¿Qué nos pasa a América Latina? (II)
Entre comunistas e
imperialistas, Uruguay; “la promesa prometida y
escondida”, de Sudamérica.
Porque simplemente me
pregunto; ¿Qué derechos tengo yo, o cualquier ser humano, a someter a mis
compatriotas a vivir entre miserias como hambre, desnutrición, falta de
medicamentos y de servicios básicos como agua, luz, saneamiento, una vivienda
digna, y soluciones tecnológicas que les permitan ampliar sus conocimientos y
conectarse con el resto del mundo, por servir a una ideología foránea fracasada
que se basa únicamente en luchar contra quienes -de una forma u otra -les
ofrecen a sus ciudadanos una vida más digna? ¿Vale más una ideología que el
hambre de los pueblos?
¿Qué derechos tengo yo de
privarles a mis hijos un mundo distinto al que yo viví? ¿Qué derechos a
hacerlos prisioneros de mis vivencias y fallidas experiencias, cuando ni
siquiera les doy la oportunidad de conocer otras realidades?
¿Qué nos pasa a América
Latina? A lo largo de nuestra historia hemos pasado por las más
brutales crisis y abusivos modelos capitalistas e imperialistas que, a falta de
referencias propias, importamos y experimentamos, complaciendo a quienes, por
enseñarnos, nos robaron las enormes riquezas naturales y a falta de una
identidad propia, nos impusieron las de ellos. Son hermosos los conceptos
expresados en esos versos de “La maldición de Malinche”:
“Del mar los vieron
llegar/Mis hermanos emplumados/Eran los hombres barbados/De la profecía
esperada/Se oyó la voz del monarca/De que el Dios había llegado/Y les abrimos
la puerta/Por temor a lo ignorado ( ) Y en ese error entregamos/La grandeza del
pasado/Y en ese error nos quedamos/300 años esclavos/Se nos quedó el
maleficio/De brindar al extranjero/Nuestra fe, nuestra cultura/Nuestro pan,
nuestro dinero”.
Y está muy bueno como denuncia
universal, lo expresado en su momento por mi compatriota Eduardo Galeano en el
famoso libro “Las venas abiertas de Latinoamérica”. Pero me pregunto ¿Y
ahora qué? Una vez hecho el diagnóstico, identificado el enemigo, y de acuerdo
a las lecciones supuestamente aprendidas, ¿qué ofrecemos como alternativa a ese
abuso imperialista depredador de nuestras riquezas y -fundamentalmente -de
nuestra dignidad nacional? Porque, reconozcamos que, apenas iniciado este nuevo
siglo, y con el triunfo en buena parte de nuestra región de gobiernos
socialistas, la mayoría de ellos han fracasado.
De comunistas a imperialistas.
Porque ahora resulta que algunos gobiernos de países hermanos, bajo una
vergonzante complicidad de “izquierdistas”, les entregan en bandeja de plata
sus enormes riquezas naturales a intereses extranjeros que, bajo el rótulo de
comunistas, se convierten en verdaderos saqueadores imperialistas. Utilizando
el hambre de los pueblos para asegurarse un bastión antiimperialista. Y es que
entonces me pregunto: ¿habrá a quienes les importe verdaderamente su país? Y
digo, el país plural, el país de todos, el país para compartir, para disfrutar,
para enriquecer y enriquecerse, para enorgullecer y enorgullecerse.
¿Dónde quedó el odio al
capitalista privado, si hoy su comunismo se transformó en capitalismo de
estado? Porque ¡qué casualidad que hoy, luego de echar pestes sobre el dólar y
el sistema capitalista, los dos ejemplos del comunismo en nuestra región, Cuba
y Venezuela, han resuelto dolarizar sus economías! ¡Y prácticamente muchos
ciudadanos viven de los dólares que les envían sus familiares desde el
exterior!
