Decodificando
al ser humano…¡y a los uruguayos también!
Oíme: ¿cómo hacemos con esto del cambio del
ADN en la Educación? El problema es que el ADN es un ácido nucleico que contiene
las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento
de todos los organismos vivos conocidos y algunos virus, y es
responsable de su transmisión hereditaria. ¿Les suena para algo esto, en
el desarrollo de nuestra sociedad? Y fíjense que “la función principal de la
molécula de ADN es el almacenamiento a largo plazo de información”. Bueno, aquí
algo me va quedando claro: primero, que es un ácido (y vaya que de eso los
uruguayos tenemos bastante), segundo que tiene una función hereditaria (¿serán
esas viejas ideologías que se quemaron en el ácido?), y tercero, el
almacenamiento a largo plazo de la información, lo cual, creo yo, que es lo que
nos está evitando la actualización.
Y bueno, es que si bien hoy está en
discusión eso de lograr un cambio de ADN
en la educación, y ya varias cabezas han rodado sin compasión, yo creo que el
problema del cambio de ADN, en el Uruguay de hoy, no es sólo un tema de la Educación,
como se ha planteado, sino de toda la población. Y quizá más que nada -pues aquí
es donde está radicada la principal oposición -entre simpatizantes del propio partido
de gobierno. Si; dentro de este Frente Amplio, que cada día se muestra más
ácido, y menos amplio.. Y más oposición.
Los uruguayos somos apenas un puñado
más que tres millones de habitantes ¿y no somos capaces de ponernos de acuerdo
en cosas tan fundamentales -y hasta elementales -para el presente y el futuro
de la nación? Y no hablo sólo de la Educación, sino en temas relacionados con
mayores oportunidades de desarrollo y bienestar para toda la sociedad. ¿Dónde
buscar, entonces, alguna lógica explicación? Yo, por mi parte, he echado mano a una conferencia del investigador
internacional mexicano Dr. Juan Enríquez Cabot, un especialista en
biotecnología del Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller, quien
para reflexionar sobre la importancia de la inversión en ciencias de la
investigación y la tecnología, utiliza como
titulo la famosa frase de Winston
Churchill “Los imperios del futuro serán los imperios de la mente”.
El artículo es estupendo; y yo les recomiendo a todos, leerlo,
porque ahí están las claves para entender el futuro. Y él nos da otras pautas,
relacionadas con el ADN, para entender al ser humano. (Aunque no necesariamente
a los uruguayos).
“El
mundo ya cambió -asegura Enríquez - Me
estoy refiriendo al mapa de la secuencia genética del ser humano. Ese mapa, que a partir del 12 de febrero del 2001, permite
ver de qué estamos hechos. “Ahora que
tenemos el código genético completo de los seres humanos y de los ratoncitos -
prosigue Enríquez - si nos ponemos a pensar cuáles son las diferencias entre
ellos, resulta que la diferencia es relativamente mínima. Resulta por ejemplo, que
Clinton tiene 30.000 genes -bueno al día de hoy 26.6888 (+ - 12.000,
porque todavía no está muy claro el mapa)- y que Bush también, porque la
diferencia entre uno y otro, es 0.001 por ciento. Ello se debe a que de los
3.000 millones de letras que tienen adentro de cada célula, solamente codifica
el tres por ciento.
De
allí -explica Enríquez -que la
diferencia real entre un ser humano y otro, aunque parezcan tan distintos o
aunque se dediquen a la política, es el 0.001 por ciento multiplicado por el 3
por ciento. Absolutamente mínima. Lo que es sorprendente, es que entre este
espécimen (un ratón común) que también tiene 30.000 genes y Bill Clinton,
George Bush, o ustedes, la diferencia es mínima( ) La diferencia en número de
genes entre lo que tiene el ratón y lo que tenemos nosotros, son 300 genes,
sobre un total de 26.588. Por eso, a veces, de vez en cuando, la gente se
parece a sus animales”.
