Javier Milei, el chico estrella y mal educado, que quiere revolucionar la argentina.
Dicen que es muy inteligente. Dicen que es muy buen economista. Dicen que ha escrito varios libros. Dicen que ha trabajado para empresas argentinas de primera línea. Dicen que es amigo de Bolsonaro, de Trump, de Elon Musk, de Zuckerberg, y de los máximos protagonistas mundiales. Se ha abrazado con el genocida Netanyahu. Y dicen también, que es un mal educado.
Y bueno, se
dicen de él muchas cosas al igual que en aquella milonga que cantaba la gran
Tita Merello: “se dice de mi”. Lo cierto
es que este chico maravilla, hoy presidente de la Argentina, empezó puteando al Papa Francisco (su
coterráneo argentino admirado entre los argentinos), tratándolo de “imbécil”,
y afirmando que “es el representante del maligno en la Tierra”. Que
siempre está “parado del lado del mal”, porque apoya los impuestos; que
“tiene afinidad por los comunistas asesinos” y viola los Diez Mandamientos
al defender la “justicia social”. Y aún cosas más duras y agraviantes: ha
llamado al papa Francisco “zurdo asqueroso”, “comunista impresentable”,
y un “potato” (el nombre en inglés del tubérculo papa).
No obstante,
en febrero del 2024, el mandatario ejecutó un giro de 180 grados en su vínculo
con el Vaticano; le pidió disculpas a Francisco por sus comentarios en el
pasado, y logró sellar un encuentro con el máximo referente de la Iglesia
católica, llevándole alfajores de dulce de leche y galletitas de limón (de
la marca de preferencia del sumo pontífice).
Y Francisco, canchero él en estas lides, afirmó simple y públicamente
que “Son errores de juventud que todo el mundo comete”. (¡Vaya uno
saber, realmente, que pensaba internamente!) Porque los Papas no pueden putear
en público, por ejemplo.
También había
puteado a Luiz Inácio Lula da Silva, por ser socialista. Del presidente
brasileño dijo que "juntarte con un autócrata y totalitario, y que
tiene las manos manchadas de sangre, y reírse en la cara de las víctimas
del socialismo me parece lamentable". (¡Bolsonaro es un santo!)
No se salvó Xi Jinping, presidente de la República Popular China. Al dirigente
asiático le dedicó las siguientes palabras: "Soy un defensor de la
libertad, la paz y la democracia. Los comunistas no entran ahí, los chinos
no entran ahí". (¡Pensar que son sus principales clientes
extranjeros, y si no fuera por ellos, estarían comiendo chiclets!)
Pero ahora
anuncia una próxima visita a China, y a entrevistarse cara a cara con el propio
Xi Jinping, porque le renovó un swap (un contrato por el cual dos partes se
comprometen a intercambiar una serie de cantidades de dinero en fechas futuras)
por 5.000 millones, y que no tiene la más puta oportunidad de cumplimentar.
Durante su
período como diputado nacional en Mar del Plata, Milei sorteó públicamente
el sueldo que le correspondía como tal, con la desgracia de que el primero de
ellos, entre más de un millón de personas, ¡lo ganó un kirchnerista! Quiere eliminar al Banco Central y al propio
Estado. Defiende la libre portación de armas (igual que los EE.UU., y así
les va) y la venta libre de órganos, asegurando que “es un mercado
más”. Afirma que el calentamiento global es una mentira, y que la
educación “no es un derecho”, pese a que este derecho está garantizado
por la Constitución nacional.
Milei invoca
“las fuerzas del cielo”, según el Libro de los Macabeos. Se autodefine como uno
de los líderes más grandes del mundo. Puso de Canciller a Diana Mondino, como
una máscara, así como Cristina Kirchner puso a Alberto Fernández como
presidente. Su política exterior la define él mismo, de acuerdo a su mayor o
menor protagonismo mundial. Se concede el derecho a insultar gobernantes,
periodistas, y todo bicho que camina. Y considera que haber sido últimamente la
portada de Time, prueba que él está muy por encima de todos los dirigentes
argentinos y de buena parte del mundo. “Yo juego en otras ligas y los que me
cuestionan son fracasados, liliputienses” -afirma.
Pero su
soberbia es tal, que incluso es preocupante. Durante su exposición de 50
minutos en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, se refirió al tema de
la pobreza y la reacción de la sociedad, afirmando “Se creen que la gente es
tan idiota que no va a poder decidir…va a llegar un momento en que la gente se
va a morir de hambre y va a decidir alguna manera para no morirse”. Esto
provocó un revuelo entre los asistentes y los medios de comunicación,
enmudeciendo a los más eruditos. ¡Nunca se había oído en ese recinto, una forma
tan ingeniosa y simple, para resolver el problema del hambre y la pobreza!
Pero, al fin y
al cabo, ya algo había adelantado el Pepe Mujica, al presentar “El Pepe. Una
vida suprema”, el documental que le hizo el serbio Emir
Kusturica; declarando que "Es la cosa más linda entrar a un
banco con una 45, así... Todo el mundo te respeta".
Conclusión: Milei
se tomó en serio aquello de que “mi ley es tu ley..” Por la cual una rata puede ser un manjar
exquisito; y una 45, la mejor herramienta de los economistas, para que la gente
no se muera de hambre. Y bueno, hace mucho tiempo que no viene ningún Mesías.
¿Por qué no aceptar que Milei, ese chico estrella y mal educado, puede ser una
reencarnación? ¡Jesucristo ya dejó en claro que no vuelve!¡Ni en pedo!
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