“Winning”: el estilo Jack Welch.
Por: Alberto Rodríguez Genta
Después de haber leído el primer libro de Jack Welch, “Hablando claro”, no fue difícil sumergirme en el segundo y mas promocionado: “Winning”. Si en el primero Jack nos desentraña las complejidades, los éxitos, y también los errores, compartidos durante la transformación de General Electric – que la convirtieron durante sus veinte años como presidente, desde un gigante burocrático hasta una de las empresas más pujantes de la actualidad - en el segundo nos da las “recetas” gerenciales, que lo catapultaron como el ejecutivo mas exitoso de las últimas décadas.
Y algún merito deben tener, sin duda, las experiencias de este empresario, para que uno de los inversionistas mas acaudalados del mundo, como lo es Warren Buffett, haya estampado en la contraportada del libro de Jack, la lapidaria frase: “Ya no será necesario ningún otro libro de management”. Confieso que he leído muchas opiniones conceptuosas acerca de libros y autores que tratan sobre el tema gerencial; pero afirmar algo como esto, no es común. Lo cierto es que, con su tradicional estilo directo, desprejuiciado, y muy basado en la sinceridad, a la cual califica como el mayor secreto del mundo empresarial, Jack nos da otra serie de ejemplos, conceptos y valores, que –me atrevería a afirmar –son tan válidos dentro de un sistema capitalista como también hasta dentro de uno socialista.
Pocas personas como él tuvieron que aceptar el cambio, no como una opción, sino como una imposición, en una empresa con más de 14 negocios distintos y una nómina de más de 400.000 empleados. Su primer desafío, fue precisamente tratar de salvar la “niña bonita” de General Electric, el Grupo de Bienes de consumo, un negocio donde Electrodomésticos e Iluminación eran los pilares de la compañía, y cuya cuota de mercado llevaba años reduciéndose y los márgenes menguaban aún más rápido. “La situación, para alguien ajeno a ella como yo –nos aclara –presentaba una similitud escalofriante con los negocios de automoción y de televisores, donde los japoneses ganaban cada vez más terreno con productos de alta calidad y bajo coste, mientras las grandes empresas estadounidenses lo contemplaban sin apenas reaccionar”. ¡Había llegado la necesidad del cambio!
Pero al igual que las excusas que oíamos muchos de nosotros -los que hemos dedicado una vida al tema de la publicidad, el mercadeo y las ventas –de nuestros clientes, en la década de los 80, los viejos carcamanes de la burocracia de GE, se defendían pronosticando “Los de la competencia están locos; regalan el producto. No podrán mantenerse así durante mucho tiempo”. Jack sabía sin embargo, que el mundo de los “locos regaladores” se había terminado. Y a pesar de que curiosamente no lo menciona en ninguno de sus libros, seguramente había oído hablar lo suficiente sobre Edwards Deming y su revolucionario método de la Calidad Total, que llevaba en ese entonces a los japoneses destruidos por la guerra, a convertirse en la segunda potencia económica mundial, en menos de cuarenta años.
Quizá por ese sentido de nacionalismo mal entendido que dominó en aquellas circunstancias a muchos ejecutivos norteamericanos, llevándolos a rechazar a Deming, en lugar de referirse al método de la Calidad Total, Jack refiere a las maravillas de su gemelo, el Seis Sigma.
Al finalizar “Hablando claro”, libro al cual dedico un artículo en esta pagina, con fecha marzo, 2007, Jack advertía: “Tenemos que llegar a todas las mentes de esta compañía con una actitud, con una atmósfera que permita a los trabajadores, en realidad que los anime, a ver las cosas exactamente como son, a tratarlas como es debido, no como les gustaría”. (También Maquiavelo advertía algo como esto..) Algo nada fácil, amigos; tanto para políticos que pretendan implementar nuevas formas de gerencia, como para gerentes que pretendan implementar nuevas políticas..
En Winning, Jack explica los cientos y miles de preguntas que le formularon durante la gira promocional de su autobiografía (Hablando claro) y a lo largo de sus innumerables presentaciones y conferencias por EE.UU., Europa, Asia y Sudamérica. Preguntas que reclamaban la explicación de su “sistema de diferenciación” utilizado en General Electric y que divide a los empleados en tres categorías de rendimiento y los asciende o prescinde de ellos en función de su actuación, o que si hablaba en serio cuando afirmaba que el jefe de recursos humanos de toda empresa debería ser tan importante como el director financiero, o cuales son los ingredientes para llevar a cabo una excelente evaluación de rendimiento.
