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Thursday, October 09, 2008

El mensaje detrás del agua..


"El agua ya se vende más que la leche y la cerveza.."

Hace un tiempo atrás, un amigo mío internauta me envió un artículo en el cual se recomienda beber agua para estar saludable y activo. En él se afirma que en Japón se ha hecho popular beber agua inmediatamente al levantarse en la mañana, y que pruebas científicas han probado sus beneficios. También se afirma que para la sociedad médica Japonesa el tratamiento del agua ha sido de mucho éxito en personas mayores y con enfermedades serias, así como con enfermedades modernas, con una cura de hasta 100% para las siguientes enfermedades:dolor de cabeza, dolor de cuerpo, sistema del corazón, artritis, taquicardia, epilepsia, exceso de gordura, bronquitis, asma, TB, meningitis, enfermedades urinarias y del riñón, vómitos, gastritis, diarrea, diabetes, hemorroides, todas las enfermedades del ojo, constipación, útero, cáncer y desordenes menstruales, enfermedades del oído, nariz y garganta..

Se adjunta asimismo una descripción del consumo recomendado de agua por día, y una lista del número de días requeridos para curar/controlar/reducir las principales enfermedades, aclarando que aquellas personas mayores o enfermas que no puedan beber 4 vasos de agua al principio (22 onzas: 0,6506 Lts.), pueden comenzar por tomar un vaso de agua y gradualmente aumentar la cantidad hasta 8 vasos (44 onzas: 1,3012 Lts.) por día.
Se asegura que el método del tratamiento cura las enfermedades de los enfermos, y los demás podrán disfrutar de una vida mas sana. Para reafirmar ciertos conceptos se recuerda que los Chinos y los Japoneses beben te caliente con sus comidas, no agua fría, y que quizás ya es tiempo de adoptar sus hábitos de beber te o agua tibia mientras comemos. Y esto tiene bastante sentido, considerando que el agua fría o la bebida fría solidifican el alimento grasoso que usted acaba de ingerir, haciendo que se retarde la digestión, con los subsiguientes daños que esto puede ocasionar. Por ello, se recomienda tomar una sopa caliente o agua tibia después de la comida. ¡Beba Agua y esté Saludable y Activo! finaliza el inocente artículo, no sin dejar de recomendar que –si se es buen amigo –se lo envíe a otros amigos.

Si nos ponemos a analizar desde nuestro consciente el artículo en cuestión, todo lleva a percibirlo como una sana y honesta contribución entre amigos, al difundir aspectos vinculados con nuestra salud. Sin embargo, no faltan aquellos que interpretan un mensaje subliminal al subconsciente, fijando en él tres productos comerciales: agua, te, y sopa. ¡Oh Dios! ¿¡Nuevamente las multinacionales..!?

Bottlemanía: cuando fue que comenzamos a comprarla.


Y es que en estos días, a través de un artículo en el Economist del 19 al 25 de julio, y replicado en varios otros medios informativos, blogs, revistas, etc., se ha comentado un libro sobre el agua embotellada (Bottlemania), recientemente publicado, y escrito por la norteamericana Elizabeth Royte, en el cual se especifica que mientras en 1987 los estadounidenses bebían sólo 21,57 litros de agua embotellada por persona anualmente, en 2006 tomaron 104,47 litros. Lo cual, si bien muestra un aumento formidable en el consumo, está muy lejos de las 44 onzas diarias recomendadas en el artículo enviado por mi amigo. Pero en el libro en cuestión, titulado “Bottlemanía: How Water Went on Sale and Why We Bought It" cuya traducción sería similar a “Cómo el agua comenzó a venderse y por qué nosotros la compramos”, Royte se sumerge en las profundidades de las motivaciones que llevan al consumidor a pagar más por un producto que, en su país, cuesta entre 240 y 10.000 veces menos que el agua envasada, y siendo que, además, "más del 89% del agua corriente supera las regulaciones federales de salud y seguridad, y gana casi siempre en pruebas a ciegas frente a aguas de marca”. ¿Las razones? Una combinación de marketing, moda y capitalismo.

Royte se pregunta entonces por qué los estadounidenses gastaron US$ 11.000 millones en agua embotellada en 2006, cuando podrían haber consumido el agua perfectamente aceptable que sale de los grifos (o canillas) con un diez milésimo del costo. La respuesta inmediata es marketing, sin duda marketing, pero el tema no es tan simple porque involucra además una combinación de costumbres y tendencias culturales, económicas, políticas e hidrológicas. Aparentemente, todo comenzó como una moda que se creyó pasajera -"fad" en inglés- y que prendió principalmente entre los yuppies. De pronto era "cool" andar con una botella de Perrier en la mano. Ya en las décadas del setenta y ochenta había pequeñas empresas listas para satisfacer esos clientes y promocionar esa caprichosa demanda de ser y parecer "chic". Pero como suele pasar, la costumbre de pocos se convirtió en moda para millones, y –como también suele pasar - significó la oportunidad para las gigantes multinacionales como Nestlé, Coca-Cola, Pepsi-Cola y otras, quienes rápidamente se anotaron en el juego.

