¡La incertidumbre, la nueva pandemia argentina!
Claro: ¡Y es que sin duda es un gran negocio la pobreza! Porque es difícil
explicarle a esos sectores de la sociedad demasiado pobres, y que en su momento
se los gratificó ofreciéndoles regalías para que siguieran siendo pobres (aunque
momentáneamente más felices) que la vida es un regalo de Dios, pero que ganarse
el derecho a vivir de acuerdo a sus aspiraciones, es un derecho que se deben
ganar, con su esfuerzo, los seres humanos. ¡Vaya! Ni es tan difícil de
entender. Pero claro, es políticamente más redituable para quienes les
mostraron lo contrario, seguir alimentando su pobreza, porque ya, de alguna
forma, se acostumbraron a vivir dentro de esa mínima, pero confortable, por
conocida, zona de confort. Y porque para ellos es siempre más arriesgado
apostar a lo prometido, pero, desconocido. Y eso es parte del negocio político.
Y esto me viene a coalición porque, recientemente, según recoge el medio
informativo PERFIL, de Argentina, y desde un evento que reunió
a los representantes de las empresas más poderosas del país, invitados a los
Premios Fortuna, uno de ellos expresó: “Mirá que yo soy liberal, pero lo
que viene me preocupa”. La frase, de uno de los máximos referentes
del círculo rojo, resonó y se hizo eco entre los empresarios,
quienes admitieron que la incertidumbre ya gobierna en las
decisiones de negocios y que esa sensación “es peor que
la certeza de tener un mal futuro”.
¡Vaya! Una vez más, lo conocido, contra lo desconocido.
Y sucede
-según el medio argentino -que Javier Milei, el nuevo líder
mesiánico “que nació del riñón
del establishment local, hoy se convirtió en un proyecto sin
garantías de una continuidad ordenada, en un eventual gobierno
libertario”. “Tiene una inestabilidad emocional peligrosa”, se
asegura. ¡Malaya triste destino, al decir de Atahualpa -que todos los caballos
- y también los ciudadanos, sigan el mismo camino.
“Ojalá
le vaya bien. Estaremos para ayudarlo. Espero que se deje ayudar”,
aseguraron otros de los presentes. Y son entendibles estas incertidumbres,
porque, entre otras cosas, cuando el iluminado prometió a gritos estentóreos su
salvadora dolarización, ahora, su principal asesor económico, el economista
Darío Epstein, asegura que, a pesar de que hay un plan de dolarización muy
concreto, “no vamos a dolarizar si no hay dólares”, y que además quien gane el
gobierno deberá reducir el gasto, porque hay que lograr el “déficit cero”. Y si
no hay dólares ni tampoco quien los produzca, y hay que reducir el gasto, y un
montón de ministerios y de planes sociales, ¿quién va a pagar esta factura?
Porque
entonces, los ricos no tienen certezas para producir la riqueza, los pobres no
tienen certezas de no empeorar su pobreza, los empleados no tienen certezas de
que no vuelen sus cabezas, y es que yo, desde el otro lado del charco me
pregunto. ¿quién es feliz en estos momentos, en la Argentina? Si hay alguien,
que levante la mano. Lamentablemente, creo que hay una pandemia de incertidumbre.
Porque al decir de aquel empresario sobre la incertidumbre, “es peor que
la certeza de tener un mal futuro”.
Lamentable,
para mis hermanos argentinos.
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