¿Los argentinos son
menos inteligentes que los uruguayos?
No; no me lo creo. Pero es bueno preguntarse cosas como ésta, cuando Uruguay ha tenido un relevante crecimiento económico con inclusión social, en las últimas décadas, mientras que nuestros hermanos argentinos se han desbarrancado, han tocado fondo, y han presentado los peores índices macro y microeconómicos de la región. Y todos sabemos, sin embargo, que Argentina es un país tremendamente más rico que Uruguay.
Argentina tiene
petróleo, tiene enormes reservas de gas, tiene litio, tierras que le permiten
formidables producciones agrícolas de exportación (ha sido considerada como
“el granero del mundo”) y criar
millones de cabezas de ganado que les proporciona una excelente carne de
exportación, para alimentar a buena parte del mundo. Tiene, además, en su
haber, tres premios Nobel, que hacen una distinción. ¿Y entonces qué? ¡A los
argentinos nos les hace falta nada para progresar y ser una de las naciones más
relevantes el mundo! Lo tienen todo, pero, si, evidentemente algo les falta.
¿Dónde están las fallas o las faltas, que lo han hecho un país inviable e
invivible para sus mismos compatriotas, a lo largo de tantos años?
A mayores
riquezas naturales, tangibles y comprobables, les faltan valores intangibles
pero también comprobables, que los hagan creíbles y confiables. Les falta
confianza entre ellos mismos, y credibilidad frente al resto del mundo. Por
ejemplo; uno de sus últimos genios constructivos, y que convirtió a su empresa
de servicios, en la empresa más valiosa de Latinoamérica, se vino a vivir al
Uruguay. Alguien dijo, creo que fue Macri, refiriéndose al autodestierro de
Marcos Galperín, el CEO de Mercado Libre, “perdimos a nuestro Steve Jobs de
la Argentina”. Y lo malo para cualquier país, es que la gente que se va, no
son lo políticos fracasados, sino los emprendedores que hacen posible la
existencia del Estado.
Hoy, muchos argentinos se preguntan ¿Y
si Steve Jobs hubiese abierto su empresa en Argentina? Interrogante que dio
lugar a un interesante artículo en infobae, de Antonella Marty, y con este
título, en el cual la periodista reflexiona sobre que, “teniendo talentos
incluso de la misma talla, nos sobra algo que nos tiene anclados: regulaciones,
gobierno grande, sindicatos mafiosos y políticos que si ven a un emprendedor
teniendo éxito lo castigan con impuestos, burocracias y leyes que frenan el
progreso”. “Poco podría haber
logrado un Steve Jobs, por ejemplo, en países como Argentina o Venezuela (…) La
pregunta es la siguiente, finaliza Antonella: ¿cuánto talento, empleo y
éxito nos estaremos perdiendo?” Y
bueno, sin duda que Galperín es uno de ellos.
Y entonces,
llegó Milei.
Y si; es
entendible que una gran mayoría de argentinos votaran a Milei. A mi me recuerda
cuando, estando viviendo en Venezuela, en plena crisis socioeconómica de los
años ‘90, los venezolanos votaron a Chávez.
Otro país al cual, en materia de recursos naturales, no le faltaba, ni
le falta nada. Pero en gobernanza política, le faltaba y le falta todo. Y los
venezolanos decidieron un salto al vació, cansados de tanto hastío. ¿Quién
conocía a Chávez, y que garantías ofrecía, más allá de una nueva revuelta (no
confundir con revolución) utilizando los mismos argumentos nacionalistas,
reivindicadores y prometedores, que siempre utilizó la política? Fue hábil, muy
hábil, sin duda, en la forma de aprovecharlos. ¡Y así le va hoy, a Venezuela!
Y es que cuando
la gente ha llegado al máximo de su capacidad de paciencia y resiliencia,
frente a personajes que volverán a repetirles una historia harto conocida de
fracasos y decepciones, es capaz de tirarse a un abismo, con tal de rescatar su
necesidad de creer y soñar, con algo distinto. Si; la gente necesita creer, y
necesita soñar. Aunque se equivoque; siempre que la equivocación, sea su
decisión.
Y esto es lo que
ha pasado, últimamente, en Argentina. Estaban hartos de todo y de todos.
