Una segunda oportunidad, y una mirada enriquecedora.
El 25 de abril, se conmemoró el Dia Internacional del Maltrato Infantil; fecha especial para referirme a tres eventos, de alguna forma relacionados con este sensible y doloroso tema que afecta a nuestra sociedad.
1-La violencia y el maltrato a nuestros
jóvenes. El 24 de abril se dio a conocer un nuevo informe de la SIPIAV
(Sistema
Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra
la Violencia) el cual da a conocer, con cifras y detalles, la vergonzosa
realidad uruguaya, mostrando que, en 2023, se detectaron 8.157 casos de
violencia hacia niños, niñas y adolescentes, marcando “un aumento de casi el
10%; un incremento importante”, según la directora del Sipiav, María Mizrahi. Y
más que lo vergonzoso de los números, son las causas de esos aumentos. Por
ejemplo, se aclara que el maltrato emocional es el caso más frecuente, seguido
del abuso sexual. Y más oprobioso aún, es que el principal agresor, suele ser
un familiar.
“Esto habla de una situación
de niños, niñas y adolescentes, en el país, donde el tema de la
violencia de género y generaciones los atraviesa, los castiga, y los
violenta. Y no tenemos que olvidar lo
que pasó en las últimas semanas”, agregó Mizrahi, en referencia a los niños
asesinados. “El tramo de 13 a 17 años es por primera vez la franja etaria
con mayor cantidad de registros, con el 38%. Casi 3 de cada 4 registros están
comprendidos entre los 6 y 17 años”, detalla el informe presentado. Edades
cruciales, sin duda, en la formación de un ser humano.
“Tenemos que cambiar nuestras
formas de relacionamiento, tenemos que pensar cómo nos relacionamos con
nuestros niños, niñas y adolescentes, qué lugar le damos en nuestra sociedad,
porque los sistemas de respuesta, atendemos, pero eso no alcanza si no cambiamos
el relacionamiento, las relaciones interpersonales y la violencia cotidiana”,
afirma Mizrahi. Algo que significa un cambio de paradigmas en profundidad,
aplicando un bisturí de decisiones políticas comprometidas y valientes, para extirpar
un mal que ha hecho metástasis en nuestra sociedad. Porque desde estos olvidos,
derivan luego, los otros males que avergonzarán, aún más, a nuestra identidad;
la frustración, la droga, la violencia, la cárcel, y las supuestas
satisfacciones que ofrece la delincuencia.
2-Una segunda oportunidad. Un segundo evento, vinculado a lo anterior, lo constituye el hecho de que mientras escribo este artículo, estoy leyendo un excelente y enriquecedor libro del Doctor Eduardo Perotti, Médico Pediatra Neonatólogo, titulado “Una segunda oportunidad”, y referido a los ya enquistados problemas en nuestra sociedad, sobre adolescentes, crimen y drogas, y la telaraña de violencia en Uruguay. Les confieso que este libro me atrapó, pues Perotti (minuano igual que yo) relata el camino transitado como pediatra del INAU, junto a los niños, niñas y adolescentes que extinguieron su inocencia en el río de la violencia y el abandono familiar”.
En su
prólogo, el Doctor Roberto Canessa, apunta que “En estas páginas hay mucho
para meditar, mucho para pensar y, evidentemente, nos va a revolver el alma,
porque vamos a llegar a rincones de nuestro interior que no conocemos”. “Creo
que es un buen ejercicio”, agrega. Por su parte, el autor nos narra, con
espíritu catalizador, “historias conmovedoras que, aunque todos conozcamos,
quizá preferimos olvidar”. Busca los motivos por los cuales tantos jóvenes se
encadenan al dolor, al abuso y al consumo.
Y advierte
que al sistema político parece importarle poco que nada crezca a la sombre
de las rejas, y que los jóvenes privados de libertad no tengan la resiliencia
necesaria para superar la exclusión social. No voy a abundar más; les
recomiendo encarecidamente que lo lean.
