El Uruguay que sí,
queremos.
¿Acaso porque no voté a este gobierno debería ignorar o tratar de minimizar el premio concedido a nuestra Ministra de Economía, Azucena Arbeleche, por La World Government Summit Organization (WGSO), una organización global, neutral y sin fines de lucro, quien le entregó en su reunión anual en Dubái el premio a la mejor ministra de Estado a nivel global? ¡Vaya! Y es que este pequeño Uruguay siempre da sorpresas, donde menos lo esperen.
Si bien la WGSO es una
organización financiada por la monarquía de Dubai, para seleccionar a quien
recibirá el reconocimiento, se parte de un grupo de 194 países, y se evalúa el
índice de percepción de la corrupción de transparencia internacional; los
indicadores de gobernanza mundial; el índice de desarrollo humano y el índice
de felicidad. ¡Y si ahora Azucena, sin importar las preferencias políticas nos
da este reconocimiento a los uruguayos, yo la felicito! Aun cuando también es
cierto que Azucena recoge méritos de otros uruguayos que han incidido en estos
logros.
Yo reconocí también en su momento
una distinción otorgada por una reconocida revista internacional, y dentro de
los mejores ministros de Economía de América, a nuestro malogrado ministro
Fernando Lorenzo, en gobierno del Frente Amplio, y que el propio Frente Amplio
se encargó de enchastrar y culpabilizar, para tapar cagadas de quien nunca
debió estar presidiendo el gobierno. Y bueno; digamos las cosas como son. Y
como han sido. También los gobiernos del actual oficialismo, en su momento,
hicieron lo mismo con ministros y dirigentes de organismos públicos que
terminaron enlodados y hasta presos.
Y es que creo que deberíamos
pensar en ser más uruguayos, que frenteamplistas, nacionalistas, coloradistas,
o cabildantes o comunistas, y no se cuántos movimientos más que se han generado
dentro del espectro político. Recordemos que solamente el Frente Amplio tiene
en su haber ¡más de 40 partidos simpatizantes! Por lo cual debió tomar en su momento, medidas
para que ello no se volviera en una simple plataforma de lanzamiento para
conseguir protagonismos y adherentes tras un “puestito” como diputado o
senador, con tan buenos beneficios.
¡Hay tantos compatriotas que nos
han dado reconocimientos a nivel mundial! Podría citar casos tan encontrados
como el del expresidente Jose Mujica, cuyo mérito principal estuvo en lograr
protagonismo personal, haciéndonos conocer por vivir (según él) entre la
riqueza que brinda la pobreza; como los dos uruguayos recientemente incluidos
entre los más ricos de la revista Forbes (Sergio Fogel y Andrés Bzurovsk ) por
su riqueza entre la riqueza, luego de convertir a la empresa d-Local en la
primera unicornio uruguayo, sin añorar para nada la pobreza.
Somos un país esencialmente
agropecuario. Y de ello depende aun gran parte de nuestras exportaciones y de
los ingresos que permiten la sustentabilidad de la economía y de los beneficios
sociales del país. Tenemos sindicatos fuertes que estabilizan la balanza de los
posibles abusos capitalistas. Pero no queremos ni proletarios al poder, ni
agropecuarios al poder. Pues también hemos llegado a ser referentes y premiados
mundialmente en materia de desarrollo turístico; como hub portuario de
excelencia para la región; por haber logrado una revolución tecnológica en poco
más de una década, y ser el país latinoamericano más avanzado en el desarrollo
de las TIC.
Poseemos la mayor penetración de
Internet por fibra óptica en hogares y negocios, el precio más asequible para
el acceso a Internet y estar entre los países con las mayores velocidades de
descarga de la región. Contamos con uno de los mejores Data Centers de América
Latina, premiado como el mejor de América Latina en 2016) y varios sistemas de
cable submarino con puntos de conexión en Argentina, Brasil y Estados Unidos
(este último con alta capacidad). Formamos parte del D9, los países más
avanzados del mundo en términos de desarrollo y gobierno digital, y actualmente
ocupamos la segunda posición en las Américas, en el Índice Global de Gobierno Digital
(EGDI) de las Naciones Unidas (ONU) 2020, solo por detrás de Estados Unidos y
superando a Canadá. Estas cualidades y su clima de negocios nos posicionan como
un centro global de servicios para la región y el mundo.
Y alguna otra joyita, de un país
que sin tener recursos naturales prodigiosos como petróleo, acero, aluminio,
oro, plata, diamantes, litio o lo que sea, paga sus cuentas y beneficios
sociales únicamente con el esfuerzo, la creatividad, y la productividad de su
gente. ¿Cómo ha sido posible todo esto,
en el país de las vaquitas y las ovejas, y la gente vieja, en menos de treinta años? Porque a pesar de
las diferencias ideológicas (algunas extremas) siempre hemos sabido mantener
equilibrado el fiel de la balanza entre lo empresarial y lo social; entre el
crudo capitalismo, y el radicalizado socialismo.
Hoy tenemos casi 14.000 presos
que mantener; 794.387 pasivos pagados por el BPS; unas 3.900 personas asistentes
a los refugios en invierno; una nómina de unos 264.000 trabajadores públicos (dentro
de una población económicamente activa de aproximadamente 1.700.000
habitantes) y todo ello y algo más, es financiado únicamente con el trabajo y
el esfuerzo de los sectores productivos y empresariales del país, sin el aporte
de ninguna riqueza natural.
Por ello, queremos el poder para
todos los uruguayos, contemplando los aportes y también las necesidades de una
sociedad construida entre los uruguayos, con sus fortalezas y debilidades. Los
uruguayos hemos pagado un precio humano demasiado oneroso para tener estas
virtudes que el mundo hoy nos reconoce; ser el país en América con mayor
democracia plena; el primer país con menores índices de corrupción; el país de
América Latina con mayor movilidad social, libertades civiles, respeto a la
justicia y las leyes, gobernabilidad digital, y credibilidad institucional.
Años atrás, en la década de los
’90, cuando decidí irme a Venezuela harto de un país que repetía sus errores y
sus horrores, y nos cuestionábamos sobre la viabilidad de Uruguay frente al
mundo y sus amenazantes cambios tecnológicos, productivos, sociales,
geopolíticos, que obligaban a verdaderos cambios en los paradigmas
existenciales, jamás podríamos haber visionado el Uruguay del Siglo XXI.
¡Porque sin duda éste, es el país que queremos!
*La plataforma de pago dLocal se convirtió en el primer unicornio uruguayo, esto quiere decir la primera startup en ser valuada en más de US$ 1.000 millones.
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