A las “Cuentas del alma”.
En la noche del Jueves 7, nos encontramos en la entrada del edificio, con mi amigo Alfredo. Fue otro encuentro casual, producto del proveernos del pan de cada día, en la vecina panadería. Alfredo es un hombre joven y un ser humano sumamente sensible, considerado y respetuoso, con toda la carga emocional y perceptiva que ello lleva a cuestas. Debe ser como un cuarto de Siglo menor que yo, y casi desde el mismo momento en que nos conocimos, establecimos algo que más allá de una simple “simpatía”, se transformó en “empatía”. Luego de hablar casi una hora en la calle acerca de sus temores por los acontecimientos políticos inéditos que se están produciendo en el país, lo invité a tomar un café en mi apartamento, en el cual estaba con mi hijo Sebastián, de 12 años. De la política pasamos al mundo de los libros, de los pensamientos y los pensadores, de los sentimientos y las percepciones, de los seres humanos y sus emociones. Alfredo le regaló unos hermosos consejos a mi hijo, y yo le regalé un poco de lo poco que he aprendido, por el solo hecho de haber vivido. En la madrugada, me regaló por el correo electrónico estos bellos conceptos que quiero compartir, como aporte a las “Cuentas del alma” de cada uno de ustedes.
Estimado amigo Alberto:
De verdad gracias por una velada tan agradable. Gracias por el café, por poder escucharnos, cada cual, sus respectivas ideas. Que agradable el intercambio de pensamientos y de vida viva con gente sensata y buena. Que bonito, compartir contigo y tu hijo, el anochecer de un día. Son estas, las cosas que reconfortan mi alma, aquellas que se acreditan en las "cuentas" de las que te hablé cuando aún estábamos abajo en la puerta del edificio. ¿Te acuerdas? Son las cuentas del alma. Fe, esperanza, confianza... autoestima señalaste tú en ese momento, como otra cuenta necesaria. Fe, esperanza, confianza y autoestima son todas cuentas DE UNA CUENTA MAYOR QUE SE LLAMA "AMOR".
Estimado amigo Alberto:
De verdad gracias por una velada tan agradable. Gracias por el café, por poder escucharnos, cada cual, sus respectivas ideas. Que agradable el intercambio de pensamientos y de vida viva con gente sensata y buena. Que bonito, compartir contigo y tu hijo, el anochecer de un día. Son estas, las cosas que reconfortan mi alma, aquellas que se acreditan en las "cuentas" de las que te hablé cuando aún estábamos abajo en la puerta del edificio. ¿Te acuerdas? Son las cuentas del alma. Fe, esperanza, confianza... autoestima señalaste tú en ese momento, como otra cuenta necesaria. Fe, esperanza, confianza y autoestima son todas cuentas DE UNA CUENTA MAYOR QUE SE LLAMA "AMOR".
El caballero Sebastián
Argenta
Septiembre, 2007
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