército, policía, y una sociedad confundida que veía con horror como los uruguayos nos reprimíamos, nos torturábamos y nos matábamos unos a otros, mi cuñado, un joven y meritorio militar recién ascendido a Coronel, me comentó decepcionado. “Siento que nos están usando de preservativos”. Y es que las autoridades de entonces, pretendían que el ejército y la policía resolvieran a palos y balazos el desgarramiento social producido por el desgaste y el rechazo a las nefastas políticas y a los mediocres políticos de turno. ¡De quienes era su deber resolver! El joven Coronel, entonces, después de haber servido a su patria con profesionalismo y dedicación, entendió que su profesión estaba siendo usada para otros objetivos que no coincidían con su vocación. Y una vez instaurada la dictadura militar, pidió la baja del ejército.
Para compensar la quita a su sueldo que implicaba aquella decisión, vendió su camioneta, compró unas máquinas, y puso en el garaje de su casa un lavadero familiar. ¡Había que verlo al coronel restregando ropa interior, bombachitas y paños de cocina, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche! Alguna vez llegué a preguntarle más tarde, si no le hubiera gustado seguir la carrera hasta llegar a general. Tajante, me contestó: “No; prefiero retirarme como un buen Coronel, que avergonzarme por llegar a ser un mal General. Yo serví para defender a mi patria de los enemigos, no de aquellos que quieren usarnos para favorecer a sus amigos”.
Para compensar la quita a su sueldo que implicaba aquella decisión, vendió su camioneta, compró unas máquinas, y puso en el garaje de su casa un lavadero familiar. ¡Había que verlo al coronel restregando ropa interior, bombachitas y paños de cocina, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche! Alguna vez llegué a preguntarle más tarde, si no le hubiera gustado seguir la carrera hasta llegar a general. Tajante, me contestó: “No; prefiero retirarme como un buen Coronel, que avergonzarme por llegar a ser un mal General. Yo serví para defender a mi patria de los enemigos, no de aquellos que quieren usarnos para favorecer a sus amigos”.
Hoy, mientras el Gobierno colombiano y la guerrilla de ese país acordaron recientemente crear una Jurisdicción Especial para la Paz, y una Ley de Amnistía - el mayor avance hasta ahora en la dirección de la paz -en Uruguay, los violentos van en la dirección contraria. Más de una vez condené el sinsentido de la existencia de las FARC, el movimiento creado por Jorge Eliecer Gaitán para reivindicar los derechos de los campesinos más desposeídos, para terminar, luego de más de cincuenta años de lucha, utilizándolos como preservativos para justificar sus fechorías y asesinatos en una vergonzosa complicidad con los narcos y violentos. ¡Me gustaría saber, hoy, cuál sería el sentimiento del líder campesino, al contemplar -de sus desvelos - el destino!
Los preservativos del poder. Ustedes se preguntarán a dónde voy. Y es que los hechos ocurridos recientemente en nuestro Uruguay, con el enfrentamiento entre ¿estudiantes?, radicales resentidos, y otras cosas, me traen a la mente reflexiones contradictorias como éstas. Desde el coronel que se negó a ser usado como preservativo para el goce de quienes, abusando del poder beneficiaban a sus amigos para estafar al resto de la sociedad, y otros, quienes en nombre de los más desvalidos, aprovecharon para perpetuarse mediante actos vandálicos que costaron cientos de miles de vidas entre sus conciudadanos.
Uruguay tiene una larga historia de violencia. Y sigue siendo violento. Y mucho nos costó parir el ejemplo de que la única forma de llegar al gobierno no es con balas ni con tanquetas, sino a través de lo que determinan la Constitución y las leyes, y mediante el consentimiento mayoritario de la población. Sin embargo, aún hoy, aquellos que no han sabido o no han podido, imponer sus ideas en las mesas de diálogo y negociación, pretenden hacerlo por la intolerancia, la brutalidad y la agresión. Saben que no tienen la razón, ni el apoyo de la población. Y por ello no dudan en esconderse, confundiéndose entre nuestros bien intencionados, pero mal asesorados, estudiantes.
