¡El Frente Amplio está llegando!
Un muy apreciado
compañero, reconocido como un valioso militante
por toda la izquierda combativa que tanto sacrificio desparramó con sus entregas
personales, al éxito de lo que al fín terminó siendo el paradigma transformador
de este Frente Amplio, escribió en estos días en Uypress, un artículo que me
impactó. Me impactó por su desencanto, por su soledad de sentimiento, por su
impotencia de pensamiento, y por su cuota de descreimiento. El artículo lo
tituló “El Frente Amplio se está yendo”.
Y dentro de su decepción y negación, producidos por los errores cometidos
durante el natural desgaste de estos quince años de esfuerzos tan titánicos
como enriquecedores, afirma “Se está
yendo de mi, todos los días”.
Y creo que -con todo
el respeto que me merece - entre otras cosas, refleja un mal muy común en todos
nosotros; esa negación egoísta de que “conmigo
si, y sinmigo no”, muy común de los
uruguayos. Siempre el culpable es el otro; nunca yo. Dice el compañero en su
artículo: “Yo no me voy del Frente
Amplio, el Frente Amplio se está yendo de mi, todos los días”. Y yo pienso
que eso es como decirle a tu compañera de toda la vida que, como ya no estás
tan buena como antes, voy a dejar de amarte!
Porque no nos
detenemos a pensar en que - si bien a nuestra particular persona, que ya logró avances importantes en cuanto a
cierto bienestar -no nos sigue
ofreciendo lo que cada día seguimos y seguiremos exigiendo más y más, a
muchísimos compatriotas históricamente carenciados, esta vez les tocó un poquito más de suerte. Y
para ellos, ¡el Frente Amplio recién está llegando! ¿Qué cometimos errores?
Pero, ¿y quién nos
dijo, profetizó, o vislumbró, o nos engañó, haciéndonos creer que éramos
portadores de un estado de perfección sobrenatural, donde ya no habían errores,
ni engaños, ni decepciones? ¡¿Que también nosotros nos equivocamos? Pero, ¿y qué y quiénes somos? ¿Extraterrestres
en lugar de humanos? Como ya lo expliqué en un artículo en Uypress, pagamos el
precio de conocer más íntimamente a nuestra familia. Les dimos a algunos de nuestros compañeros unos
caramelos demasiado dulces, que les picaron los dientes! Y en definitiva fue
una demostración emocional, más que racional. Nunca quisimos preguntarnos si
estaban preparados para tamaña responsabilidad!
¡Y aquí nadie engañó
a nadie! Si no quisimos entender desde un principio de que se trataba todo
ésto, es porque nos cegamos ante la posibilidad y la necesidad del triunfo y la
reivindicación! Pero saber quiénes éramos, lo sabíamos! Y las cartas que
pudiera jugar cada quien, también las conocíamos!. Y yo me remitiría muy
especialmente a unas declaraciones que hizo recientemente en una conferencia de
prensa desde España, donde fue a recibir un premio, el expresidente José Mujica, aclarando
algunos conceptos.
Refiriéndose a la
situación de Venezuela, país cuyo fallido gobierno aún es defendido por compañeros frenteamplistas, Mujica expresó
que "han confundido deseo con realidad", agregando que "Rompieron un mecanismo de su propia economía
sin tener capacidad de poderlo llevar adelante”. Y fue muy categórico al
afirmar que "No por nacionalizar
progresas, si cada nacionalización produce menos y vienes para atrás. Tienes
que asegurarte que funcione", dijo Mujica. "Es el eterno problema de la izquierda de confundir sentimiento con la
realidad objetiva". ¿Y acaso, me pregunto yo, no fue ese precisamente
el error de confusión cometido por todos
los supuestamente izquierdistas, en Uruguay?
Y acaso no fue sobre esta
diferencia entre izquierdas que nos hablaba el ingeniero Juan Grompone, en su
muy lúcido artículo “Izquierda emocional o racional”, publicado el 17, abr,
2015, en el Semanario “Voces”? “Esta alternativa de la izquierda es histórica, siempre
ha existido”,
dice Grompone. “En el siglo 19, la
alternativa era “capitalismo bueno” o nueva sociedad. El primero apelaba a la
emoción de la fraternidad, el segundo al rigor del análisis de la economía. Era
la oposición entre el socialismo utópico y el científico, entre la emoción y la
razón”. “A comienzos del siglo 20
- aclara Grompone - nadie planteó mejor
este dilema que Antoni Gramsci cuando realizó enunciado voluntarista
más preciso que conozco, en una de sus cartas desde la cárcel: oponer al
pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad. Delineaba así de una
nueva manera este antagonismo: la voluntad, que es emoción, opuesta a la
inteligencia, que es razón”.
