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Monday, July 26, 2021

 ¿Qué nos pasa a América Latina? (I)

Fidel: “El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros mismos”.


Confieso que últimamente me ha invadido una especial desazón por las inconsistencias de nuestros hermanos latinoamericanos. ¿Será porque estoy más sabio? ¿O más viejo? ¿Será porque luego de haber vivido dieciocho años en uno de los países más ricos del mundo, Venezuela, hoy, regresado a mi Uruguay, observo con impotencia y rabia como ese país hermano se ha convertido en uno de los más pobres del mundo viviendo todo tipo de necesidades? ¿Será porque observo con mucha preocupación las peligrosas señales antidemocráticas de Nicaragua, similares a las de Venezuela, apresando a todos los opositores, ante una nueva elección presidencial?

¿Sera por qué nos seguimos aferrando a recetas ideológicas que, prometiendo ofrecernos una vida mejor, nos han llevado a un empobrecimiento peor? ¿Será porque no dejan de extrañarme las arriesgadas e irresponsables decisiones en materia sanitaria del gobierno brasileño, siendo el hermano sudamericano económicamente mayor, y el segundo con mayor cantidad de muertos por la pandemia, y donde el más de un 50% de ciudadanos hoy piden su destitución? ¿Será porque nos alarmamos ante la temeraria crisis institucional sufrida por los bolivianos cuando, democráticamente decidieron no autorizar una nueva reelección de su líder indigenista porque, ignorando una consulta popular no quiso respetar la Constitución y obligó a un golpe de Estado, culpando luego a la OEA de sus desventuras?

¿Será por las nuevas incertidumbres que despierta hoy la muy reñida elección – y la fuerte polarización -de los peruanos, entre un ingenuo candidato maestro y socialista y una polémica heredera y representante del ala más dura de su oposición?  ¿Quién de ellos podrá interpretar los reclamos tan particulares de una sociedad que aún no logra asimilar, aceptar y entender, la inclusión, como nación?

¿Será porque las autoridades de nuestros ricos y productivos hermanos mejicanos -más allá de sus históricos conflictos existenciales -ahora, durante el evento por el 230 Aniversario del Natalicio de Simón Bolívar, proponen la sustitución de la OEA, organismo que nuclea a 35 Estados americanos, como muestra de empatía a una lamentable complicidad ideológica con los países que más representan la decadencia de la democracia latinoamericana? Y bajo la exhortación “mantengamos vivo el sueño de Bolívar”.  (¿¿ ¿?)

¿Será por la empecinada actitud de nuestros hermanos argentinos que hoy, aferrados a sus errores históricos de más de 50 años, con inflaciones del 50% y otro tanto de pobreza, parecerían empeñados en ahondar suficientemente una grieta social que termine hundiéndolos a todos en un precipicio? ¿No sería hora -y aunque bastante tarde ya -que se enfocaran en aquel concepto de Einstein de “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”?

¿Será por los recientes movimientos sociales de los cubanos, tras su dictadura de más de 60 años, exigiendo alimentación, medicamentos, y fundamentalmente, “libertad”, y tras el reconocimiento del propio Fidel Castro, retirado ya del mandato, en 2016, en una conversación  con el periodista norteamericano Jeffrey Goldberg, de que  El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros mismos”.  Ok; ¿y que se ha hecho al respecto?

¡Ahora, ante una crisis socioeconómica agobiante, que mezcla y suma errores y horrores ideológicos y de conducción política, y varios intentos de fallidas reformas económicas y productivas nunca cumplidas en su profundidad, culpan una vez más de sus desgracias al embargo norteamericano cuando en realidad han sido y son sus gobernantes, los que nunca impulsaron ni permitieron el desarrollo productivo de su nación!

¿Por qué sus socios ideológicos, rusos y chinos, tanto a ellos como a Venezuela, en lugar de venderles armas e hipotecar su producción petrolera y aurífera, nos les enviaron tractores, y semillas, y fertilizantes, y técnicos, para desarrollar una agricultura sustentable, y nuevas y modernas tecnologías para competir en el nuevo mundo digital? ¿Y por qué, recién ahora, reconociendo la grave crisis alimentaria y sanitaria cubana, Rusia resolvió enviar 88 toneladas de alimentos y mascarillas quirúrgicas para seguir estirando el fracaso de quienes no han sido capaces ni de alimentarse a sí mismos?

