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Wednesday, August 28, 2019


¿Quo vadis Argentina? otras “PASO” y otro paso.

Sin duda que en estas últimas elecciones PASO, Argentina ha dado otro paso. ¿Pero, hacia dónde apunta esta vez, este nuevo paso? Un nuevo paso que ha  mostrado, una vez más, repetidos errores y fracasos. Y que deberían dar paso a un muy serio análisis y reflexión con carácter nacional, entre todos los argentinos. Porque creo que como nunca, en las próximas elecciones presidenciales, Argentina se juega y define su futuro. Y digo que con carácter nacional; pues debe involucrar, tanto a aquellos que en la lógica de sus diarias necesidades le pasaron factura al gobierno del Presidente Macri, por sentirse olvidados, como también a aquellos que sin sufrirla demasiado, también se incorporaron a sacarle resultados. Errores que se llevan por delante las mejores intenciones y las mejores expectativas, como también a las mejores personas, por estar mal asesoradas.

Si; fundamentalmente, por mal asesoradas. Porque pese a hombres y nombres de renombre, se sigue cayendo en el imperdonable error de subestimar la intensidad y cantidad del sacrificio de las personas más perjudicadas por decisiones que, inexorablemente, sean cuales sean, van a afectar a parte de la población. Y eso pasó nuevamente en la Argentina.

¿Quién podría dudar de las mejores intenciones del Presidente Macri, un profesional Ingeniero entusiasmado en transformar y modernizar un país atrasado, cumpliendo con deudas vergonzosas de infraestructuras de todo tipo, y que atentan -tanto  contra la producción, la inversión, la generación de empleos y fuentes de trabajo dignos - como a su vez, contra la calidad de vida de los argentinos más vulnerables?  (Un país dónde, por ejemplo, el 15% de la población no tiene acceso al agua potable, el 40% vive sin cloacas y apenas el 20% de las aguas residuales cuenta con un tratamiento en el país).

Pero como lo resumió mi hijo Sebastián, quien vive allá, y ante mi asombro por las inversiones del gobierno Macri en trenes de carga, y de transporte urbano, Metrobuses, estaciones, carreteras, cloacas, agua potable, energía, también es cierto que quizá “debería haber esperado un poquito más con los trenes, y pensar un poco más  en aliviar la mesa de los más necesitados”. Porque sin duda ese es el sentimiento que expresaron todos esos argentinos que, habiéndolo elegido en 2005, se sintieron frustrados - no tanto por haberle dado su confianza, ante tanto por hacer - sino por haberlos olvidados en la dura lucha por el sustento diario. Y que hicieron catarsis con su voto castigo.

Últimamente muchas voces se han hecho eco de una de las peores y más desafortunadas frases conceptuales que he escuchado durante esta campaña por las presidenciales en Argentina, “hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente”. Creo que primero la dijo el Señor Lavagna, queriendo demostrar su sapiencia  en carácter de candidato elegible.  Luego, como siempre sucede, la recogió el chismerío mediático y todos los famosos periodistas, panelistas,  analistas, y opinadores de oficio. Y yo creo -a la luz de las experiencias de países hermanos, muy presentes -que el error ha estado, precisamente, en ese engaño de ponerle plata generosa en el bolsillo a la gente, sin crear las condiciones para que la gente tenga la oportunidad de ponerse ella misma su plata en el bolsillo y una calidad de vida decente, gracias a su trabajo digno, que es el mayor enriquecimiento personal, y el de la nación.

¿Es viable un país cuyo Estado emite 18 millones de cheques al mes? Más del 60% del presupuesto argentino se destina a jubilaciones y planes sociales, y lo recibe el 40% de la población. Y a esto le agregamos el pago de pensiones y los fondos para el pago de salarios de funcionarios del gobierno nacional, que sumados a los de provincia y municipios son más de 3.500.000, es decir que más de 21.000.000 de hombres y mujeres dependen del Estado. Mientras que en el sector privado, donde realmente se produce la riqueza económica del país,  se desempeñan alrededor de 8.000.000 de argentinos.

