Democracia, el gran ejemplo de Uruguay, para el mundo. (I)
Ante los ojos del Partido Comunista uruguayo, Venezuela tiene un sistema electoral estupendo que “ojalá lo tuviéramos en el Uruguay”. Según Rony Corbo, integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio (Carifa), uno de los observadores enviados por su sector para las elecciones de Venezuela, Maduro ganó legítimamente, y el sistema electoral en Venezuela cuenta con las garantías necesarias para un conteo de votos fidedigno. Pero no lo han hecho, y a su vez, el Partido Comunista de Venezuela (no se quien pueda ser más comunista que el otro) acusa al Gobierno de Maduro de utilizar una "política del terror". Y da para pensar: ¿quién de los dos partidos conocerá más la situación de Venezuela?
Según una
nota recogida de EUROPA PRESS (MADRID, 7 Ago) El Partido Comunista de
Venezuela ha acusado este martes al Gobierno de Nicolás Maduro de utilizar una
"política del terror en los sectores populares del país", alimentada
"con operaciones psicológicas y de propaganda" que tienen como
objetivo "no solamente neutralizar las protestas populares sino imponer
una peligrosa matriz de opinión en la que defender la soberanía popular es lo
mismo que ser fascista". “Defender la Constitución y el Estado de Derecho
no es fascismo”, ha declarado el secretario general del PCV, Oscar Figuera,
tras las denuncias de centenares de detenciones que se han efectuado en el
país, durante las protestas por el resultado electoral que dio como vencedor a
Nicolas Maduro”.
Además ha
denunciado “las desapariciones forzadas temporales”, detenciones de
adolescentes, requisas arbitrarias y humillantes en las calles, registros
ilegales a viviendas y robo de pertenencias, extorsiones y la actuación de
grupos parapoliciales en complicidad con fuerzas del estado”. Y además “la
campaña de dilaciones y sapeo que
promueven voceros del gobierno, para que se incriminen a vecinos y compañeros
en supuestos delitos conspirativos”.
Por su
parte Jeannie Lincoln, jefe de la misión de observación del Centro Carter, uno
de los pocos organismos internacionales invitados a testificar el acto
eleccionario del 28 de julio, explicó que “A pesar de que el terreno de juego era muy
desigual, el pueblo venezolano fue a votar”. “La gran irregularidad de
la jornada electoral fue la falta de transparencia del CNE y la flagrante
inobservancia de sus reglas de juego en cuanto a mostrar el verdadero voto del
pueblo”. El Centro Carter, explicó Lincoln, ha “analizado los números”
disponibles junto a otras organizaciones y universidades y “confirma a
Edmundo González Urrutia como el ganador con más del 60%” de los votos”.
Por ello, en los momentos extremadamente difíciles que viven hoy
nuestros países hermanos, y en especial, Cuba, Nicaragua, y Venezuela, me
permitiré recordar, brevemente, la conflictiva, cruenta, violenta, y dolorosa
experiencia, vivida en mi querido país, Uruguay, entre las décadas, ’70 y ‘80.
Con rebeliones y reivindicaciones cívicas, y una feroz dictadura militar.
La dictadura cívico-militar, en Uruguay (1973-1985) obligó a huír del país a
miles de mis compatriotas comprometidos en una rebelión social por un cambio,
ante los abusos de quienes detentaban el poder político y económico de la
nación. Personalmente, tuve que despedir a entrañables amigos que
sufrieron las consecuencias de aquel vergonzoso exterminio interno, entre
nosotros mismos. A unos, los despedí con un abrazo en el aeropuerto; a otros
con un beso en la frente en su féretro, ya muertos. Y asesinados. No se cuántos
eran comunistas, y cuantos otros, simplemente humanistas: o socialistas, como
se les suele llamar a quienes luchan por libertad y por derechos humanos.
No soy
quién para juzgarlos, conforme a las especiales circunstancias de cada qué, de
cada tiempo, de cada quién, y de sus valores. Lo hicieron, equivocados o no, con
un sentido de dignidad interior, puesta a prueba con sus limitaciones y sus
propias vidas. Muchos de ellos, teniendo
que exiliarse en el extranjero, dejando propiedades, familia, afectos, y
amigos, en su propia tierra. Lo mismo que hacen hoy tantos hermanos
venezolanos, cubanos, y otros.
Un poco de
historia. “A mediados de los años cincuenta se había iniciado en Uruguay un
ciclo de estancamiento económico, combinado con inflación. El cóctel fue
tremendo. Le costó al partido gobernante perder el gobierno, en 1958 y a la,
muy poco antes, tan serena y sonriente sociedad uruguaya perder rápidamente la
calma. En apenas diez años, pasamos de la sonrisa y la concordia a la bronca y
la violencia” (El Observador (17 de octubre 2020) En verdad, el
MLN-T (Tupamaros) no fue más que una del medio centenar de organizaciones
guerrilleras que se instalaron en América Latina y el Caribe procurando emular
a Fidel y los suyos”.