¿Por qué, ante el colapso de la URSS, y sus ingentes ayudas económicas, no siguió el exitoso modelo de otro huérfano de esta misma ayuda internacional, como Finlandia, quien hoy, pese a su pequeñez demográfica -similar a Uruguay – está considerada dentro de los países más desarrollados del mundo?

Finlandia y Cuba. Para quienes creían que los países más desarrollados del mundo son Estados Unidos, Japón, China, o la India, la sorpresa la dio Finlandia; un país joven, que obtuvo su independencia en 1906, y que sufrió una grave crisis debido a la caída de su principal socio, la URSS (ex–Unión Soviética) a finales de los años ´80. Lo mismo que le pasó a Cuba.

Porque la espectacular recuperación y crecimiento de este país pequeño en extensión (338.000 km2, cubiertos en su mayor parte por lagos) como también en población, 5 millones de habitantes, y siendo su principal fuente de recursos primarios los bosques, fue lograda a pesar de sus escasas riquezas naturales, sin tener opción a préstamos internacionales, ni ayudas financieras externas de ningún tipo.

Y en poco más de una década, Finlandia se encontraba en los primeros puestos en todo; tanto en los clásicos indicadores de desarrollo humano (ingresos, equidad, empleo, salud, educación, oportunidad de género, mantenimiento ambiental, etc.) como en desarrollo tecnológico, competitividad, ejercicio institucional y ausencia de corrupción. Recordemos que Finlandia ha sido considerada por cuarta vez consecutiva, por el World Economic Forum, el país más competitivo del mundo.

Otro modelo es posible. Quizá lo más sorprendente del modelo de Finlandia, es que marca un punto de quiebre entre el tradicional enfrentamiento “capitalismo versus socialismo”. Dentro de la inteligente planificación y cooperación del sector privado con el público, destaca como caso emblemático la eficiente interacción entre la empresa Nokia y el gobierno, para convertir a Finlandia en una "sociedad de la información". Nokia, el gigante de las comunicaciones inalámbricas, y la compañía más grande de Finlandia, comenzó como una compañía industrial de pasta de celulosa y papel y, a partir de su crisis, se transformó en una exitosa empresa de electrónicos y de desarrollo de tecnologías de información y comunicación (TICs).

Un error frecuente, y una miopía de graves consecuencias, es presumir que los grandes problemas nacionales pueden ser resueltos unilateralmente, estimulando la confrontación entre los diferentes sectores sociales o la exclusión de alguno de ellos. De hecho, el modelo económico finlandés es capitalista, basado en la libertad de mercado y en la iniciativa privada.

Finlandia y Uruguay. Yo me atrevo a sentirme orgulloso de lo que, en este sentido, logró nuestro pequeño pero gran Uruguay. Un país con las mismas limitaciones de Finlandia, con menos territorio y menos gente, que debió reconvertirse desde país agrícola ganadero -quizá en esto teníamos algunas ventajas – a país competitivo -optimizando las mejores técnicas y usos de los pocos recursos naturales - hasta convertirse en ejemplo de productividad, e incorporando las más desarrolladas tecnologías de la información y la comunicación.

Y lo logró gracias al sacrificio y la reconversión mental y productiva de nuestros empresarios, políticos, sindicatos, instituciones y organizaciones sociales, no sin las lógicas confrontaciones entre quienes deben defender sus derechos, pero asumiendo también sus obligaciones.

 Hoy, el pequeño Uruguay es tomado como ejemplo entre tanta organización mundial que analiza el comportamiento de las variables macroeconómicas, como también las sociales, quienes reconocen la seriedad y viabilidad de los modelos adoptados. Y luego de las heridas sufridas y las experiencias vividas, hoy Uruguay quiere seguir desafiando y apostando a las nuevas formas de producción de bienes y servicios y a las nuevas tecnologías, tomando siempre como objetivo existencial, la mayor inclusión entre nuestros compatriotas.

Y porque, contraponiendo a Fidel, “el modelo uruguayo funciona hasta para nosotros mismos”.

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