¿Y es que no es esto acaso una
forma de imperialismo interno, que se basa en ideas de superioridad aplicando
prácticas de dominación que implican la extensión de la autoridad y el control
de un gobierno atentando, incluso, contra la constitución del Estado? Porque
además tenemos otros hermanos, como los argentinos, que sumergidos en crisis
históricas que han hecho metástasis en su sociedad, condenan a sus pueblos a
vivir en una mediocre y egoísta grieta que los separa, los empobrece, y les impide
construir la riqueza de oportunidades que su país les ofrece. ¿Es que no hace
falta un poco más de dignidad argentina?
El 46° presidente de Estados
Unidos, Joseph Robinette Biden Jr., más conocido como Joe Biden, expresó a
través de su principal asesor para Latinoamérica, durante su visita a nuestro
país, en abril, 2021, que "si el mundo tuviera más países como Uruguay,
sería un lugar mejor". Y conste que en Uruguay hemos tenido,
últimamente, 15 años de gobiernos con orientación socialista.
Bueno; por algo en su momento
los ingleses, los mayores divorciadores geográficos del mundo, decidieron, por
recomendación de Lord Ponsonby, crear a Uruguay como país tapón y también
eslabón mediador entre los relajos y apetencias de las Provincias Unidas del Río de la Plata y
el Imperio de Brasil, proponiendo como solución
definitiva la independencia de la Provincia Oriental, y creándose a través de
la Convención Preliminar de Paz el Estado Oriental del Uruguay.
Como también lo hicieron en su
momento con la India y Pakistan. Y es que, a tantos años de aquella famosa
decisión, parecería que Lord Ponsonby (1826) político
diplomático británico y caballero gran cruz
de la “Orden del Baño”, a quien rajaron de Inglaterra para el Río
de la Plata, por andar coqueteando con la amante del Rey VI) no se equivocó en
su recomendación sobre Uruguay. Y ojo; que lo de la Orden del Baño no es porque
se estuvieran imaginando ya las playas de Punta del Este o las de Rocha, sino
que era una Orden de Caballería británica fundada
por Jorge I, en
mayo de 1725, y el nombre deriva de la ceremonia medieval
para el nombramiento de “caballero”, que incluía el baño (como
símbolo de purificación) como uno de sus elementos. Los caballeros así honrados
se conocían como caballeros del baño. (¿Y es que serían tan sucios?)
Lo cierto es que, desde
entonces, argentinos, brasileros, europeos, y buena parte del mundo, se bañan
hoy en las playas uruguayas. Aunque no les concedemos ninguna orden nobiliaria,
más allá de cobrarles la contribución inmobiliaria. Y lo cierto también es que,
más allá de la cuota de humor correspondiente, ¡cuánta falta hacen hoy día
estos ejemplos de países que, al igual que el pequeño Uruguay, siendo el
hermano más pequeño de la región, y habiendo tenido que soportar todo tipo de
adversidades, y obstáculos, y envidias familiares, ha demostrado en base a la
seriedad, credibilidad, y confianza en sus gobiernos democráticos, un ejemplo
de resiliencia a imitar!
Por algo hoy nuestros muy
queridos hermanos argentinos se plantean, dentro de las cruentas luchas políticas,
económicas, productivas, y sociales, que Uruguay es “la promesa prometida y
escondida”, de Sudamérica. ¡Y se nos vienen, y bienvenidos sean, a convivir
con nosotros! Este Uruguay que, tras la brutal crisis socioeconómica del año
2002, y con la cual nuestros hermanos argentinos colaboraron, resurgió dentro
de las cenizas de algún asado criollo compartido, y a partir del 2005, registró
un récord de 15 años de crecimiento económico y social ininterrumpido.
Al igual que Japón, quien,
quedando destruido tras la Segunda Guerra mundial, se transformó en menos de 30
años en la segunda potencia económica mundial. ¿Te acordás hermano qué
tiempos aquellos?, dirían más tarde si fueran uruguayos, los fundadores de
Sony, Akio Morita y Masaru Ibuka, trabajando bajo los perforados techos de una
fábrica destruida por los bombardeos norteamericanos, sin imaginarse que
estaban construyendo una de las mayores compañías en electrónica de consumo a
nivel mundial.
Y bueno; la historia enseña.
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