Pepsi, por ejemplo, propietaria de la marca Aquafina, gastó US$ 20 millones sugiriendo que "los estadounidenses bebieran más agua". El efecto de las campañas publicitarias llevó el consumo al doble en los diez años desde 1987 a 1997, y “en 2006 bebimos 104,47 litros por habitante, lo que en conjunto equivale a un total de 1.000 millones de botellas por semana”, asegura Royte. Por supuesto, este proceso tendría sus importantes consecuencias económicas y ambientales. Los ecologistas y los celosos promotores de la Responsabilidad Social Empresarial, entre otros, elevaron sus voces de alerta. La National Coalition of American Nuns (Coalición Nacional de Monjas Americanas) apuntó en 2006 contra el agua envasada con un argumento moral: "No debe privatizarse un recurso esencial para la vida del ser humano", sacando a relucir cifras y datos preocupantes: cada año la fabricación de las botellas requiere 17 millones de barriles de petróleo, y “la energía total para hacer y distribuir cada botella de agua es equivalente a llenar un cuarto de cada botella con petróleo”. De aquí en más, el vital líquido envasado pasó a simbolizar los paradigmas negativos: derroche del dinero de los contribuyentes, desprecio por el agua corriente y peligro ambiental. Mientras algunas ciudades cancelaron contratos con embotelladoras, otras les aplicaron impuestos, y varias ONG comenzaron a abogar por el consumo de agua corriente.

Conflicto comunitario.

Dentro de los casos mencionados, la autora refiere al conflicto creado en Fryeburg, Maine, un pueblo de 3.000 habitantes que está tratando de impedir que “Poland Spring”, de Nestlé, siga bombeando 636 millones de litros de agua por año de un acuífero maravillosamente puro que está enterrado bajo sus bosques de pino, de propiedad municipal. Ello ha derivado en "un fenómeno social sin parangón, uno de los mayores golpes de marketing de los siglos XX y XXI", dice Royte, transformando a Fryeburg en un campo de batalla, donde de un lado hay vecinos que tratan de repeler a la empresa Poland Spring, y del otro hay vecinos que buscan sacar provecho de tener una riqueza que codician las grandes empresas: agua pura.

Hay quienes aseguran que tener una cuenca de agua pura cuando el 40% de los ríos y arroyos del país se hallan contaminados, se ha convertido en una maldición para la zona. Como resultado de todo esto, el agua ya se vende más que la leche y la cerveza, y está a punto de convertirse en la bebida más popular del país. "Bottlemania" parece advertir que, más allá de las bondades atribuidas en el artículo recomendado por mi amigo, hay que pensar dos veces antes de tomar cualquier tipo de agua, pues entre los riesgos figura la presencia de arsénico, aditivos para nafta, 82 diferentes productos farmacéuticos y escurrimientos de fertilizantes. Pero como no podía faltar el mensaje tranquilizador para los afectados lectores, cita las afirmaciones de expertos que sostienen que no es necesario tomar 8 vasos de agua por día. Lo mejor –se recomienda -es beber sólo lo necesario para calmar la sed.

Percepciones, verdades, y conclusiones.

¿Snobismo? ¿Consumismo? ¿Marketing? ¿Capitalismo? ¿Responsabilidad Social Empresarial? Todo parece mezclarse en este caso, con percepciones de culpas, excesos, abusos, oportunidades y responsabilidades, pero también con necesidades y satisfacciones, donde hay lugar para los perjudicados, y para los beneficiados. Es la historia de siempre. Y como siempre también, debemos buscar la objetividad.

Por más que en Gran Bretaña, el ministro del Ambiente, Phil Woolas, afirmara que el agua embotellada es "moralmente inaceptable", primero, porque el producto no ha demostrado ser mejor que el que sale de la canilla, y además, por el costo económico y ambiental que tiene su industrialización, en ese país se gastan anualmente 2.000 millones de libras esterlinas en comprar agua mineral! El Estado invierte mucho dinero en potabilizar el agua para el bien de la comunidad, argumenta el funcionario. Y está muy bien. Pero quizá debería comunicarlo mejor a sus ciudadanos, o promover el mismo Estado el consumo a través de la opción más cómoda que significa el agua embotellada..Porque, más allá de lo “fad” de lo “cool” o lo ”chic” que pueda parecer, hay una verdad evidente: no se puede andar con el grifo en el bolsillo..! Por otra parte, creo que, maravillas más o maravillas menos, es muy bueno que se haya incentivado el consumo del agua, puesto que es un líquido indispensable para nuestro organismo.

Argenta octubre, 2008

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