Desde Uruguay, Latinoamérica se integra al Instituto Pasteur de París.
Un polo de desarrollo científico para la región..
“Hay países expulsores, como el nuestro, y los que apuestan a la sociedad del conocimiento, definen políticas y destinan recursos. Tenemos que terminar de lamentarnos por los que se fueron, desarrollar acciones sistemáticas para disminuir la expulsión, y buscar la forma de sacarle provecho a toda esa "inteligencia uruguaya" dispersa por el mundo". Dr. Fernando Lema, investigador del Instituto Pasteur de París.
Parecería que el Presidente Tabaré Vázquez hubiera leído mi artículo anterior “¿Quo Vadis Uruguay?”, en el cual hacía mis reflexiones tratando de entender y ayudar a entender para donde va el “Nuevo Uruguay”. Como para apoyarme en mis intentos, seis días después, el viernes 8 de diciembre de 2006, los uruguayos volvían a ser noticia internacional. No era para menos: ese día el Presidente Vázquez inauguraba en Uruguay la primera plataforma de investigación en Latinoamérica -y la número treinta de su red mundial- del Instituto Pasteur de París; una de las 15 mejores instituciones académicas del mundo en biología, con ocho Premios Nobel en su haber, y considerado como la segunda empresa biotecnológica académica, no privada.
Con comprensible emoción, el Presidente afirmó: "Ojalá en mi calendario como médico y Presidente de la República hubieran más días como los de hoy".
Y es que aquello marcaba no solamente la culminación de un proceso con más de diez años de tratativas, dificultades, esfuerzos y expectativas, sino el convertir a Uruguay en un Polo de desarrollo Científico con ilimitadas proyecciones a nivel nacional e internacional.
Y así como en mi artículo anterior destacaba la importancia de Zonamérica como polo de desarrollo tecnológico, atracción de inversores internacionales, fuente de ocupación y empleo para miles de uruguayos, y definición de nuevas potencialidades para la transformación de una economía tradicional a una “Nueva Economía” basada en la tecnología y el conocimiento, ahora, el Instituto Pasteur de Montevideo, se transforma en el portaviones para el despegue profesional -y a su vez el regreso – de miles de compatriotas cuyas posibilidades se hallaban limitadas, y con su derecho a soñar en su propio país.
Repatriando “cerebros”.
Un polo que comenzaría por atraer como Director Ejecutivo, a quien durante 30 años trabajó como investigador en el Instituto Pasteur de París, llegando a ser director de la Unidad de Inmuno-hematología e Inmuno-patología: el Dr. Guillermo Dighiero. ¿Quién mejor entonces que un talentoso representante de los talentos uruguayos en el exterior, para dirigir tan formidable desafío? Desde aquellos cargos en Francia, el Dr. Dighiero estuvo al frente del proyecto del Instituto Pasteur Montevideo, conviviendo con sus primeras gestiones. Era el cordón umbilical que lo mantenía unido a su país natal. “Yo pertenezco a esa generación de uruguayos que tuvo que alejarse del país por las razones que todos conocemos- expresaba en una entrevista concedida a El Espectador de Uruguay -entonces para mí siempre fue un sueño volver a Uruguay, y este proyecto es casi la concreción de un sueño, me siento muy bien, realmente me siento muy bien en el país”.
No sólo el Dr. Dighiero volvería al país; también lo haría –como consecuencia de los primeros llamados internacionales a ocupar plazas –María Bausero, una uruguaya diplomada en Ciencias de Laboratorio en Minessotta, y luego doctorada en Ciencias Biológicas en Hartford, Connecticut mediante un convenio con la Universidad de la República. María tiene como tarea desarrollar líneas de investigación en terapia del cáncer, transformación maligna del cáncer de mama, muy específicamente inmunología del cáncer. Ahora podrá hacer en su país, eso que estuvo haciendo afuera durante tantos años. Detrás de ellos, vendrán muchos más.
Y ni que hablar de la importancia que reviste para nuestros hermanos sudamericanos, y en especial los argentinos - algunas de cuyas mentes mas preparadas han comenzado a integrarse en el emprendimiento - mereciendo además el reconocimiento del Gobierno vecino, quien anunció el otorgamiento de 10 becas pos-doctorales para que científicos de ese país trabajen en el IP de Montevideo. Inicialmente, hay en total 50 personas trabajando en el instituto, y se prevé que cuando esté en pleno funcionamiento, la cifra se elevará a no menos de 150 especialistas con variadas orientaciones.
Deudas que son amores...
