En busca de la convivencia perdida
Pero si voy a detenerme –en afán de contribución y no de descalificación –en aquellas que considero siguen estigmatizando a un sector de la sociedad por demás valioso y sacrificado, siempre tan mal mirado como mal pago; siempre tan olvidado como mal reconocido. Me refiero, concretamente, a los Policías. Y más concretamente, a dos de las 15 medidas anunciadas, que tienen que ver con su desempeño. En los parágrafos b) y j) por ejemplo, se menciona lo siguiente:
b) Agravamiento de las penas en caso de corrupción policial y tráfico de pasta base con aumento de la pena de un mínimo de 4 a 15 años de penitenciaría.
j) Mejorar la
eficacia y transparencia policial, a través de la instalación de un sistema de
trabajo en las comisarías en base a gestión por resultados y control de
indicadores; un nuevo sistema de patrullaje; adaptación al territorio del
despliegue operativo de la Policía fundamentalmente en el Área Metropolitana;
instalación de un Laboratorio Especializado para análisis de drogas que
permitirá identificar sus componentes; instalación de un sistema de gestión de
calidad en todos los sistemas de comunicación policial; fortalecimiento de sistemas
y procedimientos permanentes de control de desbordes y corrupción policial.
Mi opinión.
Hubiera sido deseable la participación de los ciudadanos, tanto en la elaboración de estas medidas como en la integración del Gabinete de Seguridad, lo cual le daría un piso más amplio, más participativo, menos sectorial, y más creíble. En estos casos, es saludable lograr la participación y el compromiso de la ciudadanía para hacer suya la propuesta, y el necesario involucramiento en las posteriores etapas de seguimiento, evaluación, y mejoramiento. Por otra parte, se cae una vez más en el error (una renguera histórica de la izquierda) de seguir estigmatizando a la Policía en los apartados b) y j) cuando la idea debería ser revalorizar su aporte a la comunidad, dándole sentido de pertenencia, como parte de un frente común contra la delincuencia.
Creo un error haber emparentado en un mismo artículo (b) “corrupción policial y tráfico de pasta base”,
como si ambos tuvieran un denominador común, lo cual de alguna forma golpea la
sensibilidad y la moral de los cuerpos policial. A esto se agrega que en el
apartado j) se vuelve a insistir en “mejorar
la eficacia y transparencia policial”.. y “procedimientos permanentes de control de desbordes y corrupción
policial”. ¡Vaya; parecería que se trata más de controlar y castigar a los
policías que a los propios delincuentes!

Por
ese motivo, el Círculo Policial solicita que las penas se agraven "en todos los casos de corrupción",
alcanzando "a todos los ámbitos del
Estado, incluyendo a la clase política en su conjunto". Y aclara
además, que si el gobierno no accede a reconocer la solicitud, los policías
tendrán derecho "a tomar todas las
acciones legales que estén a nuestro alcance para revertir el daño moral que se
nos está infligiendo gratuitamente". ¡Y nuevamente tiene razón! Deberían establecerse estímulos, premios y
reconocimientos a la gestión policial, como grandes motivadores, dentro de esa anunciada
“instalación de un sistema de gestión de
calidad”, como forma de “mejorar la eficacia y transparencia policial”, mencionada en
el apartado j), en lugar de seguir cuestionando públicamente
la función policial. Pero ¡cómo cuesta cambiar los viejos paradigmas
heredados de las décadas ´60 y ´70!
La otra cara de un Policía: patrulleros asistiendo un parto.
Otra visión.
La dura experiencia realizada durante nueve de mis dieciocho años viviendo en Venezuela, trabajando estrechamente con las comunidades organizadas y los cuerpos policiales -en una realidad mucho más difícil y compleja –me permiten asegurar que Uruguay no ha superado aún este trauma del pasado. Seguimos viendo a nuestros policías como parte del problema y no de la solución. Seguimos descargando en ellos nuestra frustración social, porque es más fácil y cómodo encontrar “chivos expiatorios” que nos absuelvan de nuestra responsabilidad social, mientras escondemos nuestras culpas en aquel lugar de la psique al cual Carl Jung denominó sabiamente como la “Sombra”. Si; allí donde guardamos aquellos actos que no nos gusta aceptar de nosotros mismos..
Condecoración otorgada por la
Venezuela.
Otras medidas.
Considero que la
mayoría de las medidas contempladas dentro del documento “Estrategia por la
vida y la convivencia”, son muy acertadas. Y voy a coincidir, dentro de ellas,
con las declaraciones del Ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, en
cuanto a la responsabilidad (o quizá deberíamos decir “irresponsabilidad”) de los medios de
comunicación: “Entendemos que todas estas
medidas y las ya existentes deben ir acompañadas de un compromiso muy fuerte de
los medios de comunicación” – alertó Olesker –“La caída sustantiva de la pobreza, la casi erradicación de la indigencia,
el más bajo desempleo de la historia, las mejoras del salario real, etc., nada
de esto aparece reflejado con la importancia que tienen en los medios masivos
de comunicación. No ocurre lo mismo con la crónica roja”.

Argenta
Julio, 2012
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