Durmiendo con los enemigos.
Carta abierta al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Hugo Chávez Frías.
Sr. Presidente:
Mientras Usted y sus colaboradores piensan en seguir comprando armas, aviones, helicópteros y submarinos para la defensa nacional, las patrullas de nuestra policía del Municipio Sucre, necesarias para velar por la vida y los bienes de tantos ciudadanos, se caen a pedazos, y no se renuevan desde hace varios años.
Mientras los delincuentes se las ingenian para portar armas de última tecnología que consiguen hasta por Internet, y los reservistas bolivarianos tendrán a su disposición esos hermosos fusiles rusos AK -103, nuestros policías deben esperar cuatro o cinco años para que el FIDES les apruebe la compra de unas pistolas con tecnología de “chopos”, unos chalecos antibalas y unas pocas patrullas más.
Mientras Usted y sus colaboradores –a pesar de andar rodeados de guardaespaldas -tiemblan cada día ante la amenaza de una supuesta invasión norteamericana, nuestras amas de casa, obreros, empleados, empresarios y estudiantes, arriesgan su vida todos los días en la calle sin portar siquiera un chaleco antibalas, y son atracados, muertos y despojados de sus bienes, sin que haya globos aerostáticos, ni escudos anti-misiles que protejan a nadie, ni en el interior de sus ranchos.
Sr. Presidente: yo me atrevería a advertirle que si al bicho con olor a azufre se le ocurriera invadir a Venezuela así no más, como lo hace él, a lo bruto y sin consultar a la ONU, a la OEA, o a quien sea, es probable que en menos de 48 horas estemos todos oliendo a azufre. Recuerde lo que le pasó al General Galtieri en Argentina cuando se le ocurrió –por las malas, aunque con razones buenas –enfrentarse al ejército británico para recuperar sus Malvinas. El único que pudo en los últimos tiempos vencer al poderío británico se llamó Mahatma Gandhi, y curiosamente lo hizo, sin saber siquiera como se dispara una bala!
Sr. Presidente; comprendemos que usted esté preocupado por las existenciales pretensiones del imperio para adueñarse de nuestras riquezas –una constante ya asumida por nuestros pueblos hambreados –pero mas allá de aquellos a quienes les gusta siempre chuparse las ganancias de los pozos petroleros, ya quedan muy pocos venezolanos y latinoamericanos que nos chupemos el dedo.
No lo estoy criticando ni satanizando sus esfuerzos revolucionarios, Sr. Presidente; por más que yo no crea demasiado en su ideología –que tampoco nadie ha explicado con claridad - respeto la voluntad de un pueblo más que sufrido, que decidió confiarle su presente, aún a riesgo de hipotecar su futuro.
Aunque usted no lo crea, estoy convencido de que esta, es mi mejor forma de ayudarlo. Por ello le pido que antes de viajar tanto por Rusia, Bielorrusia, Irán, Cuba y los países del Medio Oriente, péguese una vueltita por los barrios del 23 de enero, Catia, La vega, José Félix Rivas, y otros tantos de Venezuela. Estoy seguro de que a usted le encantaría vivir ahí, junto con tanta gente humilde que le entregó su voto. Y digo “vivir” ahí, Sr. Presidente, no precisamente porque ahí vivan mejor, sino simplemente porque ahí no viven mucho; ahí la cosa es mas bien morir, y siguen confiando en usted para ver si pueden vivir un poco más..
Sr. Presidente:
Mientras Usted y sus colaboradores piensan en seguir comprando armas, aviones, helicópteros y submarinos para la defensa nacional, las patrullas de nuestra policía del Municipio Sucre, necesarias para velar por la vida y los bienes de tantos ciudadanos, se caen a pedazos, y no se renuevan desde hace varios años.
Mientras los delincuentes se las ingenian para portar armas de última tecnología que consiguen hasta por Internet, y los reservistas bolivarianos tendrán a su disposición esos hermosos fusiles rusos AK -103, nuestros policías deben esperar cuatro o cinco años para que el FIDES les apruebe la compra de unas pistolas con tecnología de “chopos”, unos chalecos antibalas y unas pocas patrullas más.
Mientras Usted y sus colaboradores –a pesar de andar rodeados de guardaespaldas -tiemblan cada día ante la amenaza de una supuesta invasión norteamericana, nuestras amas de casa, obreros, empleados, empresarios y estudiantes, arriesgan su vida todos los días en la calle sin portar siquiera un chaleco antibalas, y son atracados, muertos y despojados de sus bienes, sin que haya globos aerostáticos, ni escudos anti-misiles que protejan a nadie, ni en el interior de sus ranchos.
Sr. Presidente: yo me atrevería a advertirle que si al bicho con olor a azufre se le ocurriera invadir a Venezuela así no más, como lo hace él, a lo bruto y sin consultar a la ONU, a la OEA, o a quien sea, es probable que en menos de 48 horas estemos todos oliendo a azufre. Recuerde lo que le pasó al General Galtieri en Argentina cuando se le ocurrió –por las malas, aunque con razones buenas –enfrentarse al ejército británico para recuperar sus Malvinas. El único que pudo en los últimos tiempos vencer al poderío británico se llamó Mahatma Gandhi, y curiosamente lo hizo, sin saber siquiera como se dispara una bala!
Sr. Presidente; comprendemos que usted esté preocupado por las existenciales pretensiones del imperio para adueñarse de nuestras riquezas –una constante ya asumida por nuestros pueblos hambreados –pero mas allá de aquellos a quienes les gusta siempre chuparse las ganancias de los pozos petroleros, ya quedan muy pocos venezolanos y latinoamericanos que nos chupemos el dedo.
No lo estoy criticando ni satanizando sus esfuerzos revolucionarios, Sr. Presidente; por más que yo no crea demasiado en su ideología –que tampoco nadie ha explicado con claridad - respeto la voluntad de un pueblo más que sufrido, que decidió confiarle su presente, aún a riesgo de hipotecar su futuro.
Aunque usted no lo crea, estoy convencido de que esta, es mi mejor forma de ayudarlo. Por ello le pido que antes de viajar tanto por Rusia, Bielorrusia, Irán, Cuba y los países del Medio Oriente, péguese una vueltita por los barrios del 23 de enero, Catia, La vega, José Félix Rivas, y otros tantos de Venezuela. Estoy seguro de que a usted le encantaría vivir ahí, junto con tanta gente humilde que le entregó su voto. Y digo “vivir” ahí, Sr. Presidente, no precisamente porque ahí vivan mejor, sino simplemente porque ahí no viven mucho; ahí la cosa es mas bien morir, y siguen confiando en usted para ver si pueden vivir un poco más..
Nuevo viaducto Caracas, La Guaira. ¡Un récord Impresionante!
No los defraude Sr. Presidente; bien o mal, usted para muchos encara una esperanza; bien o mal, usted significa para ellos un bálsamo reconfortante ante tanta exclusión, desidia y miseria amontonada. Pero le recuerdo que tanta obra bonita como esos Centros de Diagnóstico Integrales, Universidades, trenes, puentes, viaductos y carreteras, se disfrutan en vida, no después de muerto..! Sr. Presidente; despierte: nuestros verdaderos enemigos ya están aquí! Mire un poco más para adentro; usted duerme con su enemigo, y nosotros con el nuestro!
Argenta
Junio, 2007
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