Argentina, el país del harakiri..
¡Recursos que caen en un infinito agujero negro, de donde no brota
nada! ¡Y que por supuesto, desalienta y ahuyenta, a quienes quieren producir en
su propia tierra!
Un país que, a
pesar de contar con ingentes riquezas humanas y materiales, y considerando
además que cuenta con exitosas empresas y empresarios, capaz de producir desde
aviones, automóviles, y centrales nucleares, hasta bytes, algoritmos, y la más
amplia variedad de materias primas -desde petróleo, gas, litio, y otras, hasta
una excelente producción agropecuaria (se le ha bautizado como “el granero del
mundo”) se encuentra en plena pandemia
COVID 19, con una pobreza general de más del 42%, (que entre los más jóvenes se
remonta a más del 50), la inflación más alta de América Latina después de
Venezuela (más de 40%) una deuda externa casi impagable, y a su vez, un riesgo
país de más de 1.600 puntos.
Les juro que
no me gusta hacer comparaciones. Y menos entre hermanos. Pero es que, luego de
mi regreso del desastre de Venezuela, encontrando a mi Uruguay tan cambiado y transformado
y reconocido a nivel mundial, me dio por hacer, mes a mes, un boletín especial
rescatando las mejores noticias que se producen en el país. Se llama
simplemente “Buenas Noticias Uruguay”, y aclaro que no gano ni un peso por las
ingentes horas empleadas día a día en buscar las noticias, y luego armar los diferentes
formatos.
¿Por qué lo hago entonces? Simplemente para darle la mayor difusión y reconocimiento a nivel nacional e internacional a los esfuerzos de tantos compatriotas y convivientes extranjeros, que han hecho del Uruguay su lugar para convivir y para producir, ayudándonos a consolidar nuestra imagen país ante el resto del mundo. Y potenciar, en común, nuestras máximas posibilidades.
¿Y por qué entonces nosotros, siendo tan chicos en población y territorio logramos enamorar a tantos, más allá de diferencias ideológicas, partidarias, o experiencias de éxitos y fracasos compartidos?
Franciso (Pancho) Vernazza, un reconocido y exitoso publicista
uruguayo que trabajó con el Frente Amplio en su fundación; luego fue asesor
para el presidente Sanguinetti (Partido Colorado); luego de Mujica (otra vez Frente
Amplio) y finalmente de Talvi (Partido Colorado) en un reciente reportaje del diario
El País de Uruguay, analizando la
situación política uruguaya y comparando la herencia dejada por el Frente Amplio
al nuevo gobierno, con la misma
situación en la Argentina, afirmó que “Se pincharon todos los
globos ideológicos,” y resume, impecablemente, las grandes diferencias
de conceptos.
“El
componente populista de la izquierda uruguaya no lo llevó a la
irresponsabilidad de gastarse todo; fueron capaces de pensar que existe un país
que tiene que salir adelante -aclaró Vernazza -En la Argentina de
Kirchner, y en menor grado en la de Macri, los exportadores agropecuarios
tenían un impuesto, una retención sobre el valor bruto. En el Uruguay de José
Mujica no se tocó con un dedo al sector exportador. Es inimaginable la fiesta
de despilfarro, de dinero para los jubilados o el carnaval que se habría podido
dar si hubieran puesto retenciones. En el FA fueron sobrios, evitaron hacer
esto que podría haber determinado que la gente los adorara y que ganaran,
seguramente, una cuarta elección”. ¡Gran lección, sin duda, desde Uruguay!
Y en este
sentido, más allá de comentarios magnificados por la prensa entre nuestros
presidentes, Lacalle Pou y Alberto Fernández, con motivo del 30 aniversario del
Mercosur, me detuve en una entrevista que recoge impresiones de un empresario
argentino que explica, en muy buena medida, las diferencias entre las políticas
uruguayas y argentinas, y sobre una actividad en común. Las fábricas de
celulosa.
Entrevistado recientemente por la
revista Mercado, Claudio Terrés, el ejecutivo de Ledesma, grupo
agroindustrial con fábrica de celulosa y papel, y presidente de
la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel de la Argentina, se
refirió a un plan presentado al gobierno nacional a través del Consejo
Foresto-industrial Argentino (Confiar) “..para que finalmente
Argentina tenga su primera nueva planta de celulosa en el corto plazo, y que en
el mediano y largo, seamos el país donde se instalen todas las plantas de
celulosa en los próximos años”.
¿Recuerdan ustedes el calvario
que nuestros hermanos argentinos nos hicieron pasar por el hecho de haber
aceptado la inversión en nuestro suelo de la primera planta papelera europea
(Bosnia) considerada dentro de las más modernas y eficientes del mundo? Pues
bien, “para que estén dadas las condiciones de que se instale una planta de
celulosa en el país -asegura Terrés -es fundamental resolver el tema del
financiamiento, junto con el de la competitividad del sector y de la Argentina
en particular. Porque para atraer una inversión como esa, que requeriría de
unos US$ 2.000/3.000 millones, el país tendría un costo logístico y de puertos
muy alto, fundamental en un proyecto celulósico, que moviliza muchísimas
toneladas de madera, de residuos de madera.
“Uruguay tenía una plantación
reducida a pesar de que contaba con una ley de promoción y había recibido
muchas inversiones externas, pero a partir de la instalación de la planta de
Botnia la forestación siguió creciendo de una manera impresionante. Y lo mismo
hubiera sucedido en Argentina si hubiese sido de este lado del río. El sector
forestal invierte en la medida en que sabe que puede colocar el producto.
“El Plan Estratégico 2030
Foresto-industrial presentado al gobierno argentino busca atraer
esa suma que en cuatro años permitiría incrementar en US$ 2.600 millones las
exportaciones y crear 186.000 empleos de calidad. Pero lo primero que se debe
hacer -aclara Terrés -es que el país genere las condiciones para que un
extranjero que piense en radicar una planta en la región considere que los
costos internos que se le ofrecen constituyen la mejor alternativa”. Hoy
Argentina produce un poco menos de un millón de toneladas de celulosa, y
Uruguay está aproximadamente en 4 millones, y varios proyectos en danza, el
cuádruple”.
Y es que, así como creo que las
empresas y la dirigencia política uruguayas se prepararon para los cambios
indispensables para sobrevivir como nación, insertándose al desafío mundial, no
creo que no lo hayan hecho las empresas argentinas por propia voluntad. Creo
que ni las dejaron, ni las fomentaron, ni las apoyaron. Simplemente las
ordeñaron económicamente, con un estricto sentido populista, para ganar las
elecciones y seguir estirando la miseria del pueblo y las prebendas de la clase
política y sindical.
Y si no hay suficiente credibilidad
entre el empresariado argentino que produce las divisas y la riqueza del país,
la dirigencia política que debe administrar los recursos y velar por el respeto
a la Constitución y las leyes, y la población que no ve, no siente, y no cree,
en su propio país, mal destino puede esperarle.
Y repetiré una vez más, la frase
de los hermosos versos de Atahualpa Yupanki: “Triste destino, los caballos
argentinos..”, pero en este caso no son los caballos los que van al matadero,
sino los propios argentinos que, por no saber entenderse, reconocerse,
respetarse y respetar su compromiso nacional, van hacia la misma suerte. Es como
una especie de harakiri incorporado; el acto voluntario usado por los guerreros
japoneses para evitar caer en manos del enemigo, o para expiar un fallo al
código del honor, u obligatorio, por mandato de un señor (o señora, ya que respetamos
la diversidad de género) feudal.
Alberto Rodríguez Genta argentaster@gmail.com
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