Argentina, desde una silla de ruedas. (I)
Pero más allá de estos méritos políticos que no me corresponde analizar, lo sorprendente está en que, según lo detalla Gabriela Vaz en su entrevista, el fluir natural de ese futuro auspicioso del diputado argentino cambió abruptamente la noche del 13 de aquel noviembre, cuando Rivas fue a cenar junto a dos compañeros a la parrilla La Picassa, en la ciudad de Temperley (Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires). Al terminar el encuentro, y ya de camino a su casa, Rivas paró en una farmacia para comprar una crema para la piel que le habían recetado ese mismo día. No llegó a ingresar. En la puerta, dos jóvenes lo abordaron y golpearon hasta dejarlo inconsciente para robarle el maletín, el celular, la billetera y el auto, un VW Gol Country (Rivas tenía a su disposición un coche oficial con chofer que había utilizado muy poco y custodia policial que nunca aceptó), relata Vaz.

Se le realizó una traqueotomía para la respiración y le colocaron un botón gástrico en el estómago para que se alimentara en forma directa - prosigue el relato de Vaz - ya que era incapaz de ingerir comida. Con rehabilitación y operaciones -la última en enero pasado-, logró varios avances: ha recuperado cierta movilidad en la cabeza (consigue asentir o negar) y puede alimentarse por vía oral, por ejemplo. A su vez, un militante del Partido Socialista (PS), ingeniero en computación, le creó un sistema para que pueda comunicarse. Una web cam capta el movimiento de sus ojos sobre la pantalla que despliega las letras tal como están ubicadas en cualquier teclado. El cursor se desplaza al seguir su mirada y cuando Rivas lo ubica sobre la letra que quiere utilizar, clickea con su dedo (es todo el movimiento que logra sacarle a su mano) en el mouse y va escribiendo. Al terminar, la computadora reproduce lo escrito con un sintetizador de voz.
Con este método –*el cual me trae a la memoria su similitud con el extraordinario caso de Stephen Hawking, físico teórico británico discapacitado a causa de una enfermedad degenerativa, y de quien se asegura tiene un cerebro privilegiado como pocos -el diputado argentino - quien asumió su banca en 2009 - se convirtió en un caso único en el mundo, alternando rehabilitación con las tareas propias de su cargo. Aunque el asalto no lo volvió especialista en seguridad, sabe que su voz es requerida por su doble condición de protagonista de un episodio en extremo violento y legislador que, además integra en la Cámara de Diputados las comisiones de Seguridad Interior, Legislación Penal y Derechos Humanos.
¿No siente la necesidad de rebelarse contra su ideología? ¿Entiende a los que piden pena de muerte? Incluso, como si faltaran más pruebas, se le ha preguntado si mantendría su postura en el caso de que el ataque lo hubiese sufrido alguien de su familia. Y una y otra vez, Rivas contesta lo mismo: que sostiene sus convicciones más allá de su suerte personal; que entiende a los que piden medidas más duras pero no cree que logren reducir el delito "mágicamente"; y que sí, que probablemente mantendría su postura. En el núcleo descansa el convencimiento, sin fisuras, de que nada se resuelve alentando inquisiciones.

De entre las varias preguntas que Gabriela le formula sobre el tema de la inseguridad –como problema común entre uruguayos y argentinos –me interesa resaltar tres en especial por coincidir con planteamientos personales realizados en este mismo blog.
-En Uruguay en este momento hay un gran debate en torno a la edad de imputabilidad, debido a que un sector político quiere llamar a plebiscito para bajarla. ¿Qué posición tiene al respecto? ¿Cree que crear o reformar leyes puede ayudar en este sentido?
-Seguro que se puede aportar mucho desde lo legislativo, pero estoy seguro que no pasa por bajar la edad de punibilidad ni por endurecer penas, sino que detrás de esas propuestas suele esconderse la impotencia de un sector de la dirigencia política para aportar soluciones superadoras.
-¿Qué siente hacia quienes causaron su condición actual?
-La verdad es que no me despiertan ninguna sensación especial. Trato de no pensar en ellos.
-¿No sentía un deseo de justicia?
-De justicia sí, de venganza no. Es más, sinceramente creo que por su marginalidad son tan víctimas de la sociedad como yo lo soy de ellos.
Sinceramente, no puedo menos que expresar mi respeto y mi admiración hacia este diputado que, emergiendo desde las conflictivas y nebulosas relaciones que caracterizan al sistema político argentino, logra superar sus adversidades personales para convertirlas en una fortaleza al servicio de las causas sociales de su nación. En un próximo artículo analizaré otras declaraciones realizadas en dicha entrevista por este diputado argentino, dado que la claridad de sus argumentos nos ayuda a entender, en parte, la intrincada realidad política del país hermano.
Argenta, Mayo, 2011
*Nota: La cita a Stephen Hawking es mía. Stephen Hawking, nacido en 1942, conocido por sus intentos de aunar la relatividad general con la teoría cuántica y por sus aportaciones relacionadas con la cosmología, quedó discapacitado a causa de una enfermedad degenerativa: la esclerosis lateral amiotrófica, (ELA), la cual no le impide mantener una alta actividad científica y pública. En 1985 se le practicó una traqueotomía y desde entonces utiliza un sintetizador de voz para comunicarse. Su movilidad es prácticamente nula, pues ha ido perdiendo el uso de sus extremidades, así como el resto de la musculatura voluntaria. La silla de ruedas que utiliza en público está controlada por un ordenador que maneja a través de leves movimientos de cabeza y ojos, que también le permite seleccionar palabras y frases en su sintetizador de voz.

A pesar de todo esto, Stephen Hawking es miembro de la Real Sociedad de Londres; de la Academia Pontificia de las Ciencias; y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Su interés científico se centró en el campo de la relatividad general, en particular en la física de los agujeros negros. Además de todo ello, Stephen tiene doce graduaciones honorarias en instituciones tan prestigiosas como Oxford, Cambridge, Yale, Berkeley, Harvard, y otras.
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