Argentina, ¿el país que se olvidó de los niños?
“Sabias que hoy en Argentina, la mayoría de las chicas y chicos son pobres ( ) la pobreza alcanza a más de ocho millones de chicos y chicas…”, dice el actual spot de UNICEF, que, utilizando la voz e imagen de un conocido personaje de la televisión, invita a colaborar con su obra en favor de los más desprotegidos, con veinte pesos por día.
¡Mi Dios! Que en Argentina, el
país granelero del mundo, uno de los mayores productores de carne, soja, y no
sé cuántos alimentos más, y otras cuantas cosas más, tenga que pedirle a la
comunidad mundial que done 20 pesos por día para alimentar, y educar y proteger
a sus niños, me parece absolutamente denigrante. No se si esto lo acordaron o
no, con UNICEF, pero la verdad es que no creo que esto reconozca los esfuerzos
de la total sociedad argentina. ¡Ni que le haga un favor a sus gobernantes y
representantes políticos!
¡Mi Dios! Escuchar 50 veces
tan sólo en unas pocas horas de las programaciones diarias, este incesante
machaque que desnuda y denuncia una realidad tan triste y lamentable contra la
dignidad de un país, no le hace ningún bien a los argentinos,
independientemente de sus preferencias políticas. ¡Y lo peor, es que a nadie
parecería importarle la incidencia de este problema social para el futuro de la
nación!
Creo que nadie, en Argentina,
puede arrogarse el hecho de haber enfrentado decididamente este flagelo de su
sociedad. No ha sido un tema prioritario, ni para el peronismo/kirchnerismo y
sus cacareados -y eternos- planes de canastas y ayudas sociales, ni tampoco
para el corto período del Macrismo, enfocado en las muy necesarias obras de
infraestructura para devolver al menos la dignidad, en la calidad de vida de
los argentinos. ¡Claro, la diferencia está en que el macrismo sólo duró cuatro
años, mientras el peronismo más de 70, y el kirchnerismo más de doce!
Creo que a los gobernantes
argentinos debería darles vergüenza la multiplicidad de veces en las cuales,
los operadores de la televisión por cable, repiten y machacan esa lamentable
realidad de su sociedad, llevado y repetido a millones de televidentes de todo
el mundo, en el abuso indiscriminado de las tandas comerciales y programaciones
que interrumpen cada serie o película.
Y es que esto me vino a la
mente tras haber visto en estos días por CNN en español, la lamentable realidad
social de uno de los países más ricos del mundo, Venezuela, convertido hoy, en
uno de los más pobres. En una entrevista del argentino Marcelo Longobardi a la reconocida
venezolana nutricionista y especialista en asistencia humanitaria, Susana
Raffalli, con una experiencia de casi 20 años en países con emergencias
estructurales, esta afirmaba: “En estos momentos tu para comprar una
canasta mínima para que sobreviva un grupo de cinco personas necesitas 169 salarios”.
Y estas afirmaciones se suman
a otras en las cuales Raffalli advierte que los daños ocasionados a los niños son
irreversibles, y significan el retraso cognitivo, afectivo y social de, por lo
menos, tres generaciones. Ese es el capital humano de su niñez, que ha perdido
Venezuela.
“Todos los niños a todas
las edades tienen derecho a los programas (de alimentación escolar) para un
niño que no coma suficiente, que no coma en la escuela, que no coma en su casa
que es donde tiene que comer, la desnutrición es un condicionante del
aprendizaje importante, y va a tener un rendimiento escolar deteriorado”. Y
prosigue –“Cuando el niño ya llega a primer grado, con seis o siete años,
habiendo tenido desnutrición durante los primeros años de su vida, ni que lo
atiborres de comida, ni que le pongas tres Programas de Alimentación Escolar a
cada uno, ese niño va a tener un diseño cognitivo y afectivo sólido para tener
un buen desempeño”.