Pero mas allá de la deuda que pudiera tener el Uruguay con sus graduados al no poder asegurarles ,luego, las condiciones optimas para su desarrollo profesional, o la que pudieran tener éstos para con el país que les brindó gratuitamente la posibilidad de formarse profesionalmente, fue otra deuda –con su carga anecdótica –la que posibilitó la concreción de esta magnífica iniciativa.
La historia se remonta a los años 1918 cuando –después de la Primera Guerra –Uruguay suscribió con Francia unos préstamos por algunos millones de pesos en oro que, supuestamente, nunca fueron pagados. Con estos antecedentes en mano y un hábil planteo por parte de las autoridades uruguayas ante el Gobierno Francés, se logró reconvertir la suma de 5 millones de euros de esa deuda para ponerla al servicio del proyecto binacional.
En 2004 el Parlamento uruguayo aprobó por unanimidad el proyecto, y en 2005 comenzó la construcción del instituto, en un predio de 23.000 metros cuadrados, la cual demandó 12 meses y 8 millones de dólares entre obra civil y equipamiento especializado. Concentra la mayor tecnología de América Latina, disponiendo de 3.500 metros cuadrados de construcción, y con posibilidad de extensión a un total de 8.000.
De esta forma, el Instituto Pasteur de Montevideo integra la Fundación Amsud -Pasteur; funciona bajo normas de derecho uruguayo, y es administrado por un Consejo de Administración compuesto por cuatro representantes de Uruguay, y tres del Instituto Pasteur de París. Sin duda, una forma creativa de reconvertir deuda del tercer mundo, que de alguna manera había sido ya planteada por los países latinoamericanos en las negociaciones con los organismos multilaterales, como una buena solución “ganar –ganar”.
Una red con proyección mundial.
El Instituto Pasteur de París es una institución científica con una muy larga tradición; fue fundada por el propio Louis Pasteur, con la vocación de combatir las enfermedades que afectan a la Humanidad. En particular, había centrado su esfuerzo durante largos años en las enfermedades transmisibles, infecciosas, y con el tiempo se transformó en un gran instituto de investigación biomédica, trabajando en áreas muy diversas y con un particular sesgo no sólo hacia la investigación básica, sino a todo lo que son aplicaciones, transferencias tecnológicas y desarrollo industrial. Es también un centro de formación de científicos al más alto nivel internacional. Tiene 29 centros instalados en Europa, Asia, Africa y Estados Unidos.
El Programa AMSUD-PASTEUR, a su vez, surgió como una iniciativa de cooperación científica y tecnológica entre Instituciones académico-científicas de países de América del Sur y el Instituto Pasteur de París. El Programa tiene como objetivo general el desarrollo de un polo biológico, biomédico y biotecnológico que contribuya a impulsar la integración de Universidades e Institutos de Investigación de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile con Institutos de Investigación europeos, particularmente el Instituto Pasteur de París. Esta asociación incentivará y favorecerá la formación de recursos humanos de alto nivel científico-técnico en la región, así como la promoción de programas regionales de investigación y dedesarrollo biotecnológico de alto impacto y excelencia científica.
El Instituto Pasteur de Montevideo es el número 30 de esta red mundial, y el único en Latinoamérica. Tiene como uno de sus pilares básicos las plataformas tecnológicas de última generación. Entre sus objetivos figura desarrollar un centro internacional de investigación biomédica y de entrenamiento de investigadores, lanzar programas de investigación y educación, y constituir asimismo una comunidad internacional de científicos residentes, propiciando el regreso de investigadores a la región.
Entre ratas, ratones y difractómetros.
Solamente en equipos –únicos en la región – hay más de cuatro millones de dólares en el Instituto. Entre ellos -ubicado en el laboratorio de creación de cristales de proteínas - un difractómetro de rayos X, de apariencia psicodélica y que semeja una máquina futurista, cuya cotización esta ubicada en 500.000 dólares. Más allá, un espectrómetro de masa, con un costo superior aún al medio millón de dólares, que es una de las tecnologías de punta a nivel de la investigación fundamental y de la industria farmacéutica. Otro de los puntos altos lo constituye un citómetro de flujo o clasificador de células, absolutamente esencial en la biología. Un aparato muy sofisticado, con un láser, que permite separar células, y muy importante para nuevas tecnologías, como la hoy muy comentada tecnología de células madre.