Y ahora, después que quebraron al país gastando todas las reservas en ser generosos, simpáticos y populares, culpan al Presidente Macri por haber pedido un nuevo préstamo al FMI (siempre los pidieron..) y de haber endeudado al país para pagar las cuentas que ellos dejaron, y hacer las obras de vergonzante  necesidad, que ellos no hicieron! Y utilizan una vez más la mala fama creada en torno al FMI, cuando una vez hechas todas las cagadas y no teniendo ya un mango para gastar, deben pedirle plata quien les pueda, y quiera prestar. Y en este caso, el único en querer prestarles a intereses decorosos, es el FMI, del cual hay que recordar -una vez más -que todos nuestros países somos socios y responsables! 

Y la suerte de cada quien no depende del FMI -quien por lógica, y en nombre de todos los socios, debe exigir las responsabilidades elementales para no desfinanciarse y dejar de existir -sino de la seriedad en la ejecución de los programas para solventar los problemas socio-económicos de cada Estado miembro. Y me permito citarles un caso en el cual, estos préstamos, han  sido exitosamente utilizados.

“Cuando asumió el primer gobierno del Frente Amplio (FA) en el año 2005, debió negociar un programa de créditos con el FMI. Seis años después, (en 2011)  Uruguay se convirtió en acreedor del FMI y a través del mismo, otorgó créditos a Angola e Irlanda, cinco años después de cancelar su deuda con el organismo. ¿Y acaso Uruguay es más poderoso que la Argentina?

Y por todo ésto, creo que alguien debió haber evaluado y anticipado las urgentes reivindicaciones de esa parte de los argentinos más perjudicados, para asesorar al Presidente! El Presidente Macri no estaba malversando fondos ni robándose el dinero de los argentinos; simplemente equivocó realidades y prioridades. Y sus renombrados asesores no supieron entender la realidad del país! Como resultado, Argentina podría perder a un bien intencionado y bien capacitado presidente - que desde hace mucho tiempo necesitaba - dando lugar a más incertidumbres, vueltas al pasado repudiado, y mensajes nada aleccionadores para su futuro. Por algo los países más exitosos en su calidad de vida, no son aquellos en los cuales se subsidian los servicios y se desgravan los impuestos, sino los que pagando más impuestos obtienen mejor calidad de vida a través de mejores servicios.

Es cierto que Argentina tiene un gravamen impositivo pesado. Pero es el tercero después de Brasil y Uruguay. Y veamos el caso de Dinamarca, por ejemplo. Actualmente, este país tomado como modelo de inclusión social, se enfrenta a una disyuntiva imposible de imaginar para nosotros;  la gente no quiere que les bajen los impuestos. Y aún en contra de lo que quieren sus ciudadanos, el Estado sabe que necesita reducir los impuestos para acelerar el crecimiento e incentivar el trabajo. Se prevé reducir 3000 millones de euros por año de impuestos hasta 2025.

Claro Dinamarca cuenta con tres indicadores que despiertan la envidia de cualquier ministro de Economía: su inflación anual en 2018 fue de 0,7%; su producto bruto interno (PBI) per cápita es de US$52.832 y su tasa de desempleo, de 4,8%. Por ello, tampoco los despeina tener un 46% de carga tributaria, y estar está entre los países con mayor presión impositiva, porque esta carga luego les vuelve en servicios y prestaciones sociales de un Estado cuyo gasto público es de 52% del PBI.

Está bien; el Presidente Macri ha reconocido públicamente su error de prioridades. Y ha pedido las disculpas del caso. Y hasta con lágrimas en los ojos. Lo cual vuelve a remitirnos a la elección anterior por la cual le confiamos nuestro destino, ante el ejemplo de gobiernos anteriores que desprestigiaron al país, desparramando por el mundo entero la falta de credibilidad, la vergonzosa corrupción, y  la falta de confianza en la Argentina.

Y por ello, una vez más me pregunto y pregunto, “Quo Vadis Argentina”. Y se me ocurre pensar que terrible es para un país o persona, estar atrapados y prisioneros -sin darnos cuenta - dentro de un paradigma equivocado, por más de medio siglo, pero del cual no nos atrevemos a salir!



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