Argentina, el país que pierde, mientras muchos
ganan.
Dicen que la nueva revelación política de la
Argentina, Javier Milei, decidió sortear su salario y la web colapsó. Dicen
que la página “Mi Palabra Javier Milei” recibió más de 1.200.000 visitas en menos
de 24 horas y se inscribieron más de 200.000 personas en ese tiempo.
Y esto me demuestra, a su vez, lo
débiles de opinión y lo volubles que son los electores argentinos. Un país que no aprende nada, y sigue permitiendo
que lo engañen una y mil veces con promesas tan absurdas como ridículas. A
veces pienso que dentro de la política argentina hay un maleficio - que es a su
vez un beneficio - compartido. O una complicidad compartida. Porque es
imposible que a lo largo de tantos años de gobiernos más o menos peronistas (¿70?)
supuestamente representando a los obreros y a los menos favorecidos, justamente
son estos, hoy, los más empobrecidos. Mientras que la clase política, y los
sindicalistas, cada vez más enriquecidos. Hay algo raro, ¿no?
¡Llega un momento en que uno se
pregunta, ¿qué pasa, que, en un país de buena cultura general y excelentes
profesionales en todas las áreas, sociales y económicas, y científicas, más las
suficientes riquezas naturales como para alimentar a un tercio de la población
mundial, y a buena parte de la industria nacional e internacional, haya más de
un 47% de pobreza (y entre los niños más de 50%) y está nuevamente a orillas de
un nuevo default? ¡Y ya van ¿8,10,?, por un nuevo incumplimiento ante el FMI
(Fondo Monetario Internacional) un organismo que lo integramos y financiamos 184
países!
Y ahora, presionado por su mayúscula
ineficiencia, el presidente argentino, Alberto Fernández, afirmó que el
Fondo Monetario Internacional (FMI) busca “imponer un programa” a su país para
refinanciar deudas por más de US$ 40.000 millones con el organismo, una máxima
con la que su Gobierno “no está de acuerdo”. ¡Hay que tener una cara muy grande
y una vergüenza muy chica, para afirmar estas estupideces, cuando todo el mundo
sabe muy bien, y desde el principio de toda negociación, cuáles son las
condiciones que el FMI impone para no desbaratar irresponsablemente el capital
aportado por los 184 países que lo
integramos!
¿Acaso no las pone también cualquier
tarjeta de crédito? ¡Pero es el señor Alberto Fernández y su cúpula de ineptos,
quienes pretenden imponerle al FMI, sus abusivas condiciones! ¡Basta de abusar
del FMI y hacerlo culpable de sus mediocridades! Recientemente, la
revista de finanzas inglesa The Economist criticó, en su
editorial semanal al FMI, por el préstamo otorgado a Argentina en
2018. Y lo acusó de “querer salvar su
propia pésima reputación en el país” en su evaluación ex-post, en la que
admitió el fracaso del programa de rescate impulsado durante el gobierno de
Mauricio Macri
.
Señala, además, que el gobierno de
Macri se enfrentó a “fuertes restricciones políticas” y que, al tener que
buscar su reelección en 2019, no hubo tiempo para que “cualquier dolorosa
reforma económica diera frutos”. El análisis manifiesta que, “dadas estas
dificultades, el fondo sabía que el préstamo era arriesgado, y no insistió en
planes de contingencia adecuados por adelantado”. ¡En otras palabras, yo no le hubiera
prestado un mango a la Argentina, sabiendo que en la próxima elección, podía
volver Cristina!
De acuerdo con el artículo, “el fondo
esperaba en un principio que un gran préstamo restaurase la confianza de los
inversores extranjeros, estabilizando el peso y permitiendo al gobierno renovar
su deuda en dólares en condiciones razonables”. De ese modo, “los pasivos del
gobierno resultarían más fáciles de soportar y la confianza de sus acreedores
se vería reforzada”, pero la apuesta, concluye The Economist, “no tardó en
fracasar, el capital extranjero siguió retirándose, el peso siguió cayendo y la
inflación siguió aumentando”.
¡Y era lógico que pasara! Y era
lógico que el FMI debió haber tomado precauciones. Si todo el mundo sabía que
las medidas de Macri, por más serias y necesarias, y responsables que fueran,
iban a volver a causar el rechazo suficiente como para volver al paradigma
anterior: “yo quiero más beneficios, no quiero más sacrificios”. Y es que
una buena parte de la sociedad argentina no aceptará nunca que se le pidan
sacrificios, porque han sido y son, precisamente, las más engañadas, pero viviendo
de los beneficios.
Y por eso tampoco, esa otra buena
parte de la sociedad argentina en la cual Macri había confiado para que, con
sus inversiones, “dar vuelta la pisada”, a falta de una credibilidad que
asegurara su permanencia en el poder, lo dejaran estaqueado. (Lo lamento,
chinito se equivoca, pero la historia no). O sea, Macri, en tan poco tiempo, no
pudo crear credibilidad ni confianza para ninguna de las dos partes.
Pero hay algo que yo me pregunto y
que a los argentinos debería darles vergüenza: ¿Dónde está el dinero producido por
tantos años de riquezas pertenecientes a todos los argentinos, vendidas, y dónde
las mejoras y beneficios sociales debidas, a su población? ¡Más de medio siglo
sin aportarle nada! Porque sin duda las riquezas vendidas deben representar
billones, en dólares norteamericanos, y a su vez, la pobreza se ha multiplicado
por millones en todo el hermoso y rico territorio argentino.
Y este es un reclamo válido a todos
los argentinos. Los políticos corruptos, los empresarios complacientes, y la
población obediente a tantas mentiras y tantos engaños repetidos y obsecuentes.
¿Me dirán que Argentina no puede pagarle al FMI una ridícula suma de 44.000
millones de dólares cuando han dilapidado billones? De acuerdo con la
estadística del INDEC ,
y con datos del Banco Central, los argentinos acumulan más de 222.807
millones de dólares en dinero depositado en el exterior, cajas de seguridad, o
lo que se conoce como "colchón", al primer trimestre del año 2020.
Se aclara, además, que, comparado con
el primer trimestre del 2019, esos activos en dólares crecieron 17,1%. ¡Por lo
cual, posiblemente, al primer trimestre del 2021 puedan superar los 250.000! ¡Y
se aclara, además, que semejante volumen de fondos, supera la mitad del
Producto Bruto del país! ¿Y ahora se resisten a pagar la deuda que, sin que
nadie se los exigiera, contrajeron con un organismo prestatario? ¡Rostros de
piedra!
¡Por eso repito que, de alguna forma,
este paradigma maléfico y destructor que empobrece a la Argentina, enriquece a
muchos más de los que uno se pueda imaginar! Porque además de los argentinos
listos, ganan los fondos buitres, los prestamistas del Club de París, los
bancos internacionales, los políticos, los dirigentes sindicalistas, y tantos
otros que picotean.
¡Hay que concluir pues, en que es un gran
negocio fundir a la Argentina!
Alberto Rodríguez Genta
argentaster@gmail.com
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