“Hay países expulsores, como el nuestro, y los que apuestan a la sociedad del conocimiento, definen políticas y destinan recursos. Tenemos que terminar de lamentarnos por los que se fueron, desarrollar acciones sistemáticas para disminuir la expulsión, y buscar la forma de sacarle provecho a toda esa "inteligencia uruguaya" dispersa por el mundo". Dr. Fernando Lema, investigador del Instituto Pasteur de París.
Parecería que el Presidente Tabaré Vázquez hubiera leído mi artículo anterior “¿Quo Vadis Uruguay?”, en el cual hacía mis reflexiones tratando de entender y ayudar a entender para donde va el “Nuevo Uruguay”. Como para apoyarme en mis intentos, seis días después, el viernes 8 de diciembre de 2006, los uruguayos volvían a ser noticia internacional. No era para menos: ese día el Presidente Vázquez inauguraba en Uruguay la primera plataforma de investigación en Latinoamérica -y la número treinta de su red mundial- del Instituto Pasteur de París; una de las 15 mejores instituciones académicas del mundo en biología, con ocho Premios Nobel en su haber, y considerado como la segunda empresa biotecnológica académica, no privada.
Con comprensible emoción, el Presidente afirmó: "Ojalá en mi calendario como médico y Presidente de la República hubieran más días como los de hoy".
Y es que aquello marcaba no solamente la culminación de un proceso con más de diez años de tratativas, dificultades, esfuerzos y expectativas, sino el convertir a Uruguay en un Polo de desarrollo Científico con ilimitadas proyecciones a nivel nacional e internacional.
Y así como en mi artículo anterior destacaba la importancia de Zonamérica como polo de desarrollo tecnológico, atracción de inversores internacionales, fuente de ocupación y empleo para miles de uruguayos, y definición de nuevas potencialidades para la transformación de una economía tradicional a una “Nueva Economía” basada en la tecnología y el conocimiento, ahora, el Instituto Pasteur de Montevideo, se transforma en el portaviones para el despegue profesional -y a su vez el regreso – de miles de compatriotas cuyas posibilidades se hallaban limitadas, y con su derecho a soñar en su propio país.
Repatriando “cerebros”.
Un polo que comenzaría por atraer como Director Ejecutivo, a quien durante 30 años trabajó como investigador en el Instituto Pasteur de París, llegando a ser director de la Unidad de Inmuno-hematología e Inmuno-patología: el Dr. Guillermo Dighiero. ¿Quién mejor entonces que un talentoso representante de los talentos uruguayos en el exterior, para dirigir tan formidable desafío? Desde aquellos cargos en Francia, el Dr. Dighiero estuvo al frente del proyecto del Instituto Pasteur Montevideo, conviviendo con sus primeras gestiones. Era el cordón umbilical que lo mantenía unido a su país natal. “Yo pertenezco a esa generación de uruguayos que tuvo que alejarse del país por las razones que todos conocemos- expresaba en una entrevista concedida a El Espectador de Uruguay -entonces para mí siempre fue un sueño volver a Uruguay, y este proyecto es casi la concreción de un sueño, me siento muy bien, realmente me siento muy bien en el país”.
No sólo el Dr. Dighiero volvería al país; también lo haría –como consecuencia de los primeros llamados internacionales a ocupar plazas –María Bausero, una uruguaya diplomada en Ciencias de Laboratorio en Minessotta, y luego doctorada en Ciencias Biológicas en Hartford, Connecticut mediante un convenio con la Universidad de la República. María tiene como tarea desarrollar líneas de investigación en terapia del cáncer, transformación maligna del cáncer de mama, muy específicamente inmunología del cáncer. Ahora podrá hacer en su país, eso que estuvo haciendo afuera durante tantos años. Detrás de ellos, vendrán muchos más.
Y ni que hablar de la importancia que reviste para nuestros hermanos sudamericanos, y en especial los argentinos - algunas de cuyas mentes mas preparadas han comenzado a integrarse en el emprendimiento - mereciendo además el reconocimiento del Gobierno vecino, quien anunció el otorgamiento de 10 becas pos-doctorales para que científicos de ese país trabajen en el IP de Montevideo. Inicialmente, hay en total 50 personas trabajando en el instituto, y se prevé que cuando esté en pleno funcionamiento, la cifra se elevará a no menos de 150 especialistas con variadas orientaciones.
Deudas que son amores...
Pero mas allá de la deuda que pudiera tener el Uruguay con sus graduados al no poder asegurarles ,luego, las condiciones optimas para su desarrollo profesional, o la que pudieran tener éstos para con el país que les brindó gratuitamente la posibilidad de formarse profesionalmente, fue otra deuda –con su carga anecdótica –la que posibilitó la concreción de esta magnífica iniciativa.
