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Location: Cordón, Montevideo, Uruguay

Monday, November 04, 2019


Uruguay Sigo XXI: más respuestas que preguntas.

Dijo en su momento nuestro gran Mario Benedetti, “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto  cambiaron todas las preguntas”.  Y yo pienso que hoy el Frente Amplio, en Uruguay, ha cambiado tanto las respuestas, que ha obligado a formular nuevas preguntas. Las preguntas que deberíamos hacernos para entender, valorar, y explicar, el formidable avance de un país tan pequeño que - hasta el Siglo XX - apenas podíamos lograr que nos nombraran. Lo más parecido a Uruguay, era nombrar al Paraguay.

Y sin embargo, al igual que el ejemplo del Japón resucitado desde las cenizas tras ser  derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y convertido en menos de tres décadas en la segunda potencia económica mundial,  Uruguay logró,  luego de quedar pauperizado por la crisis financiera del año 2002 - recién comenzado el Siglo XXI -y en menos de tres lustros, ser reconocido y admirado por 18 organismos internacionales representantes de los principales  prestadores de fondos, calificadoras y analistas de riesgo, inversores, foros, organismos regionales  y bancos mundiales. No voy a nombrarlos porque ya los nombré en mi artículo anterior “El milagro Uruguayo”.

Un ejemplo más: El riesgo país. Cada país, de acuerdo con sus condiciones económicas, sociales, políticas, o incluso naturales y geográficas, genera un nivel de riesgo específico para las inversiones que se realizan en él,  expresando el nivel de probabilidad de sufrir una pérdida. Este riesgo es específico, y se lo conoce como "Riesgo País", lo cual determinará la credibilidad de cada nación. Y ante las graves y conflictivas situaciones que enfrentan actualmente algunos de nuestros países hermanos, un reciente relevamiento de la empresa consultora Puente, de Argentina, nos revela el grado de relevancia de este indicador, y los comparativos con nuestros hermanos mayores del Mercosur:

NOMBRE              PUNTO    VAR%         FECHA

ARGENTINA          2.146       2,77           28/10/19
BRASIL                     231        -1,70         28/10/19
URUGUAY                162        -2,99          28/10/19

Vean ustedes la abismal diferencia, hoy, entre nuestra hermana República Argentina, y nuestro pequeño país. La credibilidad y la confianza que ha logrado Uruguay en los últimos años, es sin duda alguna, el recurso más valioso de una nación. Porque es un recurso humano renovable e inagotable, en la medida que  lo desarrollemos entre nuestra sociedad. Y es el que por más de  setenta años, no han podido desarrollar nuestros hermanos argentinos. País con enormes recursos naturales, pero sin ningún valor que lo haga creíble y confiable ante el resto del mundo. Y ese guarismo impresionante de riesgo país de más de 2.000 puntos, lo convierten prácticamente en un país inviable.

Creo firmemente, que este es el petróleo del Uruguay. Y por ello insisto en que Uruguay es uno de los países más ricos del mundo. Yo comparo el valor de este recurso humano con el de los enormes recursos naturales de algunos países hermanos, inmensamente ricos, y su fracaso en brindar el elemental bienestar a sus ciudadanos. Sí; sin que los propios uruguayos nos demos cuenta, somos muchísimo más ricos que muchos países poseedores de enormes riquezas naturales. Y por ello mismo somos tan ricos; porque no dependemos de las riquezas naturales como el petróleo, el gas, el acero, el aluminio, oro, o ni siquiera litio, que ahora amenaza convertirse en una nueva riqueza (lo tienen nuestros hermanos argentinos y no han sabido explotarlo.)

Y porque los uruguayos creamos cada día la única riqueza que tenemos para renovarnos y enriquecernos como nación; nuestro recurso humano, y la capacidad intelectual y laboral de nuestra gente! Para pagar nuestras deudas, solventar nuestras políticas sociales, nuestra educación, nuestra salud, nuestros servicios esenciales, y ser hoy, ante el mundo, un modelo de crecimiento económico con la mayor inclusión social. Lamentablemente, la propia y egoísta condición humana de sobrevalorar el esfuerzo individual, y no querer darnos cuenta que una nación se compone de toda la realidad que haya construido -y aún destruido -.toda la sociedad de esa nación, nos hace ser seres tan individuales, como egoístas  y sectoriales. Observemos, además, un cuadro muy ilustrativo que está circulando en estos días, titulado “Sudamérica on fire”, que describe las complejas  situaciones que enfrentan hoy muchos de nuestros países hermanos, y las cuales, Uruguay ha sabido sortear.