No faltaron las preguntas sobre como enfrentar la competencia China, la forma de dirigir personas difíciles pero con talento, como encontrar el trabajo perfecto, como mejorar la productividad aplicando Seis Sigma, como gestionar en tiempos de crisis e incertidumbres, como sobrevivir a las fusiones y adquisiciones, o planificar una excelente estrategia. Tampoco faltaron las referidas al manejo de los presupuestos, las dificultades y las trabas burocráticas, como conseguir el ascenso soñado, como lograr el equilibrio entre vida personal y laboral, los conceptos sobre liderazgo, y como mover las montañas que dificultan los cambios. Todo esto y mucho más hacen de la lectura de Winning, una experiencia única.
Pero complementando la afirmación realizada durante la promoción de “Winning”, realizada en Wharton, acerca de que: “Al final, las empresas que triunfan son lo único que sostiene nuestras sociedades. Los gobiernos no crean nada”, Jack va más allá y vuelve a reivindicar el papel de las empresas privadas y su bien entendido aporte a la sociedad al afirmar: “En los negocios, ganar es fabuloso porque si las empresas ganan, la población prospera y crece. Hay más oportunidades para todos y en todas partes. Las personas se sienten optimistas sobre su futuro; tienen recursos para enviar a sus hijos a la universidad, pagar una buena mutua médica, comprar una segunda residencia y tener una jubilación cómoda y segura”. Y mas adelante, aclara: “Por otra parte, cuando las empresas fracasan, todos reciben el golpe. La población siente miedo; su seguridad financiera mengua, y disponen de menos tiempo y dinero para ayudar a los demás. No hacen sino preocupar a sus familias y, entretanto, si no tienen trabajo, pagan pocos impuestos, si es que lo hacen”.
Refiriéndose al destino de los impuestos y los servicios que con ellos prestan los gobiernos, nos aclara: “El gobierno no gana dinero por si mismo; por tanto, sirve de apoyo al motor de la economía, pero no es el motor en si. Las empresas que triunfan y las personas que trabajan en ellas son el motor de una economía sana y, al proporcionar ingresos al gobierno, también constituyen el pilar de una sociedad democrática y libre”.
Desde una óptica capitalista, Jack Welch nos muestra a través de Winning, el sentido socialista que debe imperar en la gestión de las empresas, para no caer en los extremos abusivos que han llevado al sistema de producción más productivo, innovador y progresista inventado por el hombre, a la execración y el descrédito. Y por supuesto, también se refiere a la famosa Ley Sarbanes-Oxley, implantada por el Gobierno estadounidense después de las vergonzosas quiebras y fraudes de empresas como Enron, Arthur Andersen, y una larga lista, al comenzar el nuevo Siglo.
Para quienes pretenden hoy alzar estas banderas para hacernos creer que detrás de estos abusos está la maldición del capitalismo, podría recordarles las tantas corruptelas, conchupancias y malversaciones, producidas en el seno de las más renombradas experiencias socialistas. No son los sistemas, sino los hombres, los que cometen los pecados.
Nota:
Durante los años que me desempeñé como Analista en la Oficina de Programación y Política Agropecuaria del Ministerio de Ganadería y Agricultura de mi país, Uruguay, tuve la oportunidad de apreciar la frustración y decepción de diversos Directores Generales cuando, al salir anualmente las nuevas contrataciones, estas se ajustaban a un tabulador pre-establecido, pero nunca de acuerdo a sus expectativas, méritos, o necesidades. ¿Capitalismo? ¿Socialismo? Yo no creo que existan personas que se conformen con ganar solo lo que el Estado decida darles, cualquiera sea el sistema económico imperante; creo que el ser humano se alimenta de sus sanas ambiciones por lograr aquellos beneficios derivados de lo que, por su mayor dedicación, esfuerzo y creatividad, sea capaz de aportar a la sociedad. Los hombres y mujeres mencionados en Winning, constituyen un buen ejemplo de ello.
