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Saturday, February 17, 2007

¿Socialismo Siglo XXI..o Siglo XXII?


"Si usted conoce a una persona muy vieja, de izquierda, es porque tiene problemas... a los 60 años cambiamos". Lula, Diciembre, 2006 (Aunque luego explicó que era una broma..)

Nadie es ajeno a la simpatía existente entre el Presidente Lula de Brasil, y el Presidente Chávez, de Venezuela. Simpatía que más allá de la definición tradicional: afinidad, atracción, estima, interés, que experimenta una persona con respecta de otra –incluye además un alto componente de “empatía”. Empatía que, a su vez, ha sido puesta de manifiesto en especiales momentos cuando, por ejemplo, representantes del gobierno norteamericano –caso la visita del Sr. Rumsfeld a Brasil –pretendieron utilizar esas circunstancias como plataforma de lanzamiento para satanizar la actitud del Presidente Chávez. Recordemos que en aquellos momentos el Presidente Lula, afirmó públicamente que no podemos permitir que se hable mal de uno de nuestros hermanos..

Y últimamente, ante la visita del Sr. Nicholas Burns en febrero de este año, el muy sagaz Canciller Celso Amorim aclaró que “Brasil no pasa recados de nadie..” adelantándose a la intención manifiesta de Burns de lograr “ecos”, para defenestrar nuevamente al Presidente Venezolano. Hay que reconocer que por algo la diplomacia de Itamaratí, es considerada una de las más hábiles del mundo. Como también ha sido muy inteligente el Presidente Lula, al no entrar en el juego, cuando han querido enrostrarle que el Presidente Chávez le está quitando protagonismo en la región. Indudablemente, que esa empatía proviene de una concepción socialista en común, de mirar los problemas y las necesidades de sus países, reconociendo la urgencia en atacar las carencias y fallas de políticas que han dejado fuera del sistema a una enorme parte de la población.

Acelerando los cinco motores.

Sin embargo, lo verdaderamente interesante es analizar como aplica cada quien las políticas –supuestamente ambas de corte socialista –para impulsar la transformación destinada a lograr un mayor “estado de bienestar” para sus pueblos. En este sentido, curiosamente los dos han presentado luego de sus reelecciones, y bajo diferentes denominaciones, programas que incluyen cinco líneas de acción. El Venezolano, bajo la denominación “Socialismo del Siglo XXI”, incorpora “cinco motores constituyentes” destinados a una transformación en lo social; el Brasilero, un Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) con especial énfasis en acelerar el crecimiento económico del país, uno de los más bajos de la región.

El primero parte de la base de que no puede haber transformación social sin una ideología rectora que introduzca nuevos valores en la sociedad, disponiendo para ello de poderes monárquicos en el hacer y deshacer, que comprenden: 1) Ley habilitante que da al Presidente poderes especiales para legislar –con o sin - la anuencia del Congreso; 2) Reforma Constitucional que incluye la relegitimación presidencial indefinida y un estado de derecho socialista; 3) Moral y Luces para una reforma educacional "con valores socialistas", 4) "Una nueva Geometría del Poder" (reordenamiento socialista de la geopolítica de la nación) y 5) "Explosión del Poder Comunal" basado en los consejos comunales que administran parte del presupuesto municipal. Todo bajo el slogan “Rumbo al Socialismo Bolivariano”.

Para que no queden dudas de esta concepción socialista hacia el “poder popular”, ahora hasta los Ministerios han cambiado su denominación, anteponiendo a su identificación la acepción “Ministerio del Poder Popular para…” Y en toda y cada vez que puede, el Presidente Venezolano no pierde la oportunidad de enviar un saludo a su admirado líder Cubano.

Por su parte, el Programa presentado por el Presidente Lula se basa en un paquete de inversiones masivas por US$ 234.000 millones en los próximos cuatro años, las cuales provendrán de fondos públicos en manos del gobierno, compañías estatales, y empresas privadas. El programa se divide en cinco grandes áreas: 1) el aumento de la inversión en infraestructura; 2) el estímulo al crédito y la financiación a intereses bajos; 3) la mejora en las normativas ambientales para atraer capitales; 4) la reducción de impuestos, y 5) la simplificación de los trámites burocráticos. El proyecto abarcará reformas de infraestructura y los sistemas de transporte, e inyecciones fuertes en el sector energético y sanitario: proyectos de gasoductos, electricidad, carreteras, hidrovías, puertos, aeropuertos, saneamiento básico y habitación, y beneficia a todo el país.

Combustible para la revolución..
O sea, mientras que uno prosigue profundizando su revolución por medio de debates intestinos sobre el socialismo, radicalizando las diferencias entre ricos y pobres, privatizando empresas de servicio público consideradas estratégicas para la revolución, y amenazando con nacionalizar a otras privadas por supuestas maniobras de desestabilización, el otro invita al capital privado y a los empresarios a participar en uno de los planes de inversiones mas revolucionarios de su historia.

¿Donde están los diferenciales para que uno y otro adopten actitudes y políticas tan disímiles ante necesidades tan similares? Si bien Brasil está urgido de acelerar su crecimiento económico ante los pobres índices registrados en los últimos años, no es menos cierto que la gestión de Lula ha arrojado resultados muy positivos en el combate a la pobreza gracias, entre otros, al plan “Bolsa Familia”, lo cual lo llevó a la reelección; ha logrado el autoabastecimiento energético de la nación; la estatal empresa Petrobrás obtuvo ganancias récord de más de US$ 12.000 millones –la cifra más alta de su historia - por segundo año consecutivo; y se ha transformado además, de tradicional receptor, a exportador de inversiones fuera de su país, por más de US$ 9.000 millones durante el 2006.

Por otra parte, mientras el Presidente Venezolano sigue tirando misiles contra el abominable Sr. Bush y toda forma de imperialismo capitalista, el Presidente brasileño cruzó la acera y en lugar de asistir a las deliberaciones del Foro Social Mundial –la antítesis de Davos y el sistema capitalista –tras su reelección asistió nuevamente al Foro Mundial de Suiza, ocupando un especial protagonismo en el rescate de las fracasadas Rondas de Doha.

Indudablemente, el Presidente Venezolano, superadas las angustias producidas por un brutal atentado político y económico en su contra en el año 2002 - con una nación de 26 millones de habitantes y la enorme riqueza de sus recursos petroleros potenciada por los altos precios de exportación- no tiene las urgencias presupuestarias que si tiene el brasileño para profundizar las reformas que aseguren un mayor estado de bienestar para sus 185 millones de ciudadanos.
Por ello, si bien para Chávez el capitalismo es una “maldición” que trata de combatir a fuerza de petrodólares y socialismo, el Gobierno de Lula no puede darse el lujo de elegir el color del dinero, sino por el contrario, su mayor habilidad está en transformarlo en una “bendición” capaz de servir de combustible para acelerar su transformación nacional. Es otra forma de asegurar “patria para todos, o patria para nadie”.

¿Será que Lula aún no llegó al Socialismo Siglo XXI, o que ya está en el del Siglo XXII?

Argenta
Febrero, 2007

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