Por ello, a la luz de los acontecimientos más recientes, quienes nos representan políticamente  deberían internalizar algunos mensajes que obligan a un cambio de estrategia, con más respuestas que se adelanten a las preguntas. Y debemos reconocer sin necedades, que ésto ha sido precisamente el gran mérito del frente Amplio.

¿Acaso alguien pudo imaginarse hasta comenzado el Nuevo Siglo, que Uruguay pudiera disminuír a mínimos históricos su dependencia del petróleo en apenas tres lustros, cambiando su matriz energética por fuentes renovables? ¿Y que  en estos tres últimos lustros se convertiría en el tercer país con mayor producción de energía eólica en el mundo, el cuarto en energía solar, y primero en ambas clasificaciones de América Latina en 2018, según la Agencia Internacional de la Energía?

¿Y que durante 2019, batió récord en exportación de energía eléctrica, logrando que “en lo que va del año, el 23% de la energía generada en el país fue exportada”?  ¿Y que la Organización de las Naciones Unidas situaría a Uruguay entre los países más avanzados del mundo en gobierno electrónico, y el único de América Latina en alcanzar la "elite" del gobierno digital?


¿Y que pudiera ser tercero en el mundo, después de Holanda y Corea, en la participación ciudadana en la utilización de la tecnología?  ¿Y que llegaría a integrar el grupo D6, los seis países más avanzados digitalmente del mundo?

Hay muchas respuestas más, como éstas, que se anticiparon a las pocas preguntas existenciales que nos hacíamos cuando me fuí al exterior, en 1991, y que superaban la capacidad de las  respuestas. Había comenzado a escribir un libro titulado “¿Quo vadis, Uruguay”, interrogando  sobre qué destino podía esperarle al Uruguay. ¿Hacia dónde podía ir  el Uruguay? ¿Y en base a qué, y con qué, y con quién? Todo ello  luego del brutal endeudamiento de los años ’80 -la “década perdida” según Cepal - luego de la “quiebra de la tablita”, como se denominó a la salvaje maxidevaluación, detrás de  la cual siguieron cerrando muchas de las  empresas más icónicas del país, y tras el quiebre y la venta por U$S 1,00 de los bancos privados más representativos del país. (¡Menos mal que no se les ocurrió -o no pudieron - vender el Banco de la República!)

Por ello creo, siguiendo  la reflexión de Benedetti, que hoy en Uruguay,  “cuando hemos logrado tener tantas respuestas, deberíamos cambiar las preguntas”, valorando lo tanto que hemos avanzado y logrado, en tiempos en que las respuestas de nuestros vecinos y buena parte del mundo, han sido y son, tan escasas como insatisfactorias. Y deberían estar dirigidas a nosotros mismos, porque es una condición del ser humano, que cuanto más avanza y más tiene, más exige y más quiere. Pero nos cuesta hacernos cargo de la realidad que componen, tanto nuestro presente, como nuestro pasado. 

Y es que los seres humanos somos presa y prisioneros de nuestras emociones y nuestras percepciones. Y esta mezcla es la que aprovechan, precisamente, los políticos y los medios de comunicación. Porque votamos con nuestras emociones, más que con nuestras razones. Y en este sentido, las apariciones  de nuevos Mesías reivindicadores logran mover nuestras preferencias, desplazándonos de uno a otro lado. Representando necesidades - algunas básicas - otras por  motivaciones superiores. Recordemos la pirámide de Maslow, una teoría que trata de explicar las motivaciones que impulsan a actuar al ser humano, según sus necesidades, desde las más básicas para su supervivencia, hasta las más sofisticadas para su existencia.

¡Siempre aparecen Mesías que prometen llevarnos al cielo, pero muy pocos que ayuden a mejorar nuestra convivencia en la tierra!

Amen.

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