Golpe de
Estado y dictadura. El 27 de junio de 1973, ante la actividad
creciente de una disconformidad popular y con el apoyo del entonces presidente
constitucional, Juan María Bordaberry, las Fuerzas Armadas decidieron dar
un golpe de estado en Uruguay. El presidente disolvió el Parlamento, con
el respaldo de las fuerzas militares y policiales, y fue el inicio de doce años
de dictadura cívico-militar. Vivimos, entonces, un período marcado por la
ausencia de derechos constitucionales, la disolución del Parlamento,
la prohibición de los partidos políticos, la ilegalización de los
sindicatos y medios de prensa, la intervención en todos los niveles educativos,
y el terrorismo de estado, que incluyó la persecución, encarcelamiento,
tortura y desaparición forzada, de cientos de opositores al régimen.
Exactamente lo mismo que hacen las dictaduras comunistas (y hoy las
venezolanas) para mantenerse en el poder
En 1975,
el presidente Bordaberry, intentó la creación de un órgano ejecutivo que no
tuviera que ser electo por el voto popular, y siendo integrado `por
expresidentes de la República, miembros de la Suprema Corte de Justicia, y
además los mandos de las Fuerza Armadas del Uruguay. Pero, curiosamente, la propuesta desagradó a
las Fuerzas Armadas de Uruguay, cuyos integrantes, criados en las tradiciones
republicanas, no habían pensado en sacar a los políticos de la escena pública y
mucho menos eliminar el acto eleccionario. Los militares discutieron las bases
de Bordaberry, y las rechazaron. ¡Vaya! ¡Falló la dictatura!
Plebiscito
constitucional . En noviembre de 1980, el Gobierno
cívico-militar que gobernaba el país convocó a una consulta popular, con
el objetivo de crear un régimen constitucional que legitimara al gobierno de
facto y sustituyera la Constitución de 1967. La propuesta fue rechazada
por la población por casi un 57% de los votos válidos lo que, a la postre,
desencadenó el proceso de apertura democrática. Las Fuerzas
Armadas admitieron el resultado adverso del plebiscito constitucional y,
una vez sobrepuestas del mismo, elaboraron un nuevo cronograma de transición
institucional. La derrota de 1980, las elecciones internas de los partidos
políticos y un acto multitudinario promovido por las centrales de los
trabajadores, el 1° de mayo, forzaron al gobierno a iniciar negociaciones para
una salida democrática.
Pacto del
Club Naval. En 1984, el descontento popular ya era agobiador. Los salarios minimizados
y una pérdida creciente del poder adquisitivo, por una política salarial
impopular, terminaron de agotar la paciencia de la gente, que se manifestaba
con caceroladas y concentraciones callejeras. En agosto de ese año, tiene
lugar el “Pacto del Club Naval”, un acuerdo alcanzado entre los máximos
jerarcas militares y representantes de los partidos políticos que posibilitó el retorno del Uruguay al régimen
democrático, después de más de once años de gobierno cívico-militar.
La
democracia nos unió. No fue fácil la transición uruguaya desde la
dictadura a la democracia. Mas allá de los
aspectos políticos, y sociales, la economía uruguaya estaba seriamente
deteriorada. Pero como afirma EL PAIS, de España (21, febrero, 2024) “La
democracia uruguaya despunta en la región y se consolida como la más estable de
América Latina y el Caribe, según el índice de calidad democrática de la
prestigiosa revista The Economist”.
Curiosidades
de la democracia uruguaya. En 1972, las Fuerzas Conjuntas (organismo que
abarcaba las Fuerzas Armadas y la policía del Uruguay) detuvieron a varios
dirigentes de la organización Tupamaros, (movimiento de guerrilla urbana) entre
ellos Eleuterio Fernández Huidobro, y José Mujica, permaneciendo recluidos
hasta la finalización de la dictadura cívico-militar (1985). Los citados fueron
recluidos en casi total incomunicación y sufrieron torturas físicas y
psicológicas (comprobadas posteriormente por organismos como la Cruz Roja
Internacional. Curiosamente (curiosidades de los uruguayos) ¡una vez restaurada
la democracia, Eleuterio Fernández Huidobro llegaría a ocupar el cargo de
Ministro de la Defensa, uruguaya, y José Mujica, varios cargos políticos como;
senador, Ministro de Ganadería, y finalmente presidente de la nación!
Si;
seguramente, según el índice de calidad democrática de la prestigiosa
revista The Economist, “La democracia uruguaya despunta en la región y
se consolida como la más estable de América Latina y el Caribe “.