Y bueno, de allá para
acá, y supuestamente de acá al más allá, esta ha sido es, y será, la eterna confusión
que involucra a nuestra humanidad! Y a la izquierda, en especial. Sin duda que
Mujica, al igual que Sendic, en Uruguay, constituyen dos casos emblemáticos de decisiones
más emocionales que racionales. Sin duda también que cuando la izquierda
decidió elegir a Mujica sobre Astori, lo confirmó. Y cuando se eligió a Mujica
como presidente de la República, y a Sendic como presidente de Ancap (para
cumplir con el legado ideológico de su padre), ni Gramsci lo hubiera explicado
mejor.
Y ésto de los
enamoramientos emocionales, sin el debido equilibrio con lo racional, ha sido y
es, tremendamente peligroso para nuestras sociedades latinoamericanas. Varios
de nuestros países hermanos, están pagando los costos. Es maravilloso creer en el amor cuando -y mientras -nos enamoramos
de esa otra persona. Es maravilloso creer en las ideas, cuando -y mientras -nos
enamoramos de esas otras ideas. Es maravilloso enamorarnos de una ideología,
cuando -y mientras -nos enamoramos de sus reivindicaciones. Pero, como dice Mujica, “Tienes que asegurarte que funcione". "Es el eterno problema de la izquierda de
confundir sentimiento con la realidad objetiva".
O sea que, en un caso
u otro, más allá de un costo o una ganancia económica y material, alguien nos
prometa una ganancia individual y motivacional, para seguir creyendo en
nosotros mismos. ¡Pero sin que nos mate de hambre, por favor!
El ser humano crece,
pagando los costos de su crecimiento. Y para crecer, no hay otra alternativa
que intentar, equivocarse, y aprender. ¿Y el ganar? Y el ganar vendrá siempre
después que nos hayamos equivocado lo suficiente, como para aprender a ganar!
Si; para ganar, primero hay que saber perder. Y el problema está en que,
después que nos acostumbramos a ganar, nos olvidamos de los porqué perdimos -y
al igual que nuestros adversarios -comenzamos a perder. Y con la política,
sucede igual.
Por ello yo sigo
convencido, más que nunca en la vigencia del proyecto Frente Amplio. ¿Acaso no
nos ha dado a nosotros y a la comunidad internacional, cientos de ejemplos de
envidiable crecimiento con mayor inclusión social? ¿Nos olvidamos de lo hecho,
por crucificar a algunos compañeros? ¿Estamos cansados de los referentes que se
han desgastado concretando esta revolución social sin exclusiones? Y de ese
“sin exclusiones” que es nuestro sello personal?
¡Pues yo me permito
pensar que ahora, puede venir lo mejor! ¡Una segunda vida, con nuevos, y más
jóvenes, y más profesionales compañeros, más preparados y adaptados al exigente
mundo que nos amenaza con querer irse de nosotros todos los días. Y al cual
debemos seguir peleándole nuestro lugar! Sí; ¡nuevos compañeros! Sí; sangre
nueva, ideas nuevas, para un nuevo
comienzo, sin abandonar las banderas de los principios y valores, pero
agregando nuevos valores que nos enriquezcan. ¡No hay otro proyecto mejor!
¡Olvidémonos de
seguir cobrándonos cuentas, por los errores del pasado! ¡Que de eso ya se ocupa
nuestra oposición!. Y ni siquiera lo hace bien.
Atrevámonos a mirar hacia el futuro, y a soñar y a crear, una vez más,
oportunidades nunca imaginadas! Ya lo hemos hecho, y mejor que nadie.
¡Este
Uruguay de hoy es infinitamente mejor que el de hace quince años atrás! Y no lo
digo yo, lo dicen cientos de organismos especializados y opinadores ilustrados
que nos ponen como ejemplo! Si; ha llegado el momento de demostrar y
demostrarnos nuevamente, que podemos seguir avanzando en ser mejores. Más
inclusivos, más solidarios, más humanos. Pero también, más inteligentes y más
creativos! ¡Yo apuesto a los uruguayos todos, no al desencanto por unos pocos
equivocados!
Y me permito
preguntarles a esos compañeros desencantados: ¿Vamos a tratar otra vez de
encontrar un nuevo “Mesías”, que traiga el mensaje justo y apropiado para
satisfacer cada insatisfacción personal? Recuerden que ese tipo de soluciones
las hemos pagado muy caro! En el Uruguay, y en el resto de nuestra humanidad. “Es más fácil agitar banderas que agitar
ideas”, dice Grompone. ¡Y yo le creo! Porque el Uruguay necesita que
sigamos agitando ideas, y no ponchos ni banderas! Y porque un renovado Frente
Amplio, está llegando!
Amen.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home