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Tuesday, April 20, 2010

Exorcizando izquierdas y derechas.


No es requisito indispensable que un hombre, por el sólo hecho de tener mucho dinero, tenga la suficiente sabiduría como para analizar desprejuiciadamente la realidad política de su país. Casi todos sucumben a la tentación de alinearse con los más conservadores, ante el más mínimo asomo de ideologías izquierdistas, o políticas dirigidas a beneficiar los sectores mas vulnerables de la población. Pero si, los hay. Y uno de ellos es el “afortunado” brasileño Eike Batista, a quien lo de afortunado le viene por varios lados. Este hombre, que de solo conocerlo podría producirle vómitos al presidente Chávez, es el hijo del dueño de la exportadora de hierro más grande del mundo: la “Vale do Rio Doce.”

Pero además, y como para producir el infarto a quien asegura que “el ser rico es malo”, Eike se ha metido a comprar yacimientos petroleros por unos 1.500 millones de dólares, para sumarlos a sus minas de oro, hoteles, restaurantes y usinas de generación eléctrica, mientras construye un super puerto con tecnología casi de ciencia ficción para abastecer a China y a quien sea necesario, con alimentos y todo lo que se le pida. Pero quizá la mayor riqueza de Eike no esté precisamente en su fortuna personal, sino en su forma de pensar. Y lo demostró en una entrevista que le realizara el inteligente periodista Charles Rose en su muy interesante programa de cable Management TV. Allí, Rose le preguntó a Eike como se explicaba que siendo un declarado admirador de Henrique Cardoso, hubiese votado en más de una oportunidad por el izquierdista Lula..

-“El milagro brasileño se llama Henrique Cardoso –aclaró Eike - Dejó un país contemporáneo alejado de la manipulación política, la corrupción y el populismo. Ordenó todo. En Brasil, nada de lo que hizo Henrique fue modificado, las cosas siguieron mejorando; el respeto a la propiedad, los derechos y las garantías. Hubo una conformidad general. Un país de tamaño continental, que mantiene su seriedad por 16 años, cobra presencia”. Pero luego, agregó esta sabia reflexión: “Un país no puede avanzar sin exorcizar su izquierda y Lula era la oportunidad. Sólo un hombre auténticamente de izquierda, puede obligarla a vomitar todos sus demonios anacrónicos”. Estas declaraciones llevaron a afirmar a su vez al escritor y periodista uruguayo Carlos Maggi, en su columna dominical del diario El País, que “Si Mujica exorciza, como viene exorcizando a la izquierda uruguaya, gran exorcista será”.

El concepto me parece excelente y sumamente valedero. Sin embargo, creo que Eike, al igual que Maggi, deberían reconocer que para poder exorcizar a las izquierdas, primero hay que exorcizar a las derechas como requisito indispensable para lograr un país más armónico, equitativo, estable, confiable y productivo. Si las derechas mas conservadoras no reconocen a la vez sus errores, y aceptan el desafío de arriesgar por una mayor equidad social, difícilmente lo harán quienes han sido marginados de beneficios y derechos que otros se embolsan sin piedad. Y pienso que sin embargo, aquí también es válido el que “Sólo un hombre auténticamente de izquierda, puede obligarla a vomitar todos sus demonios anacrónicos”.

Porque lo que está implícito detrás de esa afirmación es que mas allá de ser de izquierda o de derecha, ese hombre tenga la suficiente autoridad moral como para convencer a unos y otros de la necesidad de aceptar un nuevo paradigma de beneficios compartidos. Por ello, también me permito disentir con las declaraciones de Maggi al finalizar su conceptuoso artículo cuando afirma: “Entonces el Uruguay dejará de ser chico, dejará de verse como algo indiferenciado; y tendremos por aquí al Eike que admira a Henrique y vota por Lula; y que bien puede apreciar el estilo "gaúcho" de nuestro Presidente, matador de la lucha de clases y otros demonios decimononos.”

Porque el hecho de que Eike no haya asistido a la convocatoria del presidente Mujica en el Hotel Conrad, la cual congregó a más de 1.500 empresarios nacionales y extranjeros quienes llegaron a catalogar hasta de “genial” el discurso sobrio, moderado, y sobre todo creíble, del presidente “matador de la lucha de clases y otros demonios decimononos” al decir de Maggi, no hace que el Uruguay se vea “chico” ni “indiferenciado”, sino todo lo contrario. Quizá a los intereses de Eike, como inversionista “pesado”, y según lo manifestó en la entrevista de Charlie Rose, Uruguay le parezca chico; pero no parecería ser esa la opinión de los finlandeses del grupo Botnia (hoy UPM) quienes invirtieron más de 1.800 millones de dólares en una planta papelera, ni la de los también papeleros y madereros de Montes del Plata (Stora Enso y Arauco), quienes compraron los activos en Uruguay de la española ENCE; ni la de Portucel o la de la minera Aratari (todas ellas inversiones de más de US$ 1.500 millones); ni la del grupo argentino Eurnekian, quien se la jugó poniéndonos un bellísimo aeropuerto de US$ 200 millones y tiene comprometido otro no menos impactante proyecto; ni la del también argentino Juan Carlos López Mena, de Buquebús, que quiere invertir no menos de U$S 100 de los verdes pesados en una nueva terminal de buques, un hotel cinco estrellas, un edificio de viviendas, y un astillero naval.

Y conste que hay varias más, nacionales y extranjeras, que veremos en este libro. Queda claro entonces que Mujica, al atenernos tanto a las declaraciones de los asistentes a la reunión del Conrad como a estas nuevas inversiones extranjeras y a otras nacionales, en camino, si bien ha exorcizado a la izquierda, también lo esta haciendo con la derecha.
Argenta
Abril, 2010

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