Esto, por otro lado, ayuda a explicarme
también por qué, entre nuestra sociedad uruguaya, hay gente que -con unos pocos
genes de más -resultan tan brillantes - y otros que, con no tantos menos,
resultan bastante menos. Otra aclaración, me la da, en una entrevista que le
hicieran poco después de mi regreso al Uruguay, el reconocido Luis Eduardo (“el sordo”)
González, allá en febrero del 2012, donde aclaraba: “Acá el tema es que por una cuestión cultural,
al que asoma la cabeza se la cortan con un hacha. En Uruguay hacerse ver es espantoso -afirmaba González -y se combate la desigualdad haciéndose
parecidos, y no todos, eso siempre fue una hipocresía, por lo menos la mitad
que vivía mejor”.
Y ahora,
en una entrevista reciente, González, agrega: “Entonces todo este equipo de gobierno, que además era "vazquista",
por definición es lo que fuera de este país se llama socialdemócrata. La mitad
del Frente dice la palabra como insulto. Para la tradición profunda de la
izquierda uruguaya, la socialdemocracia es una traición porque la
socialdemocracia en realidad no se propone remplazar al capitalismo sino
"aggiornarlo". Para esa gente formada en la escuela de la adhesión a
la revolución cubana y todas esas cosas -aclara González - ser socialdemócrata es un pecado. La
izquierda no puede ser socialdemócrata”. Y nos lo resume muy bien, el “sordo
Gonzalez”: Bueno, ese el fondo del
conflicto. Esa es la personalidad dividida de la izquierda o la esquizofrenia,
si se quiere, del Frente Amplio. No es algo que nadie haya construido
deliberadamente. Es el resultado de años de evolución política que llegaron a
ese punto”.
¡Carajo!
Volvemos a los conceptos del ADN: un ácido, que además de tener una función hereditaria,
también contiene el almacenamiento a largo plazo de la información, la cual,
creo yo, es la que hoy nos imposibilita -tanto
una mejor educación -como a su vez, y como país, la imprescindible
actualización.
“Quienes controlan su inflación y presupuesto pero no adoptan y generan nuevos conocimientos, se pueden volver irrelevantes y desaparecer. Mientras hay un crecimiento sin precedentes en genética, electrónica, cómputo y micro materiales, la mayor parte de Latinoamérica sigue al margen de estos cambios y su población se vuelve cada día más pobre - afirma Enríquez. ¿Se
habrá enterado del rechazo del PIT CNT a seguir participando de las
negociaciones del TISA, cuando ni siquiera saben de qué se trata?
Mario Mora, uno de mis queridos compañeros
del Upb B, del Municipio B, durante una pequeña pero fructífera reunión, celebrada
hace muy pocos días, nos aclaraba: “ante la imposibilidad de construir, desde
la izquierda, hay quienes prefieren destruir, porque les es más fácil, más
cómodo, y más redituable”. Y es que en este pequeño país donde todos nos
conocemos y en donde todos deberíamos unir voluntades para ser un país más
grande, nos enseñan desde chicos, que hay que odiar. O sos de Nacional o sos de
Peñarol: o aún de otro cuadro que represente la pertenencia al barrio o a la
familia o a los amigos. Pero tenés que ser de algo o alguien y tenés que odiar
a algo o a alguien. Y en política, por supuesto pasa lo mismo, pero aún
ampliado: o sos colorado, o sos blanco, o comunista, o socialista, o
frenteamplista o anarquista, o
simplemente sos uno de los OSOS boludos que pretenden inventar un mundo
distinto. Lo importante es que seas algo que odie a alguien! Y de paso, conservamos vigente e intacta, la
violencia.
Y yo, como me considero muy respetuoso
-tanto de aquellas personas que, además de ser muy valientes, son muy valiosas -
como también de aquellas que, siendo muy valiosas no son tan valientes, finalizo
estas reflexiones con el cierre de la conferencia del Dr. Enríquez Cabot: “Cierro mi exposición diciéndoles lo
que afirmaba Einstein en los años 40, que:
Todos los imperios
del futuro van a ser imperios del conocimiento, y que solamente son los pueblos
que entienden cómo generar conocimientos y cómo protegerlos, cómo buscar a los
jóvenes que tengan la capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el
país, serán los países exitosos. Los otros países se quedarán con litorales
hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica, pero probablemente
no se queden ni con las mismas banderas ni con las mismas fronteras, ni mucho
menos con un éxito económico”.
Amen.