No es leche, es chantaje, Sr. Presidente…
Usted se jugó la cuota política personal y partidaria, en un tema que era más que necesario para el futuro de la nación, la Reforma Jubilatoria, pese a mejoras y sandeces, que pudieran aportar por igual, los demás representantes de la sociedad. Y merece su reconocimiento. No me extraña que la oposición (Frente Amplio, a quien en su momento voté) le haya negado apoyo, aportes necesarios, y demás. Están demasiado dolidos por haber perdido, y demasiado urgidos en recuperar lo que perdieron. Están tontos, diría yo.
Pero no es justo que haya tenido que sucumbir a un grupo de nuevos mesías que, desde su entrada a la política se sabía que venían a buscar agua para su molino, beneficiando a cuestionados militares con vergonzosas conductas pasadas, que abrieron una enorme herida en la sociedad. Y ahora buscando protagonismo a toda costa, demorando decisiones, pretendiendo aportar populistas soluciones, y negando y renegando una supuesta coalición, en permanente colisión.
Creo que el pueblo uruguayo, luego de su enorme y profunda herida social, ha expresado claramente, quien es quién, y dónde debe estar cada quien. Y no hay nada más sagrado, para la democracia verdadera, que oír la voz de sus pueblos, aunque alguna vez, por circunstancias muy especiales puedan equivocarse.
Porque no son los pueblos los que se equivocan, sino aquellos representantes que recibieron su confianza, y fracasan por ineptos.
Tuvimos al frente de esta necesaria y reconocida reforma - por todo el sistema político - incluso aceptada y votada en el senado, a un excelente compatriota y profesional innegable, como el Dr. Saldain, que dio lo mejor de si y de sus colaboradores, para presentar un proyecto serio, sustentable, sin tropiezos populista ni engaños partidarios, y no obstante decidimos pasarlo por nuestra proverbial máquina de la destrucción, para lograr vergonzosos protagonismos político partidarios, por sobre los genuinos intereses de la nación.
No, presidente; usted afirmó recientemente estar satisfecho por el acuerdo, afirmando que pese a echarle agua a la leche, seguía siendo leche, y pese a que su propio Ministro, Pablo Mieres, reconociera que estas nuevas “imposiciones”, innegociables en un principio, no mejoraba al proyecto sino que por el contrario lo desmejoraban. No; presidente; si es agua con leche, es leche con agua, y no es la misma calidad de leche. ¡Y lo que buscábamos era calidad!
El que quiera permanecer en esa extraña coalición, que se atenga al mandato de las mayorías, porque las mayorías lo votaron a usted para gobernar, y no para ceder ante caprichos protagónicos de un partido minoritario que se siente autoritario a la hora de chantajear. ¡Esto que pasó, Sr. presidente, y esta manoseada y devaluada reforma previsional, es una vergüenza nacional!
Quedará en la historia del Uruguay que con esta reforma seria y sustentable como fue planteada inicialmente, pudimos dar un salto de calidad institucional, y apenas dimos un brinco cobarde, que sigue escondiendo y negado una realidad existencial.
Lástima presidente, usted tiene apoyo suficiente como para haber arriesgado algo más, y habernos beneficiado bastante más. ¡Y para no haberse dejado chantajear! Porque eso no es leche, Sr. presidente, es chantaje nomas.
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