Entonces, ¿cuál es el
mensaje?, que esa desnutrición, durante los primeros 1.000 días de vida,
determinó que cuando adulto ganes 40% menos; eso es una persona con 40% de
productividad, seas hombre o seas mujer. Y es que en Venezuela, hoy, las cifras
de cuántos niños están pasando por esas situaciones, no existen; ni se
contabilizan, ni interesa contabilizarlos. Pero en Argentina, según el spot de
UNICEF, son al menos 8 millones. Y según datos oficiales, al 1 de junio, alrededor
del 60 % de los niños argentinos comenzaron la segunda ola de la covid-19
hundidos en la pobreza. Una situación difícil de revertir tras el agravamiento
en 2020, por la pandemia, de una recesión que ya dura tres años.
Según el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (Indec), ya al segundo semestre del año pasado, un 57,7 %
de los niños menores de 14 años estaba sumido en la pobreza, lo que supone más
de 5 puntos porcentuales por encima del segundo semestre de 2019, antes de la
pandemia. “Es un hecho que la pobreza aumentó en el
primer semestre de este año, en la medida que no se puede contener la inflación
y se quitan ingresos”, dijo a Efe el investigador del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) y consultor de
Unicef, Jorge Paz. “En la pobreza infantil en Argentina tiene “un peso muy
importante la característica de la vivienda, el hacinamiento, la calidad de los
materiales, la tenencia de baño, de agua corriente, de cloacas, de saneamiento
ambiental”, afirmó Paz.
¿Pero y es que acaso ha
faltado plata en Argentina, para hacerse cargo de sus niños? Por el contrario, en
un artículo de Infobae de marzo, 2020, se aclara que “Desde 2002,
el campo y la agroindustria aportaron USD 100.000 millones por el concepto de
“retenciones”. ¡Un impuesto prácticamente único en el mundo! Pero además, los
productores del agro pagan muchos más, y hacen que el Estado se quede, en
promedio, con el 77% del ingreso generado por el sector, y con
el 23% restante el productor debe pagar todos los costos de producción, además
de volver a invertir y vivir”. Y esto, hablando sólo de los aportes del
agro. Sin contar a los demás sectores.
Contradictoriamente, sin
embargo, esos USD 100.000 que la Argentina recauda sólo por retenciones, ¡es
el endeudamiento que hoy tiene el país con sus creedores internacionales! ¿Y
dónde están las obras y los servicios que en todo ese tiempo hayan mejorado la
calidad de vida de sus habitantes, y, fundamentalmente de sus niños?
Bueno, quizá parte de
la explicación está en estas cifras y verdades que desnuda el economista
Roberto Cachanosk: “¿Es viable un país cuyo Estado emite 18 millones de
cheques al mes? se pregunta. Y aclara que “más del 60% del presupuesto
argentino se destina a jubilaciones y planes sociales, y lo recibe el 40% de la
población. Y a esto le agregamos el pago de pensiones y los fondos para el pago
de salarios de funcionarios del gobierno nacional, que sumados a los de
provincia y municipios son más de 3.500.000, es decir que más de 21.000.000 de
hombres y mujeres dependen del Estado. Mientras que en el sector privado,
donde realmente se produce la riqueza económica del país, se desempeñan
alrededor de 8.000.000 de argentinos”.
Yo pienso que desde
hace muchas décadas Argentina ha estado envuelta en una gran mentira social. Y en este sentido, una de las frases más lamentables y perversas que
he escuchado durante las campañas por las presidenciales, es que “hay que
ponerle plata en el bolsillo a la gente”. Porque creo que ese es el
concepto mediante el cual se ha montado el engaño de un estado paternalista y voraz,
exprimiendo la riqueza de los pocos que la producen, en lugar de fomentar la que todos pueden y deben producir.
Creo que primero la
dijo el Señor Roberto Lavagna, queriendo demostrar su cuota de candidato populista
elegible. Y si; no caben dudas de que a los políticos argentinos se
les ha puesto mucha plata en el bolsillo; pero lamentablemente a los chicos y
chicas argentinos, nada. ¿Tendrán idea de lo que esto puede costarle al futuro
de la nación?
Alberto Rodríguez Genta
argentaster@gmail.com
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