De botines, paradojas, y el "puto" poder.
Una nota de El País, fecha 22 de septiembre del 2012, nos informa que la oposición arremete contra
el vicepresidente Danilo Astori porque, según ellos, critica la gestión oficial pero igual vota sus
leyes. Reaccionan, y le recuerdan que él es el gobierno. “El llamado del vicepresidente Danilo Astori a que el gobierno mejore
su gestión en salud, educación y seguridad- dice el artículo - fue interpretada por la oposición como un
reconocimiento de sus equivocaciones y el fracaso de las políticas del Frente
Amplio. A pesar de que se reconoce su valor al momento de cuestionar la gestión
oficial, la oposición es fuertemente crítica con el vicepresidente Astori, a quien le recuerdan que ha
acompañado, por disciplina partidaria, aun las medidas del gobierno que no
comparte.
Blancos y colorados le endilgan entonces
equivocaciones en varios temas, y le piden que no retroceda a los años de la
década de 1960, al decir que todos los que no piensan como él son la derecha. Reconocen
su preocupación por la gestión del Frente Amplio, pero le marcan que es parte
de los gobiernos de la coalición de izquierda desde 2005 y que no se puede
despegar de ello”.
Y yo no dejo de preguntarme ¿cómo es posible
que dos partidos históricamente tan enemistados, ahora nuevamente estén
pensando en hacerse el amor para ganar juntos unas elecciones departamentales?
Ayer lo hicieron para cortarle el triunfo al Frente Amplio en las
presidenciales, y lo lograron pactando una coalición mediante la cual los
blancos le dieron el 90% de los votos a los colorados. Y últimamente, como ya nos les dan los cueros
ni juntando a sus hijos y sus nietos para ganar las presidenciales, se
conforman con la Intendencia de Montevideo.
Bueno;
quizá parte de la explicación de esa conflictiva relación nos la dan unas
declaraciones del expresidente Sanguinetti, realizadas durante un acto
realizado en el Bar El Gaucho, el jueves 13 de septiembre, y en las cuales
aclara porqué es colorado. Allí, el hombre colorado afirmó: "Me hice colorado. ¿Por qué? Por el espíritu
de construcción, el sentido de responsabilidad, la voluntad de hacer. Los
blancos eran muy emocionales, pasionales. Pero me llamó mucho más lo otro. No
me convenció nunca la de nos enojamos y nos vamos. Me gustó nos enojamos,
bancamos y hacemos lo que podemos", afirmó el ex presidente.
Reparto
de botines.
Vaya; qué infidelidad de pareja
con sus seguidores, que cuando deben encarar la lucha electoral para ganar
espacios partidarios se critican, se
descalifican, se acusan y degradan
mutuamente, y luego…se dan tres besitos y salen del brazo con sus visiones encontradas,
a competir por repartirse ese “botín” estatal que tuvieron por tanto tiempo, y
que ahora le reclaman al partido gobernante..!
Ese botín al cual se refiere Franscisco Faig, también en El País y el mismo día, en su artículo “El fin de la ilusión frenteamplista”, afirmando que “La izquierda enamoró a una mayoría en 2004 y logró resultados exitosos que bajaron la pobreza y mejoraron notablemente el nivel de vida de los uruguayos. Lo hizo en ancas de un crecimiento económico internacional formidable, y apelando a viejas recetas alejadas de cualquier veleidad socialista: el reparto del botín estatal desde el aumento constante del gasto público y desde un exuberante clientelismo político. Fue un reparto que se tradujo, entre otras cosas, en políticas sociales que sobre todo mejoraron la situación de quienes habían quedado más desvalidos por la depresión económica de 1999-2003. Fue una fórmula segura y conocida que sirvió para ganar en 2009. Pero ya no alcanza para convencer a los uruguayos.
Ese botín al cual se refiere Franscisco Faig, también en El País y el mismo día, en su artículo “El fin de la ilusión frenteamplista”, afirmando que “La izquierda enamoró a una mayoría en 2004 y logró resultados exitosos que bajaron la pobreza y mejoraron notablemente el nivel de vida de los uruguayos. Lo hizo en ancas de un crecimiento económico internacional formidable, y apelando a viejas recetas alejadas de cualquier veleidad socialista: el reparto del botín estatal desde el aumento constante del gasto público y desde un exuberante clientelismo político. Fue un reparto que se tradujo, entre otras cosas, en políticas sociales que sobre todo mejoraron la situación de quienes habían quedado más desvalidos por la depresión económica de 1999-2003. Fue una fórmula segura y conocida que sirvió para ganar en 2009. Pero ya no alcanza para convencer a los uruguayos.
La mayoría se está dando cuenta –dice Faig -de que se precisa otra gestualidad y otro talante. Terminada la emergencia social, queda claro que el Frente Amplio en el gobierno no ha sido capaz de asentar las bases de la prosperidad futura”.
Pero bueno, digo yo, si por lo
menos don Francisco Faig reconoce que “logró
resultados exitosos que bajaron la pobreza y mejoraron notablemente el nivel de
vida de los uruguayos”, y que “Fue un reparto que se tradujo, entre otras
cosas, en políticas sociales que sobre todo mejoraron la situación de quienes
habían quedado más desvalidos por la depresión económica de 1999-2003”, pues
que siga el reparto del botín estatal que otros gobiernos no supieron ni
quisieron hacer! Y mucho menos redistribuir.. Y eso de que “la mayoría se está dando cuenta de que se
precisa otra gestualidad y otro talante”, se lo dejo por su cuenta, porque
no creo que sea cosa ni de gestualidades ni de talantes, sino de una gestión
política incluyente con más oportunidades para todos. Lo demás, creo que no
necesita comentarios..
