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Friday, June 03, 2022

 Violencia de Estado y terrorismo civil.                                                            


Meses atrás, la senadora frenteamplista Silvia Nane, novel presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, manifestó su preocupación por la decisión del ministro de Defensa, Javier García, de abrir al público la cárcel del pueblo donde los Tupamaros tuvieron secuestrados prisioneros, porque "significa poner en pie de igualdad al terrorismo de Estado y la violencia civil". Que terrorismo de Estado es matar, torturar, desaparecer personas con la anuencia y la coordinación de los recursos del Estado.

 Y el ministro le respondió que “es agraviante justificar violaciones a derechos humanos si son “violencia civil”. "Torturar, matar, desaparecer es repudiable siempre" expresó García, y reafirmó que la "cárcel del pueblo" es una "expresión del brutal terrorismo que asoló la democracia (1972)". Y sin duda, los dos tienen su parte de razón.

Por mi parte, me pregunto que beneficio, y para quién, puede arrojar seguir revolviendo ese poco de excremento que produjo nuestra historia, con tan lamentables resultados para la sociedad toda. Por otra parte, que a una de las acciones se le llame terrorismo de estado y a otra violencia civil, me parece demasiado infantil, por cuanto las dos encierran violencia y terrorismo.  Y las dos, en su momento, usan los mismos métodos violentos de torturar, matar y desaparecer personas. Así que también podríamos hablar de terrorismo civil y violencia de estado. Siempre que haya violencia va a haber algo de terrorismo, sea del lado que sea. Y viceversa.

Terrorismo. El Diccionario de la Real Academia Española define el término «terrorismo» como: Dominación por el terror.  Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. O personales.

Violencia. Para Wikipedia “la violencia es el uso inmoderado de la fuerza (física o psicológica) por parte del violento o agresor para lograr objetivos que van contra la voluntad del violentado o víctima”. Para la Real Academia, es “acción y efecto de violentar, y acción violenta o contra el natural modo de proceder”.

Y todos quienes definen el fenómeno violencia, aclaran que hay muchos tipos de violencia. No es sólo la violencia física. Hay que mencionar también la violencia psicológica y emocional, que es el daño en forma de desconfianza o miedo sobre el que se construyen algunas relaciones interpersonales insanas. Y que es origen de problemas en las relaciones grupales, bajo formas como la polarización, el resentimiento, el odio, etcétera. ¿Les suena a algo, como la política?

Porque violencia es también cuando los políticos corruptos, olvidándose de sus promesas electorales, cometen actos en perjuicio del Estado de los ciudadanos, para enriquecerse a sí mismos. Y es una violencia de Estado tan indignante, que puede derivar en actos de terrorismo civil. También lo es la actitud de empresarios que bastardean y destratan a sus empleados, sin reconocerles su participación y sus aportes en el desarrollo empresarial. Y también es violencia cuando los sindicatos en sus reivindicaciones toman de rehenes al resto de la sociedad, implementando piquetes, huelgas, tomas y paros, que afectan al bienestar de los ciudadanos negándoles su derecho al desplazamiento, al trabajo, y al disfrute de los bienes y servicios esenciales.

Erradicar la violencia, construir convivencia. Hoy, el mundo entero está viviendo una crisis de violencia. En Uruguay no somos la excepción. Y son varios los factores a los cuales se les puede atribuir este fenómeno. Podríamos citar, por ejemplo, que todo acto de exclusión social entre gobernantes y gobernados, genera violencia. La falta de oportunidades laborales, las necesidades sociales insatisfechas para una vida digna, la imposibilidad de superarse y lograr mayores estadios de satisfacción, son otras. Y ni que hablar de la violencia y el terrorismo generados por los actos derivados de la delincuencia. Seres humanos que, al no sentirse aceptados y reconocidos por el resto de la sociedad (Ver pirámide de necesidades humanas de Maslow) optan por el uso de la violencia para satisfacer sus necesidades, por fuera de las reglas aceptadas por la comunidad. Y dentro de lo cual hay, sin duda, una responsabilidad social compartida.

Una de las prioridades de un gobierno, es buscar soluciones para que sus ciudadanos y sus familias pueden vivir en una vivienda digna. Y ayudarlos y capacitarlos para que ellos mismos produzcan las soluciones que les permitan empoderarse y superarse como parte de la sociedad. No en ranchos de lata, hacinados en una pieza, rodeados de aguas servidas y pozos negros, condenados a entornos que carecen de servicios mínimos, donde campea la droga y la delincuencia, y solo pueden sobrevivir en la lucha del día a día. ¡Porque esto también fomenta la violencia de estado y el terrorismo civil!

Y por eso celebro que, al fin, este gobierno haya decidido tomar como una prioridad nacional la erradicación de los asentamientos. Hay una planificación desde el Ministerio de Vivienda) y se ha creado un fideicomiso con fondos del Instituto Nacional de Colonización que permitirá gastar hasta 240 millones de dólares en tres años en estos planes.

Lo afirmé en uno de mis artículos anteriores; luego del acertado fideicomiso que implicó un esfuerzo nacional para hacer frente al coronavirus, el segundo y más importante debería ser el de la regulación de los asentamientos. Y sinceramente, estoy esperanzado en que comience a ejecutarse. Por una razón muy simple, si este gobierno no cumple con las expectativas sociales que prometió en campaña, logrando un muuuuy ajustado triunfo en las presidenciales, se despide nuevamente.

Ya comenzaron las obras en varios asentamientos de Montevideo, y ya se está trabajando en un taller de realojo a los nuevos propietarios que incluye la explicación de la responsabilidad que implica ser propietario y, entre otras cosas, pagar cuentas. ¡Esto último muy necesario para inculcar conceptos -de responsabilidad y pertenencia - y para no seguir simplemente regalando a los pobres, más pobreza! ¡Vaya! Que una vivienda digna y dignos servicios de educación, salud, y sustento familiar, ayudarán sin duda a disminuir la violencia.

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