Argenta
Agosto, 2007
Después de haber leído el primer libro de Jack Welch, “Hablando claro”, no fue difícil sumergirme en el segundo y mas promocionado: “Winning”. Si en el primero Jack nos desentraña las complejidades, los éxitos, y también los errores, compartidos durante la transformación de General Electric – que la convirtieron durante sus veinte años como presidente, desde un gigante burocrático hasta una de las empresas más pujantes de la actualidad - en el segundo nos da las “recetas” gerenciales, que lo catapultaron como el ejecutivo mas exitoso de las últimas décadas.
Y algún merito deben tener, sin duda, las experiencias de este empresario, para que uno de los inversionistas mas acaudalados del mundo, como lo es Warren Buffett, haya estampado en la contraportada del libro de Jack, la lapidaria frase: “Ya no será necesario ningún otro libro de management”. Confieso que he leído muchas opiniones conceptuosas acerca de libros y autores que tratan sobre el tema gerencial; pero afirmar algo como esto, no es común. Lo cierto es que, con su tradicional estilo directo, desprejuiciado, y muy basado en la sinceridad, a la cual califica como el mayor secreto del mundo empresarial, Jack nos da otra serie de ejemplos, conceptos y valores, que –me atrevería a afirmar –son tan válidos dentro de un sistema capitalista como también hasta dentro de uno socialista.
Pocas personas como él tuvieron que aceptar el cambio, no como una opción, sino como una imposición, en una empresa con más de 14 negocios distintos y una nómina de más de 400.000 empleados. Su primer desafío, fue precisamente tratar de salvar la “niña bonita” de General Electric, el Grupo de Bienes de consumo, un negocio donde Electrodomésticos e Iluminación eran los pilares de la compañía, y cuya cuota de mercado llevaba años reduciéndose y los márgenes menguaban aún más rápido. “La situación, para alguien ajeno a ella como yo –nos aclara –presentaba una similitud escalofriante con los negocios de automoción y de televisores, donde los japoneses ganaban cada vez más terreno con productos de alta calidad y bajo coste, mientras las grandes empresas estadounidenses lo contemplaban sin apenas reaccionar”. ¡Había llegado la necesidad del cambio!
Pero al igual que las excusas que oíamos muchos de nosotros -los que hemos dedicado una vida al tema de la publicidad, el mercadeo y las ventas –de nuestros clientes, en la década de los 80, los viejos carcamanes de la burocracia de GE, se defendían pronosticando “Los de la competencia están locos; regalan el producto. No podrán mantenerse así durante mucho tiempo”. Jack sabía sin embargo, que el mundo de los “locos regaladores” se había terminado. Y a pesar de que curiosamente no lo menciona en ninguno de sus libros, seguramente había oído hablar lo suficiente sobre Edwards Deming y su revolucionario método de la Calidad Total, que llevaba en ese entonces a los japoneses destruidos por la guerra, a convertirse en la segunda potencia económica mundial, en menos de cuarenta años.
Quizá por ese sentido de nacionalismo mal entendido que dominó en aquellas circunstancias a muchos ejecutivos norteamericanos, llevándolos a rechazar a Deming, en lugar de referirse al método de la Calidad Total, Jack refiere a las maravillas de su gemelo, el Seis Sigma.
Al finalizar “Hablando claro”, libro al cual dedico un artículo en esta pagina, con fecha marzo, 2007, Jack advertía: “Tenemos que llegar a todas las mentes de esta compañía con una actitud, con una atmósfera que permita a los trabajadores, en realidad que los anime, a ver las cosas exactamente como son, a tratarlas como es debido, no como les gustaría”. (También Maquiavelo advertía algo como esto..) Algo nada fácil, amigos; tanto para políticos que pretendan implementar nuevas formas de gerencia, como para gerentes que pretendan implementar nuevas políticas..
En Winning, Jack explica los cientos y miles de preguntas que le formularon durante la gira promocional de su autobiografía (Hablando claro) y a lo largo de sus innumerables presentaciones y conferencias por EE.UU., Europa, Asia y Sudamérica. Preguntas que reclamaban la explicación de su “sistema de diferenciación” utilizado en General Electric y que divide a los empleados en tres categorías de rendimiento y los asciende o prescinde de ellos en función de su actuación, o que si hablaba en serio cuando afirmaba que el jefe de recursos humanos de toda empresa debería ser tan importante como el director financiero, o cuales son los ingredientes para llevar a cabo una excelente evaluación de rendimiento.
