La sonrisa de Putin.
(La sonrisa va por barrios)
¡Y
ya lo ha logrado por segunda vez!
Además, muchos de quienes hemos investigado y analizado detenidamente su
comportamiento, sostenemos (con todo el respeto humano-medicinal) que Donald
Trump, dado su histrionismo, no es un ser normal. Me permito citar, por
ejemplo, la definición de la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría, en cuanto a que, “el trastorno histriónico de la
personalidad (histeroide) (THP) está definido por el trastorno de la
personalidad, caracterizado por un patrón de excesiva búsqueda de
atención, que generalmente comienza en la edad temprana adulta, incluyendo un
comportamiento seductor inapropiado y una excesiva necesidad de aprobación).
¡Y yo pienso que hoy, Vladimir Putin,
el hombre ruso, es el hombre más feliz del mundo, por cuanto hayan elegido a
Trump! El lo conoce; y le dará la oportunidad de figurar, una vez más, en su
puesta en escena, ante la comunidad mundial. Volveremos a abrazarnos, a
estrecharnos las manos, a consumir millones de flashes fotográficos, toneladas
de tintas de colores en los periódicos impresos, otro tanto en los titulares de
los portales digitales de los medios de comunicación, en las redes sociales, en
los análisis profesionales y aún en la chismografía mundial. ¡Gracias, Donald,
por incorporarme a la -supuestamente- principal potencia mundial!
Por
lo cual, frente a esto, a Donald Trump muy poco le interesa lo acertado o no,
que dejarán sus cuatro años de políticas sociales, económicas, e
internacionales, para la mayoría del pueblo norteamericano. El ya ha logrado
montar su obra; ¡haciendo que el mundo entero hable de él! Trump se ha dado el
lujo de despreciar e ignorar al congreso; a ese mismo congreso al cual incitó a
una turba de imbéciles semidesnudos y cornudos a invadir, destrozar, y si era
posible matar a quien fuera, con tal de rechazar el legítimo triunfo de Joseph (Joe)
Biden Jr., en las presidenciales.
El cartel "Esto no es normal" de
Melanie Stansbury lo dice todo,
Coincidentemente,
una nota de Kathleen Walsh, del 5 de marzo de 2025 publicada en Glamour (una
revista internacional) nos relata que “Para
algunos, nada de lo que dijo el presidente (Trump) en su discurso ante el
Congreso el 4 de marzo nos impactó tanto como el cartel de Melanie
Stansbury: “Esto no es normal”. Resulta que, cuando Donald
Trump entró en la cámara, la congresista demócrata de Nuevo México,
Stansbury, se paró detrás de él y levantó un pequeño cartel de papel que decía:
"Esto no es normal". Al menos, lo hizo hasta que
el republicano texano Lance Gooden le arrancó el cartel de las manos.
Irónicamente, dice Walsh, ni la coordinación de colores ni el cartel en
sí fueron un mensaje tan efectivo como ver a Gooden tomar el cartel de las
manos de Stansbury y lanzarlo al aire. (Lo cual tampoco debería ser normal)
Pero
Trump, el sacerdote del sacrificio republicano, tiene esas cosas. Recordemos
que en su afán de protagonismo, días antes de Semana Santa, promocionaba una
Biblia con un precio de 59,99 dólares, más gastos de envío e impuestos (God
Bless the USA Bible) publicando un video en sus redes sociales en el que
animaba a sus seguidores a comprarla.
“Debemos
hacer que Estados Unidos vuelva a rezar”, proclamaba. Aunque según The New York Times, su
discurso de venta de la Biblia “llega en un momento en que parece enfrentarse
a un importante aprieto financiero. Con sus honorarios legales en aumento,
debido a que enfrenta cuatro casos penales y una serie de demandas civiles,
Trump también está siendo obligado a pagar una fianza de 175 millones de
dólares mientras apela su caso de fraude civil en Nueva York, una cantidad
considerable (aunque significativamente menor que la multa de 454 millones de
dólares impuesta en el caso).
Pero
en febrero del 2024, el juez de Nueva
York, Arthur Engoron, falló en contra de
los Trump, Donald y sus hijos, por fraude empresarial y falseo de riqueza
reincidente. Y emitió su condena. ¡Que finalmente quedó en U$S 355 millones!
¡Qué ejemplo para el mundo!
Pero
Trump es, sin duda, un hombre con mucha suerte. Porque más allá de haber
recibido U$S 400 millones de dólares de su padre, apareció el mesías iluminado
de la tecnología, Elon Musk, que le depositó más de doscientos millones de
billetes verdes para su campaña y reposición. Y Trump, en su exceso de
histrionismo, es el hombre que se jacta de despreciar a China (donde su
alcahuete Musk, tiene una enorme fábrica de sus automóviles Tesla) y hacerse
amigo del ruso Putin, el enemigo tradicionalmente declarado como la peor
amenaza mundial, para los Estados Unidos. Como diciendo “sepan todos que yo
estoy en medio de todo”. ¿Acaso no es digno de la mejor representación teatral?
¿O de un Oscar, al mejor actor universal?
Lucía Bernstein Alfonsín, para EFE, recoge sus
palabras frente a los periodistas presentes en su mansión de Mar-a-Lago, en
Florida: “Los necesitamos por razones de seguridad económica. No me voy a
comprometer a eso. Podría ocurrir que tengamos que hacer algo”. Y
aseguró que no descartaría el uso de las Fuerzas Armadas
para tomar el control de Groenlandia y del Canal de Panamá. En la misma
conferencia de prensa, insistió en su ambición de que Canadá se convierta
en el 51º Estado de su país y de renombrar el golfo de México como "golfo
de América
La sonrisa de Putin. Mientras tanto, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha calificado de "serias" las amenazas de su homólogo estadounidense, Donald Trump, de anexionarse Groenlandia, una isla ubicada en el Atlántico y bajo soberanía de Dinamarca. “Estos planes tienen raíces históricas y es evidente que Estados Unidos seguirá promoviendo sistemáticamente sus intereses geoestratégicos, político-militares y económicos en el Ártico”, ha manifestado, según la agencia de noticias Interfax.
Y
en mi imaginación, como uruguayo familiero, cada día que leo estas cosas, me da
por imaginarme a Putin, desayunando cómodamente en su hogar, y pidiéndole a su
esposa, la exgimnasta Alina Kabaeva, con quien tuvo (curiosamente) uno de sus dos hijos nacido en Suiza), “Aline, querida, tráeme la prensa,
que quiero divertirme leyendo los nuevos divagues de mi colega Trump”. Y
más tarde, ya en su despacho, Putin responderá por teléfono, una vez más, al
colega Trump, quien le pide una nueva reunión para sacarse nuevas fotos, y que
diga algo, porque la prensa tiene hambre, y porque el show debe continuar. Como
dicen en mi pequeño Uruguay, “la risa va por barrios”.
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