Inclusive de aquellos personajes que, por mucho tiempo, representaban una
idea/nación tan arraigada, que era parte de su identidad; el peronismo. Y
bueno, tuvieron que entender la decepción de que Perón hubo uno sólo, por más
que peronistas hubieran muchos. Y muchos de ellos, peronistas por conveniencia,
más que por conciencia. Hubo un momento en la política argentina, que si no
eras peronista, no eres nada. Hoy, si eres peronista, no eres nada. Porque el
problema, desde hace tiempo ya, no es Perón; es de los argentinos que jodieron todo,
hasta el recuerdo de Perón. Y entonces se engolosinaron pensando que, tirándole
unos pastelitos cada tanto, a los seguidores de Perón, ellos podrían llenarse
de guita los bolsillos del pantalón.
Y entonces, se
dedicaron a la orgía; parte es tuya, y parte es mía. Convertibilidad, default,
inflación, corrupción, todo era válido para seguir exprimiendo a la nación. Lamentable,
todos, con algunos picos de excepción, hipotecaron el país hasta el calzón. Cambiaron
cinco presidentes en once días. Y vino la era, de Cristina la pistolera;
“quiero lo mío, y también lo de afuera”. ¡Claro!; los pastelitos gustaron a
aquellos que pensaron en la facilidad de la multiplicación de los panes y los
peces, que tan milagrosamente hizo Jesús, en la montaña! Y que cuando los repartió a todos lo que
quisieran pescado, les dijo «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada
se pierda».
Y cuando todos estaban hartos, llegó
el Mesías Milei, y les advirtió: “soy libertario, y que nadie espere de mi
un milagro. A joderse todos, porque hay que salvar al erario”. Y hasta ahí
iba bien. Y lo que empezó a hacer el Toto Caputo también. ¡Pero Javier abre la
boca, y el saneamiento se desboca! Insulta a los contrarios, y a los que no son
libertarios; se besa con Trump y Netanyhau, y lo peor del vecindario. Ataca a
las mujeres y a aquellos del medio pelo, diciendo que sin machos no hay
caramelos. Que son los mismos derechos, para quienes tienen pelos en la
entrepierna, que en el pecho.
No se que le pasa con las mujeres; le
inventan idilios con las más hermosas, pero no se le conoce una actuación
decorosa. Odia a la Cristina y ama a la
Kristalina. Las mujeres son su encierro y por eso, prefiere vivir con sus
perros. Un perro muerto lo asesora y lo aconseja; y no cree en diferencias
entre los viejos y viejas. No se; les juro que yo quiero y necesito, al igual
que la mayoría del pueblo argentino, creer en Javier Milei. Pero me cuesta. Al
igual que los norteamericanos necesitan creer en Trump. Aquel por ser corrupto,
y este por ser inconducto.
Lo cierto es que, mientras Javier
Milei afirma que “el Estado es una organización criminal…peor que la mafia”,
al exitoso empresario Marcos Galperín, desde Uruguay, esto no le preocupa. Ha
desarrollado sus actividades, a afincado a su familia, y se han integrado al
país, sin ningún inconveniente, ni exigencias especiales. Simplemente porque en
Uruguay, a los genios, cuando aparecen, los invitamos a quedarse, para seguir
desarrollando nuestros deseos.
Y porque la culpa no es del Estado;
¡sino de los gobernantes inescrupulosos, corruptos, e ineptos, que aprovechan
las prebendas que les concede el Estado, en nombre del bienestar de la nación,
para consumar sus más mezquinos actos de enriquecimiento y corrupción! ¿Qué
es esa estupidez de que se puede mantener la estabilidad de una nación, sin una
autoridad, elegida libremente, que haga prevalecer los derechos de la mayoría?
Y además, mientras el admirado Trump
insiste en castigar a México con nuevos aranceles, el gigante de comercio
electrónico Mercado Libre anunció la mañana de este viernes (07.03.25) una
inversión de US$ 3.400 millones en México en 2025. La inversión es 38% más que
el año anterior, para fortalecer su ecosistema tecnológico y financiero, así
como para generar 10.000 nuevos empleos en el país azteca, su segunda
mayor operación en América Latina, donde está presente en 18 países. Mercado
Libre habrá invertido en los últimos cinco un total de US$ 35.000 millones en
México, dijo su vicepresidente senior de Marketplace Hispanos, David
Geisen.
(América Economía, 07.03.25)
PD: ¿Y mientras tanto, que pasa hoy en Argentina, con esta aventura que comenzó hace 25 años en un garaje del barrio de Saavedra, en la ciudad de Buenos Aires?
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