No faltaron las preguntas sobre como enfrentar la competencia China, la forma de dirigir personas difíciles pero con talento, como encontrar el trabajo perfecto, como mejorar la productividad aplicando Seis Sigma, como gestionar en tiempos de crisis e incertidumbres, como sobrevivir a las fusiones y adquisiciones, o planificar una excelente estrategia. Tampoco faltaron las referidas al manejo de los presupuestos, las dificultades y las trabas burocráticas, como conseguir el ascenso soñado, como lograr el equilibrio entre vida personal y laboral, los conceptos sobre liderazgo, y como mover las montañas que dificultan los cambios. Todo esto y mucho más hacen de la lectura de Winning, una experiencia única.
Pero complementando la afirmación realizada durante la promoción de “Winning”, realizada en Wharton, acerca de que: “Al final, las empresas que triunfan son lo único que sostiene nuestras sociedades. Los gobiernos no crean nada”, Jack va más allá y vuelve a reivindicar el papel de las empresas privadas y su bien entendido aporte a la sociedad al afirmar: “En los negocios, ganar es fabuloso porque si las empresas ganan, la población prospera y crece. Hay más oportunidades para todos y en todas partes. Las personas se sienten optimistas sobre su futuro; tienen recursos para enviar a sus hijos a la universidad, pagar una buena mutua médica, comprar una segunda residencia y tener una jubilación cómoda y segura”. Y mas adelante, aclara: “Por otra parte, cuando las empresas fracasan, todos reciben el golpe. La población siente miedo; su seguridad financiera mengua, y disponen de menos tiempo y dinero para ayudar a los demás. No hacen sino preocupar a sus familias y, entretanto, si no tienen trabajo, pagan pocos impuestos, si es que lo hacen”.
Refiriéndose al destino de los impuestos y los servicios que con ellos prestan los gobiernos, nos aclara: “El gobierno no gana dinero por si mismo; por tanto, sirve de apoyo al motor de la economía, pero no es el motor en si. Las empresas que triunfan y las personas que trabajan en ellas son el motor de una economía sana y, al proporcionar ingresos al gobierno, también constituyen el pilar de una sociedad democrática y libre”.
Desde una óptica capitalista, Jack Welch nos muestra a través de Winning, el sentido socialista que debe imperar en la gestión de las empresas, para no caer en los extremos abusivos que han llevado al sistema de producción más productivo, innovador y progresista inventado por el hombre, a la execración y el descrédito. Y por supuesto, también se refiere a la famosa Ley Sarbanes-Oxley, implantada por el Gobierno estadounidense después de las vergonzosas quiebras y fraudes de empresas como Enron, Arthur Andersen, y una larga lista, al comenzar el nuevo Siglo.
Para quienes pretenden hoy alzar estas banderas para hacernos creer que detrás de estos abusos está la maldición del capitalismo, podría recordarles las tantas corruptelas, conchupancias y malversaciones, producidas en el seno de las más renombradas experiencias socialistas. No son los sistemas, sino los hombres, los que cometen los pecados.
Nota:
Durante los años que me desempeñé como Analista en la Oficina de Programación y Política Agropecuaria del Ministerio de Ganadería y Agricultura de mi país, Uruguay, tuve la oportunidad de apreciar la frustración y decepción de diversos Directores Generales cuando, al salir anualmente las nuevas contrataciones, estas se ajustaban a un tabulador pre-establecido, pero nunca de acuerdo a sus expectativas, méritos, o necesidades. ¿Capitalismo? ¿Socialismo? Yo no creo que existan personas que se conformen con ganar solo lo que el Estado decida darles, cualquiera sea el sistema económico imperante; creo que el ser humano se alimenta de sus sanas ambiciones por lograr aquellos beneficios derivados de lo que, por su mayor dedicación, esfuerzo y creatividad, sea capaz de aportar a la sociedad. Los hombres y mujeres mencionados en Winning, constituyen un buen ejemplo de ello.
Argenta
Agosto, 2007
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