La historia se remonta a los años 1918 cuando –después de la Primera Guerra –Uruguay suscribió con Francia unos préstamos por algunos millones de pesos en oro que, supuestamente, nunca fueron pagados. Con estos antecedentes en mano y un hábil planteo por parte de las autoridades uruguayas ante el Gobierno Francés, se logró reconvertir la suma de 5 millones de euros de esa deuda para ponerla al servicio del proyecto binacional.
En 2004 el Parlamento uruguayo aprobó por unanimidad el proyecto, y en 2005 comenzó la construcción del instituto, en un predio de 23.000 metros cuadrados, la cual demandó 12 meses y 8 millones de dólares entre obra civil y equipamiento especializado. Concentra la mayor tecnología de América Latina, disponiendo de 3.500 metros cuadrados de construcción, y con posibilidad de extensión a un total de 8.000.
De esta forma, el Instituto Pasteur de Montevideo integra la Fundación Amsud -Pasteur; funciona bajo normas de derecho uruguayo, y es administrado por un Consejo de Administración compuesto por cuatro representantes de Uruguay, y tres del Instituto Pasteur de París. Sin duda, una forma creativa de reconvertir deuda del tercer mundo, que de alguna manera había sido ya planteada por los países latinoamericanos en las negociaciones con los organismos multilaterales, como una buena solución “ganar –ganar”.
Una red con proyección mundial.
El Instituto Pasteur de París es una institución científica con una muy larga tradición; fue fundada por el propio Louis Pasteur, con la vocación de combatir las enfermedades que afectan a la Humanidad. En particular, había centrado su esfuerzo durante largos años en las enfermedades transmisibles, infecciosas, y con el tiempo se transformó en un gran instituto de investigación biomédica, trabajando en áreas muy diversas y con un particular sesgo no sólo hacia la investigación básica, sino a todo lo que son aplicaciones, transferencias tecnológicas y desarrollo industrial. Es también un centro de formación de científicos al más alto nivel internacional. Tiene 29 centros instalados en Europa, Asia, Africa y Estados Unidos.
El Programa AMSUD-PASTEUR, a su vez, surgió como una iniciativa de cooperación científica y tecnológica entre Instituciones académico-científicas de países de América del Sur y el Instituto Pasteur de París. El Programa tiene como objetivo general el desarrollo de un polo biológico, biomédico y biotecnológico que contribuya a impulsar la integración de Universidades e Institutos de Investigación de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile con Institutos de Investigación europeos, particularmente el Instituto Pasteur de París. Esta asociación incentivará y favorecerá la formación de recursos humanos de alto nivel científico-técnico en la región, así como la promoción de programas regionales de investigación y dedesarrollo biotecnológico de alto impacto y excelencia científica.
El Instituto Pasteur de Montevideo es el número 30 de esta red mundial, y el único en Latinoamérica. Tiene como uno de sus pilares básicos las plataformas tecnológicas de última generación. Entre sus objetivos figura desarrollar un centro internacional de investigación biomédica y de entrenamiento de investigadores, lanzar programas de investigación y educación, y constituir asimismo una comunidad internacional de científicos residentes, propiciando el regreso de investigadores a la región.
Entre ratas, ratones y difractómetros.
Solamente en equipos –únicos en la región – hay más de cuatro millones de dólares en el Instituto. Entre ellos -ubicado en el laboratorio de creación de cristales de proteínas - un difractómetro de rayos X, de apariencia psicodélica y que semeja una máquina futurista, cuya cotización esta ubicada en 500.000 dólares. Más allá, un espectrómetro de masa, con un costo superior aún al medio millón de dólares, que es una de las tecnologías de punta a nivel de la investigación fundamental y de la industria farmacéutica. Otro de los puntos altos lo constituye un citómetro de flujo o clasificador de células, absolutamente esencial en la biología. Un aparato muy sofisticado, con un láser, que permite separar células, y muy importante para nuevas tecnologías, como la hoy muy comentada tecnología de células madre.
Y mientras escribo este artículo, deben estar llegando las ratas y los ratones "transgénicos" y los “knockout”, para experimentación; también absolutamente indispensables en biología.
Si a usted le resulta tan curioso como a mi, esto de los transgénicos y los knockout, trataré de resumirle -según unas explicaciones del Dr. Dighiero - que son animales que ya vienen libres de organismos patógenos específicos, e imprescindibles para analizar las patologías a través de la genómica y la posgenómica, permitiendo determinar que rol cumple un gen, a través de la creación de un animal en el cual se sobre-expresa ese gen o se anula su expresión. De allí que, en el argot científico, se los denomina “knockout”.