3- Políticos,
políticas, eslóganes, y repeticiones . Y el tercer evento, dentro de los
vinculantes, tiene que ver con el hecho de que estamos en un año de nuevas
promesas, y furibundas campañas políticas, entre viejos contendientes
partidarios, con nuevas caras que los representan. Unos proponen programas de más de 100
páginas con ofertas esperanzadoras (como siempre) y bajo títulos seductores
como “Tiempos de esperanza, tiempos de la gente”, como si la esperanza no
hubiera sido, siempre, y en todo tiempo, lo que ha motivado al ser humano para soñar
con un mañana mejor. ¡Estamos tan apegados a los eslóganes, y titulares de
prensa!
Y es que, sin pretender desmerecer el esfuerzo de los cráneos creadores de esos programas, yo me pregunto cuántas personas (de quienes logren leer todos esos programas) podrán descifrar subtítulos como “Un país que asume la perspectiva interseccional de género como transversal e integradora”. ¡Caramba; pal’ pueblo de a pie, esto es medio complicado! En fin, yo creo que este es uno de los errores que -dentro de las mejores intenciones -cometemos los uruguayos. Hacemos unos ejercicios de intelectualidad tan ambiciosos en sus elaboraciones, como ineficaces luego, en sus implementaciones.
Y a la
hora de discursear, prometiendo soluciones, se nos va la moto, y ofrecemos
disparates y repeticiones. Por ejemplo, uno de los temas que forzosamente hay
que enfrentar, proponiendo nuevas alternativas a viejas disyuntivas, es el que
refiere a la seguridad pública.
Algunos
actores políticos, encaran este tema de la seguridad nacional pretendiendo
sacar soluciones mágicas desde una galera. Unos, proponiendo un «Súper
Ministerio del Interior», y la construcción de nuevas cárceles. Otros,
como un Fiscal por casi cuatro décadas y actualmente diputado, se asocian
con la ''mano dura" frente a la delincuencia. Reconozco, también, que el
propio Ministerio del interior del gobierno actual, luego de varios meses de
reuniones con todos los partidos políticos, presentó el documento
final de "Estrategia de seguridad integral y preventiva",
que consta de 16 propuestas, con sus aportes, durante las reuniones
lideradas por el asesor, Diego Sanjurjo.
¡Aunque
vergonzosamente, luego, por caprichos ideológico y partidarios, algunos no
quisieron firmarlo, dando lugar a aquella afirmación del doctor Eduardo
Perotti, en su libro “Segunda Oportunidad”, de que “al sistema político
parece importarle poco que nada crezca a la sombre de las rejas..”! Allí se
destacaba. que era la primera vez que académicos y representantes de
organizaciones civiles, fueron invitados formalmente a participar del diseño de
una política de seguridad en nuestro país”. O sea, al fín, era entendida
como una “Política de Estado” y no de partidos.
Dentro de
esas propuestas se establecía “la creación de consejos barriales con la
finalidad de atacar los problemas locales y centros de atención
integral, que constan de espacios para que policías, trabajadores sociales
y personal de salud puedan trabajar juntos”. Otra, era la confección
de un programa de educación para la prevención del delito y la
violencia, coincidente con el programa “Combatiendo la delincuencia, sin
violencia”, elaborado por mi persona, durante mi estadía en Venezuela, y
adaptada al Uruguay.
Porque el
objetivo, como dice el documento, es "prevenir los delitos y las
violencias que afectan a niños, niñas y adolescentes, como pueden ser el
consumo de sustancias psicoactivas, las conductas sexuales de riesgo, las
violencias dentro y fuera del aula, o el involucramiento en actividades y
mercados criminales". O sea, un nuevo paradigma en la formación de
ciudadanos íntegros, útiles, felices, y dignos para sí mismos, y para la
nación. Y para que, como denuncia
Eduardo Perotti, no hayan más niños, niñas y adolescentes, que extingan su
inocencia en el río de la violencia y el abandono familiar”. ¿Somos capaces
de darnos cuenta que la mayoría de las propuestas tradicionales, por omisión o
complaciente distracción, han sido más efectistas que efectivas?
¡Sin duda, es necesaria, una segunda
oportunidad!