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Wednesday, July 27, 2022

 La devaluación..de la política.


Tratar de poner en duda y desprestigiar a las institucionales estatales encargadas de organizar, velar y controlar, el voto democrático de los ciudadanos para elegir sus máximas autoridades, es estar presagiando ya la derrota de quien lo intenta. Y los ejemplos, son más que evidentes.

Cuando Trump, en estados Unidos, se dio cuenta de que iba a perder las elecciones contra Biden, inventó, vergonzosamente, acusar, desprestigiar, y descalificar, a la Corte Electoral de aquel país, inventando conspiraciones y desvíos, y alentando a sus fans a desconocer los resultados.

Según relata en su web, France 24 (13.07.22) “el Comité de Supervisión del Congreso que investiga el asalto al Capitolio estadounidense del 6 de enero de 2021 probó que el expresidente Trump "no fue manipulado" y que sus tuits publicados previos a la insurrección, así como una reunión, hasta ahora desconocida, en diciembre de 2020, fueron partes de "un plan homicida" que azuzaron a la turba que irrumpió en el Capitolio. Estas fueron algunas de las revelaciones de la séptima audiencia que se adelantó este martes en Washington”. Un peligroso momento donde, tras dos siglos de continuidad institucional, ésta estuvo a punto de romperse.

Hoy, también en nuestra hermana república de Brasil, el presidente Jair Bolsonaro viene regando gasolina desde hace unos meses, sabiendo que su mayor contrincante y adversario, Lula da Silva, le lleva varios puntos de ventaja, y muy probablemente perderá las elecciones. Por ello arremetió este lunes (AFP 18.07.2022) en una reunión con embajadores de distintos países europeos, contra la justicia electoral, a la que acusa de no querer transparencia en las elecciones presidenciales, y cuestionó sin pruebas la supuesta vulnerabilidad de las urnas electrónicas.

En varias ocasiones Bolsonaro ha dicho, sin ofrecer pruebas, que hubo fraude en las elecciones de 2014 y en la de 2018, donde el mandatario alega que habría sido electo en primera vuelta. Algunos analistas evalúan que la postura de Bolsonaro es parte de una estrategia para no reconocer una eventual derrota y afectar el proceso electoral. "Queremos corregir fallas, queremos transparencia, democracia de verdad. “Estoy siendo acusado de golpe todo el tiempo (...) estoy cuestionando antes porque tenemos tiempo de resolver el problema, con la propia participación de las Fuerzas Armadas", dijo el mandatario, advirtiendo veladamente, sobre una peligrosa participación de las FA brasileñas.

Y nuestra hermana, Argentina, no se queda atrás. Viendo que el cerco judicial se estrecha peligrosamente sobre sus procesamientos de corrupción, y desvíos de los dineros públicos en obras de vialidad y otras, ha comenzado a disparar abiertamente sus cañones populistas hacia los miembros de la Corte Suprema de Justicia (Bolsonaro dixit). Y sobre esta base es muy probable que, luego, al momento de las nuevas elecciones presidenciales del 2023, que anuncian un nuevo cachetazo a sus aspiraciones electorales, le permitan sembrar dudas sobre los organismos electorales nacionales.

Para ello, la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, posteó recientemente en su cuenta de Twitter dos videos titulados “De la Corte ejemplar a la Corte de los Cuatro: breve crónica de la decadencia” en la que apuntó nuevamente contra la Corte Suprema de Justicia. Además, señaló que los argentinos deben saber que “será muy difícil mejorar las condiciones de vida de todos con esta Corte” y con el modo de funcionamiento del Poder Judicial, en la que las condiciones de igualdad ante la ley “son de letra muerta de la Constitución”.

Bueno; como si dentro de sus períodos en el gobierno de más de quince años, no se hubieran desmejorado las condiciones de vida de todos, y ahora pudiera mejorarlas, descalificando los organismos constitucionales. Sus opositores afirman que quiere copiar el vergonzoso modelo venezolano, de Corte Suprema con 25 miembros elegidos a dedo, con lo cual eliminan su independencia, neutralizando su función de garantizarle al ciudadano, individualmente, y por encima de partidos y facciones, sus más sagrados derechos. Y pretendiendo refrendar proyectos de Constitución, que poco o nada tienen de constitucionales.

No voy a hablar de las abyectas dictaduras de Venezuela y Nicaragua, curiosamente surgidas en su momento mediante procesos democráticos, y que hoy encierran y torturan a sus adversarios políticos, como única forma de mantener su ilegítima permanencia en el poder. Contradictorio ¿no?

A esta altura, es evidente que tanto la política como los políticos, se han devaluado peligrosamente. Y es urgente y prioritario dignificar la tarea política, rescatando, para ello, la credibilidad y la confianza en quienes representan políticamente nuestros derechos.  Hace unos días, hablando con un amigo sobre estos temas y coincidiendo en las frecuentes equivocaciones de tantos ciudadanos al elegir sus autoridades, se me ocurrió una tonta frase que encierra una verdad conceptual. “No se puede hacer príncipe a cualquier sapo”. Y si, claro, que viene de esas hermosas y románticas historias sobre príncipes convertidos en sapo mediante algún sortilegio, y que, al recibir el beso de una bella dama, pueden volver a su estado original.

Pero para ello es necesario dominar los impulsos emocionales (los que nos llevan a enamorarnos fácilmente de promesas, discursos, y personajes de dudosa credibilidad, tomando decisiones erróneas) y acudir a los criterios creados por los dictados racionales. Pero bueno, como ya lo advirtió Einstein en su momento: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

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