Copa América: el “secreto” de la celeste.
Uruguay, el país más pequeño de la América del Sur, vuelve a acaparar la atención de los titulares mundiales, esta vez, una vez más, por un éxito deportivo que involucra mucho más que la mera consideración de la euforia y la celebración, la destreza técnica o las genialidades individuales. Y es que en Sudáfrica, apenas un año atrás, nos coronamos como los cuartos mejores del mundo; luego, la Sub 20 nos clasificó para los Juegos Olímpicos del 2012; nuestra Sub 17, a su vez, se ubicó segunda en el mundo; y hoy nos coronamos campeones de América, ganando la copa en 15 oportunidades. Ahora, la FIFA nos ha colocado en el honroso 5º lugar de su clasificación. ¡Todo un récord! Y un récord que asombra mucho más, porque este logro se suma a una cadena de desempeños exitosos que en el plano socioeconómico muestra el país en los últimos años, contrastando con la irracionalidad que hace estragos en buena parte de los llamados países desarrollados.
Y es que el mundo se pregunta, en medio de tanta confusión y tantos desaciertos, cómo es posible que este pequeño país de apenas poco más de tres millones de habitantes, pueda haber dejado atrás –en este caso en lo deportivo -a otros de treinta, cuarenta, e inclusive a su hermano mayor, de casi doscientos millones. ¿Dónde está el “secreto” para que estos jóvenes uruguayos se transformen, cuando visten esa camiseta celeste, en un equipo de guerreros invencibles que todo lo dan, todo lo pueden, y todo lo conquistan? Para tratar de entender este fenómeno, he creído oportuno citar las acertadas opiniones, tanto de una ciudadana que se expresa desde la República Argentina, como también la de un prestigioso periodista uruguayo.
"A la selección uruguaya".
El miércoles 27 de julio del 2011, en la sección ”Mensajes de los lectores” del diario El País de Montevideo, Silvia Silva Mermot, desde Argentina, escribe estas excelentes reflexiones referidas al triunfo recientemente obtenido por Uruguay en la Copa América.
@ "¿Por qué ganaron? Porque aman lo que hacen y trabajan humildemente. Porque escogen la meta y creen en ella. Porque saben que individualmente son fuertes, pero en equipo mucho más. Porque no ignoran su experiencia pero luchan como principiantes. Porque las adversidades los impulsan a enfrentar nuevos desafíos. Porque en cada enfrentamiento dejan la vida como si fuera el último suspiro. Porque respetan al adversario, dándole batalla hasta que finaliza el partido. Porque atesoran las enseñanzas de quien sabiamente los guía. ¡Por respeto, por amor, por unión, por humildad!
¿A quién le ganaron? A las pruebas, a las luchas, a sí mismos. A la desmotivación, a la inseguridad. A la falta de fe, al desgano para luchar. A la comodidad, a la ceguera del estrellato. A la soberbia, al miedo que arrebata la dignidad. A la debilidad, a las trampas voluntarias. A la rebeldía frente al sacrificio. Al ordenamiento inadecuado de las prioridades. Al desgaste de la disciplina, que finalmente fortalece. ¡A las frustraciones, a la derrota, a la mentira del "no puedo"!
¿A quién le importa? A todos los seres humanos que creen que llegar es privilegio de algunos. A los que miran desde la vereda de enfrente el éxito de otros, rendidos ante su fracaso. A los que dejaron de soñar y por ende, de luchar. A los que les pesa más una dificultad que la vida para enfrentarla. A los que creen querer y no poder. A los que el reloj les anuncia que el tiempo pasó. A los que opinan que para llegar hay que sentarse a esperar. A la humanidad perdida en el abismo de una entrega devastadora. A los que se la creen, sin admitir que el juego de la vida es el aquí y ahora. ¡A todos los que nos faltaba un empujón para creer que es posible!
¡Gracias selección uruguaya de fútbol! Por recordarnos con su esfuerzo que la vida es eso, levantarse cada día para ir a la cancha con las ganas de la primera vez, recordando a nuestros maestros y apoyándonos en nuestro equipo, porque en definitiva, no somos más que eso, partes de un equipo, el equipo de la humanidad que aún puede ganarle la batalla a la vida, en todas las áreas de su existir."
El martes 26 de este mismo mes, el excelente periodista uruguayo Gerardo Sotelo escribía en su columna del mismo diario El País, “Camino”, estas sabias reflexiones:
“El proceso en el cual se encuentra la selección uruguaya de fútbol debería ser analizado en profundidad por los líderes del país”. (Cuánta razón, digo yo..!) “La obtención de la Copa América a un año del cuarto puesto en el mundial de Sudáfrica-prosigue Sotelo-ofrece un mundo de aprendizajes, al menos para quienes quieran ver más allá de la anécdota y la algarabía”. Y más adelante agrega: ”A los uruguayos nos gusta vernos como un pueblo sencillo y humilde, pero la contracara de la humildad no siempre se manifiesta como soberbia. A veces lo hace como falsa modestia, victimización o penalización de los que tienen desempeños extraordinarios”. Y esta otra reflexión de Sotelo, en particular, me parece extraordinaria: “Quien se siente la cenicienta del mundo y la víctima eterna de los poderosos termina reforzando el círculo vicioso, actuando en consecuencia y alejándose de toda posibilidad de éxito y de grandeza”. ¡Cuánta verdad que deberían tener en cuenta dirigentes y líderes en general, y políticos en particular! “El cambio que hace posible lo que antes parecía milagroso, se da primero en la cabeza (en el corazón) y solo después alcanza la organización y los pies de los jugadores”, continúa Sotelo. “El nuevo paradigma se basa en que el desarrollo de las fortalezas más genuinas (temperamento, disposición al sacrificio y al trabajo en equipo, acumulación de saberes e individualidades de rendimiento superlativo) minimiza considerablemente nuestras debilidades relativas”.
