¡Un bello sueño, en el año nuevo…!
Alberto Rodríguez Genta (El soñador empedernido)
Alberto Rodríguez Genta (El soñador empedernido)
Dicen que,
normalmente, uno no recuerda sus sueños. Pero dentro de las cosas que me
pasaron, al comenzar el año nuevo, influído sin duda por los nuevos deseos, y esperanzas, expectativas,
y aspiraciones, y cosas locas, que nos inventamos cada entrada de un nuevo año;
tuve un sueño. ¡Y vaya que lo recuerdo clarito! No fue tan ambicioso ni va a
tener la repercusión social mundial que el de Luther King, pero para mi y
muchos compatriotas de la ciudad de Montevideo, era algo que les pedíamos a los
Reyes Magos, al Niño Dios, a la Virgencita con sus mil nombres, al barbudo
Padre Celestial y hasta al hijo de Tusam, que suele hacer posibles algunas
cosas increíbles.
Y tanto lo soñé que,
en sueños, lo ví hecho realidad. Me despertaba y veía la ciudad más limpia que
nunca en años! Y en todo el último año no hubieron amontonamientos de basura,
ni contenedores desbordados durante días, ni malos olores, ni moscas volando,
ni paros, ni movilizaciones, ni manipulaciones, ni discusiones, ni acusaciones,
ni agresiones, ni reivindicaciones. ¡La basura, ya no era un problema en
Montevideo! Era simplemente basura; se recogía, y a nadie se le ocurría poner
en duda que volvería a hacerse al otro día.
Y cuando regresaba a mi casa en las horas de la tarde un camión de la basura para a mi lado, se baja uno de los operarios a despejar los alrededores del contenedor, y con una gran sonrisa me dice “Hola, vecino, feliz año; como va todo; está más limpia la ciudad ¿no?”. En principio estaba dispuesto a no darle pelota; “este es algún desubicado de esos que cada tanto aparecen por ahi”. Preguntarme a mí, un vecino, si la ciudad estaba más limpia, tiempo atrás hubiera ocasionado una ejecución verbal.
Sin embargo, mientras
el hidráulico del camión levantaba el contenedor, otro obrero, supervisor, recriminaba
a un compañero por no retirar unos restos de basura que quedaban alrededor. -“No podemos permitirnos estas cosas; acordate
que no somos presupuestados” - le dijo con gravedad pero sin agresividad.
Y el compañero, lejos de ofenderse o sentirse
disminuido por la indicación de su compañero, también me saludó, sonriente, y
sin mediar palabras levantó con sus manos enguantadas los residuos que
quedaban, y además, advirtió al compañero: -“Decile a Jorge (el chofer del camión) que me parece que uno de los tornillos que sujetan la volcadora esta
muy salido y se nos puede joder”.
No se; algo me resultó raro dentro de tanta
buena onda servicial. Y además, preocuparse por que se pudiera joder el camión…y
me dio por preguntar:
-“Los
veo muy contentos y preocupados por el camión; “¿les aumentaron el sueldo o les rebajaron las horas de trabajo?.
-“No
vecino -
me dijo el chofer - es que la Intendencia
privatizó el servicio y por suerte
ahora nosotros tenemos trabajo, y tenemos que conservarlo porque somos
contratados y si no damos el buen servicio, nos cortan el laburo.”
-Perdoná
-le contesté con mi eterna actitud de uruguayo desconfiado -pero yo estoy tan quemado con las promesa, que estoy seguro que el día que se les afloje
un tornillito a una rueda del camión o se resfríe un compañero, otra vez nos
van a joder con la mugre hasta la nariz. Acaso a ustedes nos les conviene que se joda el
camión?
-“No
vecino; porque si se afloja un tornillito de una rueda o se jode un camión, o
algún compañero se resfría, nosotros no podemos parar el servicio, porque si no
trabajamos no cobramos. Los camiones
son nuestros y los cuidamos como a la gallina de los huevos de oro…
-Pero y
acaso los servicios privados contratados no son más caros que los que ofrece la
misma administración..?
-“No
vecino; la Intendencia dice que nosotros le salimos como un 30% más baratos, y
damos mejor servicio y la gente al fin esta contenta, con el tema de la basura”.
Y perdone que no me detenga más, aunque
me gustaría, porque tenemos horarios y cuotas de recolección a cumplir. Nos vemos,
que tenga un buen año..”.
Y los tipos se fueron
y me dejaron con una extraña, indescriptible y hasta molesta sensación de que
alguien me estaba jodiendo, otra vez. Pero resulta que en desinformativo de la
noche estaban anunciando a todo bombo que la Intendencia Municipal de
Montevideo, luego de numerosos, profundos, sesudos, y ambiciosos, estudios,
análisis de introspección, de prospección, de
inducción, y al fín de redituable gestión, había llegado a la conclusión
de que era más económico y menos traumático y más saludable para la población, privatizar el servicio de
la limpieza.
Y entonces, ante mi
alarma, mis miedos, mis angustias, ante un desastre, una crisis y una
explosión social, y sindical, se aclaró
en el mismo desinformativo, que ningún empleado municipal perdería su puesto ni
su remuneración, pues de los estudios de factibilidad se concluyó que aunque se les siguiera pagando el sueldo a los
funcionarios municipales, el servicio mejoraba sensiblemente en manos de una
pocas empresas privadas. Bueno; ya era algo. Aunque a su vez se desataba otra
confrontación social, ante las inevitables respuestas -tanto de la población estafada
y enardecida, como de la sindicalización herida en lo más profundo de su
dignidad!
Por suerte me
desperté más temprano de lo normal, aunque sobresaltado al punto tal, que mi
pareja me preguntó: “¿Que te pasó;
tuviste un mal sueño..? Ante lo cual le contesté, “No mi amor, sigue durmiendo tu que puedes; yo tuve uno de los sueños
más hermosos de mi vida, y lamentablemente me desperté!
Pero bueno; me dije mientras me afeitaba; este
es el mundo que tenemos, y otro mejor no vamos a tener, si no nos ponemos de
acuerdo para mejorarlo! ¡Qué lástima, carajo, que me desperté tan temprano..!