Los otros beneficios.
Además de los ya enumerados, que no son pocos ni menos importantes, el Instituto tiene previsto -al igual que los grandes centros científicos del mundo -generar contratos importantes de investigación para ser presentados ante las agencias internacionales; generar patentes para la elaboración de nuevos medicamentos, y establecer contratos de servicios con la industria farmacéutica nacional e internacional, aprovechando las plataformas tecnológicas. Se contempla también, que algunas de ellas puedan establecerse en un sector especialmente creado dentro de sus alrededores, conformándose así un parque industrial, un polo tecnológico, y un polo académico -aprovechando la sinergia con la Facultad de Ciencias -cuyo potencial académico es sumamente reconocido.
Resumiendo entonces los grandes objetivos del Instituto Pasteur de Montevideo, citamos:
1º. -La creación de plataformas tecnológicas sumamente sofisticadas concentradas en un
solo lugar, que permitan realizar los experimentos más modernos en la biología y
disponer de las nuevas tecnologías.
2º. -Crear un ambiente que permita el retorno de científicos a la región.
3º. -Crear un centro de enseñanza en el cual se enseñen las nuevas tecnologías y los nuevos
conceptos de la biología.
4º. -Participar en el desarrollo de las biotecnologías en Uruguay; una asignatura pendiente y
esencial para desarrollar un país productivo.
Si a usted le resulta tan curioso como a mi, esto de los transgénicos y los knockout, trataré de resumirle -según unas explicaciones del Dr. Dighiero - que son animales que ya vienen libres de organismos patógenos específicos, e imprescindibles para analizar las patologías a través de la genómica y la posgenómica, permitiendo determinar que rol cumple un gen, a través de la creación de un animal en el cual se sobre-expresa ese gen o se anula su expresión. De allí que, en el argot científico, se los denomina “knockout”.
Los otros beneficios.
Además de los ya enumerados, que no son pocos ni menos importantes, el Instituto tiene previsto -al igual que los grandes centros científicos del mundo -generar contratos importantes de investigación para ser presentados ante las agencias internacionales; generar patentes para la elaboración de nuevos medicamentos, y establecer contratos de servicios con la industria farmacéutica nacional e internacional, aprovechando las plataformas tecnológicas. Se contempla también, que algunas de ellas puedan establecerse en un sector especialmente creado dentro de sus alrededores, conformándose así un parque industrial, un polo tecnológico, y un polo académico -aprovechando la sinergia con la Facultad de Ciencias -cuyo potencial académico es sumamente reconocido.
Resumiendo entonces los grandes objetivos del Instituto Pasteur de Montevideo, citamos:
1º. -La creación de plataformas tecnológicas sumamente sofisticadas concentradas en un
solo lugar, que permitan realizar los experimentos más modernos en la biología y
disponer de las nuevas tecnologías.
2º. -Crear un ambiente que permita el retorno de científicos a la región.
3º. -Crear un centro de enseñanza en el cual se enseñen las nuevas tecnologías y los nuevos
conceptos de la biología.
4º. -Participar en el desarrollo de las biotecnologías en Uruguay; una asignatura pendiente y
esencial para desarrollar un país productivo.
Creo que los uruguayos debemos reconocer el hermoso gesto del país galo por fijar sus ojos y depositar su confianza en el “paisito”, haciendo posible este formidable emprendimiento y distinguiéndonos especialmente, al hacernos parte de la selecta comunidad científica del Instituto Pasteur de París. En todo caso, este es otro ejemplo para tratar de entender a donde va el “Nuevo Uruguay”, a través de los emprendedores e innovadores que, con su dedicación y esfuerzo, han madurado un sueño hasta hacerlo realidad! Yo por mi parte, me despido con un “¡Vive la France!”, “¡Vive l´Uruguay!”
Argenta
Diciembre, 2006
“Aquellos que dicen que no se puede hacer, no deben interponerse en el camino de los que lo están haciendo”. Joel Barker: “Paradigmas”.
Instituto Pasteur de Montevideo: www.pasteur.edu.uy
Argenta
Diciembre, 2006
“Aquellos que dicen que no se puede hacer, no deben interponerse en el camino de los que lo están haciendo”. Joel Barker: “Paradigmas”.
Instituto Pasteur de Montevideo: www.pasteur.edu.uy
Fotos: espectador.com
El País digital
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