¿Cuántos muertos más necesitará Maduro?
El infausto gobierno del infausto Nicolás Maduro, y sus infaustos cómplices, están calculando cuántos muertos de la sociedad civil, venezolana, serán necesarios para mantener su infame grupo de mercenarios, en el poder. ¿Cuántos serán esta vez? Nadie puede predecirlo. Pero lo que si es predecible, y visible, es que este gobierno farsante, fraudulento y asesino, está buscando lentamente un feroz enfrentamiento entre sus fuerza armadas, y su población civil, desarmada. No es la primera vez que esto ocurre. En más de una oportunidad el pueblo venezolano, harto, hastiado, cansado, de los abusos y la ineptitud de unos gobernantes corruptos e ineficientes, ha debido salir a las calles a protestar por sus derechos.
Los venezolanos son un pueblo pacífico, cordial, sumamente alegre y
generoso, con propios y extraños. Lo sé, porque conviví con ellos por 18 años. Pero
no soportan que nadie quiera robarles ese indispensable espacio de convivencia
en democracia, que tanto les ha costado ganar, y del cual se sienten
orgullosos. Y entonces si; cuando los maltratan, los irrespetan, y los
presionan hasta límites de poner en juego su dignidad, su país, y sus familias,
¡salen a arriesgar sus vidas ante quien sea y donde sea!
Dos años antes de residenciarme en Venezuela (1989) el pueblo harto de los
abusos y mentiras, y la corrupción galopante, frente a un ajuste económico que
recaía sobre la población, se levantó civilmente en protesta, desencadenando el
famoso “Caracazo”. El saldo de
muertos producido por la Policía Metropolitana, Fuerzas Armadas del
Ejército, y de la Guardia Nacional, en su salvaje represión, oficialmente
lo reportaron en 276 muertos; los reportes extraoficiales hablan de más de 3000.
Hasta ese momento, Venezuela había sido uno de los países más estables y
democráticos de Latinoamérica. ¡Pero
es que la democracia siempre le ha resultado muy cara a Venezuela!
En 1992, cuando apenas había acomodado el cuerpo en un apartamento, en
Chacao, asistí al primer intento de golpe de
Estado, en Venezuela (más conocido como el 4F) llevado a
cabo por un grupo de militares contra el entonces presidente Carlos Andrés
Pérez. El intento golpista no logró sus objetivos y los rebeldes, entre quienes
estaba el teniente coronel Hugo Chávez Frías, se rindieron. Diosdado Cabello, el actual hombre duro,
dentro del gobierno de Maduro, lideró un grupo de cuatro tanques para atacar
el Palacio de Miraflores, y estaba encargado de las antenas que
garantizarían la comunicación entre los alzados, pero que nunca lograron hacer funcionar.
¡Fue un fracaso total! Pero hoy, Cabello, es el mercenario principal.
Pero en noviembre del mismo año,
los mismos grupos insurgentes intentaron un segundo golpe de Estado. Tomaron la
sede de la televisora pública Venezolana de Televisión, así como dos
antenas repetidoras privadas; pero se equivocaron, y transmitieron un vídeo que confundió
totalmente a los cabecillas. A las 3:30 de la tarde, una vez más, los
rebeldes se rindieron, luego de un enfrentamiento con las fuerzas
constitucionales que dejaron un saldo de nueve muertos, todos personal de la
televisora VTV, a manos de los insurgentes comandados por el brillante estratega Jesse Chacón. (¿¿ ¿?)
Más tarde, ya instalado en
Caracas, presencié de primera mano los sucesos de Puente Llaguno,
también conocidos como la Masacre de El Silencio, haciendo
referencia a los hechos ocurridos en el centro de Caracas, durante
una marcha multitudinaria hacia el Palacio de Miraflores, de ciudadanos
opositores al presidente Chávez. Como resultado, perdieron la vida diecinueve
ciudadanos venezolanos, identificados. ¿Cuántos más quedaron por fuera? No se
sabe.
¡Nunca un gobernante, un
político, ni un general, ni un
militar, muertos; todos simples ciudadanos civiles desarmados! En aquellos
momentos por lo menos las Fuerzas Armadas de Venezuela, tenían la dignidad
suficiente como para replantearse entre ellos mismos, los destinos y desatinos
de una revolución destinada al fracaso y a la pauperización del pueblo
venezolano.
El soldado que no quiso vender su patria. ¡Qué dignidad, la de aquel general,
Manuel Isaías Baduel, quien fiel a sus principios de respetar y hacer respetar
la Constitución, se volcó con sus tropas desde Maracay, para recatar y asentar
en su legítimo lugar de la presidencia, en aquel entonces, al electo presidente
Hugo Chávez, preso de un golpe de Estado! ¡Y qué vergüenza la de Chávez cuando, en pleno
intento de vender la soberanía de Venezuela a la ignominiosa dictadura cubana, encarceló
a Baduel (su amigo del alma) por no aceptar poner a las Fuerzas Armadas de
Venezuela bajo el cómplice y vergonzoso socialismo-comunismo, dictado por su
mentor, Fidel Castro!
Si; ¡Baduel fue un ejemplo de militar constitucionalista, y una vergüenza
para Chávez! Una vergüenza como lo es hoy el general Vladimir Padrino, servil
entrega de la soberanía de la nación. Qué distinta aquella prestigiosa Fuerza
Armada de Venezuela, comandada por Baduel, a esta actual, al servicio de un
grupo de mercenarios, asesinos, torturadores, e ineptos, que envilecen a la
nación, poniéndola al servicio de mezquinos y mediocres intereses extranjeros en
su lucha geopolítica, por el poder, tratando de convertir a Venezuela en otra
hambreadora Cuba de Fidel.
No; el pueblo de Venezuela no tiene porqué
pagarle a estos mercenarios sus servicios de alcahuetes, a costa del hambre, las
privaciones, el desarraigo, y el exilio voluntario, de más de 8 millones de sus
ciudadanos que debieron, por privaciones o por miedo, abandonar su hermosa y
generosa nación. ¡No; Venezuela no es, ni será Cuba; aunque sigan matando a los
venezolanos!
Maldito sea el soldado que
vuelva las armas contra su pueblo. Qué distintos los conceptos de aquel
Chávez, envuelto aún en la esperanza de su pueblo, cuando en uno de sus
discursos de fin de año en la Academia Militar, enfatizó: “Recordemos a (Simón)
Bolívar: “Maldito sea el soldado que vuelva las armas contra su pueblo”. Y
esta vez, no se sabe cuántos muertos más necesitará Maduro, para seguir hambreando a su pueblo..
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