Siempre admiré la rebeldía juvenil estudiantil. Tanto como desprecié a quienes aprovechándose de su inmadurez, los utilizaron y utilizan como preservativos para eyacular su resentimiento, ante una sociedad que ni los entiende ni los acepta. Fue lamentable como aquellos que supuestamente reivindican el presupuesto para la educación y los educandos, destrozaron las instalaciones del Codicen, que son bienes que pertenecen a todos los uruguayos. Todos sabemos quiénes fueron. Y que no fueron los estudiantes. Fueron los de siempre, los ultra, los violentos, que no saben ni quieren vivir en paz con el resto de la sociedad. Y da lástima como han enardecido a esos jóvenes estudiantes, hasta el punto tal de mentir descaradamente ante la opinión pública, cuando todos los hechos, más allá del testimonio de las autoridades, los delatan.
El Ministro del Interior, Eduardo Bonomi, fue claro al revelar que de las 12 personas detenidas no era "ninguno estudiante, ninguno menor". Y el Ministro de Trabajo, Ernesto Murro, dijo en el mismo programa que "con los estudiantes no hubo incidentes, esto está muy claro; hay incidentes que se producen en la puerta y afuera con otra gente". ¿Y por qué tengo que creerles yo más a unos alborotadores que a nuestras legítimas autoridades gubernamentales?
La provocación de las minorías. Sí; esto es provocación pura. Provocación de los ultra, utilizando a los estudiantes. Por algo el propio PIT CNT, propenso siempre a lavarse las manos para quedar bien con Dios y con el diablo, emitió un comunicado reconociendo y rechazando a los infiltrados. En su artículo segundo, que debió ser el primero, manifiestan: “2. Tomar distancia de algunas metodologías de decidir desde pequeños grupos que, desde fuera de las organizaciones populares de masas, actúan bajo la premisa del cuanto peor mejor y que escudándose en los estudiantes construyen diversos escenarios de provocación”. ¿Queda claro?
¿Queda claro que nuestras fuerzas policiales, además de ocuparse de casos como el hijo de puta que mató en Maldonado a la joven Lucía Diaz para robarle el celular, y a otra mujer el mismo día, para robarle unas puertas, y de los mal nacidos que mataron a sangre fría al pizzero que pretendía ganarse la vida con un trabajo digno, al igual que otros comerciantes, y a la joven que cometió el delito de ir a comprar pastas a la fábrica de su barrio, y a los que golpean y despojan a pobres viejos jubilados y desvalidos para robarles su menguada jubilación, tienen que ocuparse, además, de desalojar y reprimir a unos vándalos que pretenden tomarnos de rehenes de su intolerancia y su resentimiento?
Y que luego utilizan la provocación a estos servidores públicos, quemando cauchos y agrediendo a sus conciudadanos, buscando crear víctimas y victimarios, sabedores de que -por hacer cumplir la ley -ellos deben ejercer la autoridad que los demás les reclamamos.
Lamentablemente, esta también es parte de la sociedad del Uruguay de hoy. Y nadie les ha negado sus derechos. Se los niegan ellos mismos, pretendiendo pasar por encima de las leyes y los derechos que nos protegen a todos. Pretendiendo usarnos a todos como preservativos para descargar su frustración y su resentimiento.
La sociedad toda debemos darles un rotundo ¡NO!, a estos intolerantes. ¡No queremos la violencia, queremos el diálogo! ¡No queremos la brutalidad, queremos el razonamiento! ¡No queremos ni la manipulación ni las mentiras, queremos la sinceridad para el entendimiento! ¡No queremos la prepotencia ni los autoritarismos de las minorías, queremos la decisión consensuada y razonada de la mayoría!
Uruguay ha avanzado demasiado como para caer en manos de los retrógrados y los radicales que pretenden impedir su crecimiento. Ojalá nuestros estudiantes, una vez calmados los ánimos que les impiden el sano razonamiento, y retomado la calma necesaria para la comprensión y el discernimiento, comprendan que la anarquía del desconocimiento de las autoridades que elegimos para gobernarnos, solo nos conduce al caos y la violencia. ¡Y esto no es bueno para nadie! Ni debe ser un objetivo de nuestros estudiantes!
Amen.
Nota: "Atacar a la policía, defender la lucha, ejercer la autodefensa es un orgullo, es la sangre misma de la libertad y es el camino para encontrarnos. Ahora políticos, dirigentes sindicales y policías se juntan para llamar a la calma, pero no hay calma mientras exista el Estado y el Capital. ¡Tocan a uno, tocan a todos!", sostiene una proclama publicada ayer en una página web (www.periodicoanarquia), utilizada por militantes de Plenaria Memoria y Justicia, Fogoneros, otros grupos de la izquierda radical y anarquistas.
¡Que el pueblo los juzgue y tome nota de a qué y quienes, nos enfrentamos!