¡Excesos peligrosos!
Una medida gubernamental que considero extremadamente necesaria y oportuna, fue el exigir a las empresas comerciales que fabrican alimentos, aclarar en los envases los posibles excesos de ingredientes que pueden dañar la salud de las personas. “Exceso de Sodio”, “Exceso de Grasas”, “Excesos de Grasas Saturadas”, “Exceso de Azúcares”, a partir de un Decreto del año 2020.
Y quiero contarles, brevemente, la experiencia personal que me llevó a
aplaudir esta medida. Para aquellos que no me conocen personalmente, les aclaro
que, si bien no estoy considerado un mal tipo, soy un poco bestia e impulsivo,
y me rindo fácilmente ante promociones que -con un mínimo de seguridad en
calidad y origen - enamoran mis escasos recursos financieros. Y ello me llevó, hace
unos tres años atrás, a degustar un alimento sopa, cuya oferta promocional en
precio y rendimiento, me aseguraban una propuesta alimenticia muy conveniente.
Tal fue el caso que, enamorado de su sabor y precio, procedí a consumirlo dos
veces diariamente.
El resultado fue que, antes de una semana me subió peligrosamente la
presión arterial, de un normal de 12 en alto, a un 22 y creciendo, por lo cual
debí llamar a mi emergencia SWAT. Y tras las preguntas de rigor, sobre sucesos
o circunstancias especiales que pudieran haber cambiado mis hábitos
alimenticios, descubrieron mi bestialidad de inyectarme vía oral y muy
disfrutablemente, más de 1.000 mg. de cloruro de sodio diariamente. ¡Vaya! Simplemente me indicaron que podría
haber reventado como un vulgar sapo, sin siquiera haberme dado cuenta. Desde
ese día, se los juro, aprendí a cuidar mi tendencia natural, y revisar, por lo
menos, los contenidos en sodio, en lo que consumo.
Y esto me ha reafirmado, entre otras cosas, la conclusión de que los seres
humanos somos propensos a tomar decisiones importantes para nuestro futuro, sin
haber consultado suficientemente el contenido de las propuestas recibidas, y el
alcance de sus ingredientes. ¡“Cloruro de Sodio: 550mg. aclaraba aquel envase!
Y yo, como bestia primaria que soy, ni se me había ocurrido leerlo, y menos aún
atenderlo.
Y se me ha ocurrido llevar esta experiencia a un gran tema que nos une y a
su vez nos divide, y que nos hace querernos, fanatizarnos, u odiarnos, a los
uruguayos, según nuestras preferencias políticas. Los uruguayos hoy, según los
analistas internacionales, somos el ejemplar país con “democracia plena”. ¡Y no
es poco decir ante el enchastre de nuestros hermanos latinoamericanos! Pero
quizá al igual que en los alimentos, tenemos el uso de algunos ingredientes que
conspiran contra la salud democrática. Algunos “excesos”, que amenazan la
convivencia y mas allá la coexistencia como nación. Tal es el caso de un “Exceso
de Democracia”, un “Exceso de Sindicalismo”, o un “Exceso de Proteccionismo”.
Y no es que estos ingredientes sean malos en sí mismos; sino en la forma y
cantidad en que los utilizamos. Democracia, Sindicalismo, y aún Proteccionismo,
son elementos básicos en una sociedad que se precie de avanzada, y respete los
derechos ciudadanos de su población. Pero en sus excesos frente a una mayoría
republicana, puede elevarnos peligrosamente la presión, llevarnos a cometer
injusticias sociales, y a un exceso de proteccionismo excluyente que dañe las
arterias por donde fluye la economía y la sustentabilidad de la nación. Y
ningún sector de la actividad nacional, está libre de caer en estos excesos.
Me preocupa especialmente el exceso de sindicalismo, que pueda llevar a una
hipertensión en la relación laboral, por parte de algunos sindicatos con
exigencias abusivas y por fuera de convenios acordados. Me refiero, por
ejemplo, a una cooperativa lechera que es orgullo del Uruguay en gestión y
eficiencia, y la mayor exportadora de la región, quien, luego de haber
soportado siete años de durísimas privaciones para sus legítimos propietarios-
productores, los esforzados tamberos, se encuentra en medio de un nuevo
conflicto. Esta vez porque, habiendo mejorado sus resultados en las últimas
rendiciones -lo cual fue aprovechado para adquirir nuevos y más eficientes
equipos para la industrialización de sus productos – es rehén de un abusivo
sindicato que, en demanda de más beneficios, está dificultando la entrega del
vital producto a la población, amenazando incluso con obstaculizar las
exportaciones.
Es de hacer notar que este sindicato en especial es de los más
privilegiados dentro del sector laboral, con salarios y beneficios muy por
encima de la media nacional, y aún de las ganancias de muchos pequeños
productores, cuyo trabajo es por demás sacrificado.
También el insólito caso de los empleados de ANCAP (FANCAP) una empresa
estatal quebrada financieramente, a la cual hubo que recapitalizar con fondos
nacionales en más de U$S 800 millones, y con pérdidas sistemática de US$ 8 o 10
millones por año en los últimos 20 años, en el negocio del portland, ahora obstaculizando la iniciativa gubernamental de
asociar este sector de actividad con un privado. ¡Sin tampoco ofrecer
alternativas, más allá de seguir sangrando al Estado! O el rechazo del PIT-CNT a
una elemental reforma a la Educación, que detenga el deterioro creciente y
reconocido - por más de varias décadas - y por todos los partidos.
O el de obstaculizar la imprescindible reforma de la seguridad social,
comprometiendo de por vida, la viabilidad financiera del Banco de la Seguridad
Social, máximo organismo de quien depende la vida, de los presentes y futuros
jubilados. Y ni que hablar de los nuevos paros de funcionarios portuarios en
complicidad con la operadora Montecon, quienes, habiendo recibido los
beneficios de la privatización, ahora se lamentan de los usufructos abusivos y
mal obtenidos, frente a su par, competidor. ¡Claro, mientras les convenía a
ellos, tanto como a los compañeros de la empresa competidora, silencio
absoluto!
Podría citar otros de estos excesos que amenazan la salud de la nación. ¿Excesos
de Democracia; Excesos de Sindicalismo; o Excesos de Proteccionismo? Saquen ustedes las conclusiones. ¡Lo que me
permito sugerir, para no repetir mi peligrosa experiencia con el exceso de
sodio, es detenerse a leer, analizar, e interpretar, los posibles daños de
algunos de los ingredientes en exceso, en los componentes, más allá de su
promesa en precio y sabor!
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