Más adelante aún, aclara: “Otro de los cambios sustantivos logrados por el proceso que lidera Tabárez, es establecer la diferencia entre fines y medios. Ganar un Mundial puede ser el objetivo final de cualquier futbolista o país con ambiciones, pero también puede ser tomado como un medio para ser mejores”. ( ) “Ser mejores cada vez, superar las propias fallas y limitaciones, es un proceso permanente”, afirma Sotelo. Y acaso esto, me pregunto yo, ¿no fue la base del extraordinario resurgimiento de Japón luego de su destrucción tras la Segunda Guerra Mundial, de la mano del exitoso modelo enseñado por Deming y basado en el “mejoramiento continuo”? “Cuando Tabárez afirma que “el éxito no es un destino sino un camino” –aclara el periodista uruguayo -está introduciendo en sus jugadores y en la sociedad uruguaya un cambio de paradigma de consecuencias insospechadas. Además de celebrar con euforia los triunfos de “la celeste”, los líderes políticos, empresariales, culturales y comunitarios, harán bien en analizar en profundidad este exitoso proceso”.
Conclusiones. Hace unos días el profesor Markarian, uruguayo, director técnico del seleccionado peruano, dio su mejor explicación para entender por qué tres millones pueden más que 40 millones o 200: “contamos con la red infantil de fútbol más importante del mundo y en Uruguay ningún buen jugador se pierde porque todos se conocen”. Si; es parte del secreto, pero no lo es todo.
Como conclusión, Sergio Fain, de Montevideo, nos advierte lo siguiente: “Estamos felices, claro que sí. Exultantes. Pero, ¿para qué sirve todo esto? Que quede claro: si todo esto no sirve para que nuestra sociedad sea cada día mejor, si esto no sirve para que aquellos que eligieron irse vuelvan, si todo esto no sirve para bajar el índice de delincuencia o para poner por lo menos tres platos de comida diarios en la mesa de aquellos menos preparados, entonces todo esto no ha servido para nada”.
Y tiene razón Fain. ”Esto” debería servir como modelo orientador para logros sociales mucho más ambiciosos aún. Pero eso ya no es tarea de nuestros muchachos celestes. “Esto” es tarea de toda una sociedad que tiene que echarse al hombro su responsabilidad de formar hombres mejores para lograr una sociedad mejor. Para ganarle el campeonato a “la desmotivación, a la inseguridad, a la falta de fe, al desgano para luchar. A la comodidad, a la ceguera del estrellato” –como expresa en su magnífico mensaje Silvia Silva Mermot, desde Argentina. Nuestros muchachos, vistiendo la celeste, han puesto lo suyo. Ellos no fueron a competir por los intereses de un club determinado ni de un partido político señalado. Llevaban en sus pechos la única divisa que importa más que todas: “Uruguay”. Y Uruguay no es un club deportivo, ni un partido, por más que muchos tontos se crean iluminados.
Ahora nos toca a los mayores; y en especial, a aquellos a quienes el pueblo los eligió para que fueran su “Selección Nacional” vistiendo la celeste ante la responsabilidad de llevarnos a logros superiores. Ahora todos tenemos que ser Tabárez, o Forlán o Suárez. Desde el parlamento dejando las pavadas de las críticas mal intencionadas o la descalificación intencionada. Desde nuestros hogares, dando el ejemplo de rectitud, honradez y trabajo, que forman los principios y valores. Desde nuestra responsabilidad laboral, haciendo que la Institución o la empresa a la cual pertenecemos, sea un equipo de ganadores, más que un torneo de perdedores.
Qué magnífica la frase de Sotelo: “Quien se siente la cenicienta del mundo y la víctima eterna de los poderosos termina reforzando el círculo vicioso, actuando en consecuencia y alejándose de toda posibilidad de éxito y de grandeza”. “Causalmente” más que casualmente, a la guionista y productora de televisión australiana Rhonda Byrne, fue un período de crisis personal lo que la motivó a escribir “El Secreto”, libro que se transformaría en un exitoso best seller mundial, y un orientador motivacional. En él afirma que lo bueno, lo malo, lo inútil y problemático es atraído a nuestras vidas por frecuencias de pensamientos que, seamos conscientes o no de ello, configurarán la realidad de nuestro entorno.
Quizá entonces estos logros deportivos uruguayos han estado atraídos en buena medida por nuestros pensamientos positivos que, configurado una realidad deseada tan intensamente, fue transformada en éxito colectivamente. Vamos pues, por otra copa mayor. Demostrémosles a nuestros muchachos celestes que lo suyo fue un ejemplo para impulsarnos a construir una sociedad mejor. Siempre con la mayor de las divisas por delante: Uruguay. Ese ha sido el éxito, y ese es “nuestro secreto”.
Argenta
Julio, 2011