Encuestas, matices y esperanzas.
Esteban Valenti, en su artículo ENCUESTAS,
MATICES Y ESPERANZAS, 24.09.2012, uy.press, nos deja una excelente reflexión con motivo
de las encuestas que en estos días circulan reflejando la
tendencia a la baja en el nivel de aprobación de la gestión del gobierno. “Es en estos momentos en que hace falta una reflexión profunda y no
salir a buscar respuestas alocadamente -dice Valenti. ”No le echemos la culpa – como se hace con demasiada frecuencia – a la
comunicación, por carencias o por excesos. Es una parte menor.
¿Empeoró la situación económica y
social de los uruguayos? –se pregunta Valenti -No, no hay ningún dato que lo demuestre,
al contrario. A pesar de la profunda crisis en Europa y en los países ricos y
de una desaceleración del crecimiento en los países “emergentes”, Uruguay sigue
registrando un crecimiento del PBI por encima de la media regional y en
particular de sus socios del MERCOSUR, las exportaciones siguen creciendo, la
desocupación sigue a niveles históricamente bajos, los proyectos y las
inversiones crecen, las exportaciones también crecen y a buen ritmo y los
indicadores sociales, de pobreza y de indigencia siguieron mejorando. ¿Y
entonces?
El bolsillo de la gente, el consumo, los salarios, las jubilaciones, los
ingresos profesionales y de la inmensa mayoría de las empresas industriales,
comerciales y de servicios siguen con buena salud. ¿Y entonces? “Entonces el gobierno es rehén de sus propios resultados -dice Valenti- en estos 7 años y
medio la gente perdió el miedo a la crisis y los vaivenes de antaño y al
retroceso y quiere más, mucho más. Nos hicimos mucho más exigentes y en muchos
planos diversos. Y por eso en las encuestas la inseguridad figura en forma
creciente en el primer lugar de la preocupación de los uruguayos, seguida de
inmediato por la educación. Temas críticos para un gobierno que quiere lograr
más justicia social y un desarrollo sustentable, con más libertades”.
Y es que lo que dice Valenti
coincide con el informe “Calidad de Vida:
Más allá de los hechos”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), difundido
en noviembre del 2008, el cual aclara
que “Paradójicamente, los ciudadanos de
países que experimentaron un crecimiento económico acelerado en los últimos
años se encuentran menos satisfechos con sus vidas que los que viven en lugares
con menor progreso”. Y va aún más allá:
“En los países que han tenido un mayor crecimiento en el último año, el nivel
de satisfacción decrece; lo que en el estudio se denomina "la paradoja del
crecimiento infeliz". Esto se explica porque, al aumentar las
expectativas y la competencia por alcanzar un mayor estatus económico, el
crecimiento acelerado causa insatisfacción. O sea que la
insatisfacción en los países de rápido crecimiento es el resultado del
acelerado aumento de las expectativas de consumo material y de la competencia
por estatus económico y social.
No olvidemos tampoco a Maslow (agrego yo) quien en su jerarquización de las necesidades humanas, sostiene que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados.
¿Inseguridad? ¿Seguridad..? .
Y otro dato interesante que nos muestra este estudio, nos aclara que “Pese a que Uruguay es el país de América Latina con menor tasa de homicidios de la región entre los países relevados (cinco homicidios cada 100.000 habitantes, mientras que Colombia está en el otro extremo, con 79,7) es, a su vez, el sitio donde más proporción de la población (62%) está disconforme y preocupada por la seguridad pública. Y añade: "Las tasas de criminalidad no reflejan el clima de inseguridad que percibe la gente, y sólo rara vez el problema recibe la atención que merece".
A su vez, el Subsecretario General de las Naciones Unidas y Director
Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para
América Latina y el Caribe, Heraldo Muñoz, en una entrevista de abril del
2012, destacó un informe sobre seguridad
ciudadana que se elabora a pedido de los países de la región. Dijo que Uruguay
y Chile son los países de más baja criminalidad pero en los que la seguridad
ciudadana es la que más preocupa. Consideró que hay una realidad de percepción
"condicionada por los medios de
comunicación, por lo que se escucha y lo que sucede en otros lados".
Entonces, parafraseando a Valenti sobre un concepto que al Secretario de la Presidencia se le escapó una noche de insomnio, yo coincido en que “El poder puede ser “puto”, no tengo dudas, pero en definitiva sus contenidos, sus defectos y sus virtudes se lo damos nosotros, los seres humanos con nuestras acciones”. Sean “putas” o no, agrego yo.
Argenta
Septiembre, 2012
Entonces, parafraseando a Valenti sobre un concepto que al Secretario de la Presidencia se le escapó una noche de insomnio, yo coincido en que “El poder puede ser “puto”, no tengo dudas, pero en definitiva sus contenidos, sus defectos y sus virtudes se lo damos nosotros, los seres humanos con nuestras acciones”. Sean “putas” o no, agrego yo.
Argenta