Violencia de Estado y terrorismo civil.
Y el
ministro le respondió que “es agraviante justificar violaciones a derechos
humanos si son “violencia civil”. "Torturar, matar, desaparecer
es repudiable siempre" expresó García, y reafirmó que la "cárcel
del pueblo" es una "expresión del brutal terrorismo que asoló la
democracia (1972)". Y sin duda, los dos tienen su parte de razón.
Por mi parte,
me pregunto que beneficio, y para quién, puede arrojar seguir revolviendo ese
poco de excremento que produjo nuestra historia, con tan lamentables resultados
para la sociedad toda. Por otra parte, que a una de las acciones se le llame
terrorismo de estado y a otra violencia civil, me parece demasiado infantil,
por cuanto las dos encierran violencia y terrorismo. Y las dos, en su momento, usan los mismos
métodos violentos de torturar, matar y desaparecer personas. Así que también
podríamos hablar de terrorismo civil y violencia de estado. Siempre que haya
violencia va a haber algo de terrorismo, sea del lado que sea. Y viceversa.
Terrorismo.
El Diccionario de la Real Academia Española define el término «terrorismo» como:
“Dominación por el terror.
Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Actuación criminal de bandas organizadas, que,
reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma
social con fines políticos”. O
personales.
Violencia. Para Wikipedia
“la violencia es el uso inmoderado de la fuerza (física o
psicológica) por parte del violento o agresor para
lograr objetivos que van contra la voluntad del violentado o víctima”. Para la Real Academia, es “acción
y efecto de violentar, y acción violenta o contra el natural modo de proceder”.
Y todos
quienes definen el fenómeno violencia, aclaran que hay muchos tipos de
violencia. No es sólo la violencia física. Hay que mencionar también la
violencia psicológica y emocional, que es el daño en forma de desconfianza
o miedo sobre el que se construyen algunas relaciones interpersonales insanas. Y
que es origen de problemas en las relaciones grupales, bajo formas como la
polarización, el resentimiento, el odio, etcétera. ¿Les suena a algo, como la
política?
Porque
violencia es también cuando los políticos corruptos, olvidándose de sus
promesas electorales, cometen actos en perjuicio del Estado de los ciudadanos,
para enriquecerse a sí mismos. Y es una violencia de Estado tan indignante, que
puede derivar en actos de terrorismo civil. También lo es la actitud de
empresarios que bastardean y destratan a sus empleados, sin reconocerles su
participación y sus aportes en el desarrollo empresarial. Y también es
violencia cuando los sindicatos en sus reivindicaciones toman de rehenes al
resto de la sociedad, implementando piquetes, huelgas, tomas y paros, que
afectan al bienestar de los ciudadanos negándoles su derecho al desplazamiento,
al trabajo, y al disfrute de los bienes y servicios esenciales.
Erradicar
la violencia, construir convivencia. Hoy, el mundo entero está viviendo una
crisis de violencia. En Uruguay no somos la excepción. Y son varios los
factores a los cuales se les puede atribuir este fenómeno. Podríamos citar, por
ejemplo, que todo acto de exclusión social entre gobernantes y gobernados, genera
violencia. La falta de oportunidades laborales, las necesidades sociales insatisfechas
para una vida digna, la imposibilidad de superarse y lograr mayores estadios de
satisfacción, son otras. Y ni que hablar de la violencia y el terrorismo generados
por los actos derivados de la delincuencia. Seres humanos que, al no sentirse aceptados
y reconocidos por el resto de la sociedad (Ver pirámide de necesidades humanas
de Maslow) optan por el uso de la violencia para satisfacer sus necesidades,
por fuera de las reglas aceptadas por la comunidad. Y dentro de lo cual hay,
sin duda, una responsabilidad social compartida.
Una de las prioridades
de un gobierno, es buscar soluciones para que sus ciudadanos y sus familias
pueden vivir en una vivienda digna. Y ayudarlos y capacitarlos para que ellos
mismos produzcan las soluciones que les permitan empoderarse y superarse como
parte de la sociedad. No en ranchos de lata, hacinados en una pieza, rodeados
de aguas servidas y pozos negros, condenados a entornos que carecen de
servicios mínimos, donde campea la droga y la delincuencia, y solo pueden
sobrevivir en la lucha del día a día. ¡Porque esto también fomenta la violencia
de estado y el terrorismo civil!
Y por eso
celebro que, al fin, este gobierno haya decidido tomar como una prioridad
nacional la erradicación de los asentamientos. Hay una planificación desde el
Ministerio de Vivienda) y se ha creado un fideicomiso con fondos del Instituto
Nacional de Colonización que permitirá gastar hasta 240 millones de dólares en
tres años en estos planes.
Lo afirmé en
uno de mis artículos anteriores; luego del acertado fideicomiso que implicó un
esfuerzo nacional para hacer frente al coronavirus, el segundo y más importante
debería ser el de la regulación de los asentamientos. Y sinceramente, estoy
esperanzado en que comience a ejecutarse. Por una razón muy simple, si este
gobierno no cumple con las expectativas sociales que prometió en campaña, logrando
un muuuuy ajustado triunfo en las presidenciales, se despide nuevamente.
Ya comenzaron
las obras en varios asentamientos de Montevideo, y ya se está trabajando en un
taller de realojo a los nuevos propietarios que incluye la explicación de la
responsabilidad que implica ser propietario y, entre otras cosas, pagar
cuentas. ¡Esto último muy necesario para inculcar conceptos -de responsabilidad
y pertenencia - y para no seguir simplemente regalando a los pobres, más
pobreza! ¡Vaya! Que una vivienda digna y dignos servicios de educación, salud,
y sustento familiar, ayudarán sin duda a disminuir la violencia.
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