El
mundo al revés (II) Aunque yo solo sé, que no se nada.
En el artículo
anterior, traté de explicarme en el lenguaje “al revés”, que han hecho popular
y manejan con suma maestría, algunas compatriotas. Hoy, voy a intentar
explicarme de otra forma, porque no es fácil para los uruguayos entendernos
entre nosotros mismos. Y comenzaré por decir que “Yo solo sé que no sé nada” (y para hacérselas más fácil, se los
diré en griego clásico:” ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν
οἶδα, hèn oîda hóti oudèn oîda”; y también en latín: “scio me nihil scire o scio me nescire”) Y no crean que, como
uruguayo parte de los 3 millones de directores técnicos que somos, no me
desgarra profundamente la autoestima tener que reconocerlo!
Menos mal que Platón
completó la frase, agregando: ..“y, al
saber que no sé nada, algo sé; porque sé que no sé nada”, lo cual es como el hecho de saber algo (y quizá mucho) pero
tratar de hacerse el modesto, para no quedar como un porteño agrandado. Y
entonces sí, tanto uruguayos como porteños, nos sentimos reconfortados!
Y esto lo traigo a
colador (digo a “colación”, que es más o menos lo mismo) porque si bien todo el
mundo, o buena parte de él (menos los estúpidos radicales), hablan en este
Nuevo Siglo maravillas de este pequeño país llamado Uruguay, los mismos
uruguayos pareceríamos no darnos cuenta de los éxitos logrados, allí donde tantos
fracasaron! Los mayores organismos crediticios mundiales, los más influyentes
medios periodísticos, y los más reconocidos analistas de la economía, el
desarrollo social y el crecimiento con inclusión social, hoy nos reconocen.
Porque al mundo
exterior no le interesa en absoluto las pajas y diferencias internas que
podamos tener entre nosotros; simplemente le interesa saber quiénes somos de
acuerdo a las grandes valoraciones y la credibilidad que podamos aportar los
demás. ¡Y es como debe ser!
Y quiero aclarar que
no voy a considerar que esto ha sido solamente producto de las políticas
gubernamentales de estos tres gobiernos frenteamplistas, aun cuando sin duda
han tenido su mérito! Esto ha sido producto de miles de uruguayos que con su
creatividad, su esfuerzo, su entrega y su dedicación, han posicionado a este
país dentro de los máximos exponentes del famoso “crecimiento con inclusión
social”. Y más allá, en crecimiento con inteligencia natural y también con la artificial!
Porque cuando el país
se jodió, iniciando el Nuevo Siglo (año 2002) comenzaron a aparecer emprendedores
de distintas actividades, quienes lejos de amilanarse ante las dificultades, se
atrevieron a desafiar a los máximos exponentes mundiales con productos e
innovaciones impensadas, y soluciones y aplicaciones inimaginables. Hasta
posicionar al país entre los primeros exportadores mundiales de software, de
caviar, de aplicaciones tecnológicas, y en desarrollar modernos polos
tecnológicos que captaron a las más emblemáticas empresas multinacionales para posicionar sus centros
logísticos de atención y distribución, y que significaron un ejemplo para la
región.
Y hoy somos un
ejemplo mundial en tecnologías de la comunicación, siendo primeros en la región.
Mientras que a nivel gubernamental fuimos el primer país en el mundo en desarrollar
el icónico programa de una computadora por niño del norteamericano Nicholas Negroponte, y destinado a igualar las
posibilidades sociales: el Plan Ceibal!
Y hasta en asombrar
al resto del mundo, con una revolucionaria idea dirigida a dotar al otro sector
extremo -y generalmente más olvidado de la sociedad, la tercera edad - con una herramienta tecnológica que la mantuviera
conectada y actualizada con los avances de la humanidad: el Plan Ibirapitá!
¡Vaya, para mí que esto sí, es
revolucionario! Porque al decir de
Bolívar, “una verdadera revolución
socialista, se basa en “el sistema de gobierno más perfecto, es aquel que
produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor
suma de estabilidad política”. ¡Y eso es lo que el Uruguay ha logrado!
Y en desarrollar un
sistema de trazabilidad para que nuestras carnes bovinas pudieran entrar
directamente a las góndolas de los más sofisticados mercados mundiales; y
últimamente, en ganarle la batalla a la dependencia energética del petróleo,
desarrollando una nueva matriz energética que hoy buena parte del mundo nos envidia.
Sin contar además, lo que durante este tiempo y producto de todo este esfuerzo,
se desarrolló en materia de ejemplares planes sociales para rescatar de sus inequidades
a los más vulnerables de la sociedad.
Pero hoy los
productores “autoconvocados” (y yo diría “autoarrogados”) siguen rebatiendo argumentos del gobierno,
renegando ahora hasta de la “trazabilidad”, uno de los éxitos
internacionalmente reconocidos del país, que nos permite hoy colocar nuestras
carnes en los mercados más sofisticados del mundo!; Declarando, incluso, que la
trazabilidad se pierde cuando el animal faenado entra al frigorífico! ¿Y ésto, pregunto yo, no es como pegarnos un
tiro en el pie a nosotros mismos, frente al exigente e implacable mercado
mundial?! No es una especie de traición a la nación, en aras de defender un
miserable beneficio particular?!
Y además, aún cuando el Fondo
Monetario Internacional pronostica un crecimiento del PIB del 3,4% para 2018,
ellos auguran una caída en las
exportaciones agropecuarias este año; consideran que el alza del precio de la
tierra de años pasados fue una burbuja, y denuncian que el Estado en ningún
momento adaptó sus costos para ayudar al sector productivo a competir. ¡Carajo!
¿Será que el Estado no ajustó sus costos a los de ellos en particular? ¡Qué
cinismo sectorial, tratando de amenazarnos con su egoísta posición de ser
imprescindibles, en un país que ha demostrado que otros -por suerte -ya han
tomado estos lugares, con otras actividades! Como el turismo, la tecnología y
toda la actividad de los servicios!
Ok; aceptemos si, que los costos de producción han subido
considerablemente, y que ello afecta la rentabilidad! Pero también deberíamos considerar
que “los campos uruguayos volvieron a valorizarse”; que la venta de tierras
aumentó 50% en monto en 2017, y el valor promedio fue US$ 3.712, creciendo 10%
frente a 2016. Que el gobierno no puede disponer de fijar los precios
internacionales, pero que debería valorizarse el mérito de haber pasado, en los
últimos 13 años, de apenas 60 mercados internacionales a más de 160!
Que el Gobierno tampoco puede incidir en las condiciones climáticas,
beneficiosas o negativos, para los agroproductores, pero que ha implementado
una serie de estímulos y ayudas como nunca antes, a los hortifruticultores, y a
los más golpeados por estos factores. Y que no es fácil, para un país pequeño y
tomador de precios, como Uruguay, poder equilibrar las distintas necesidades de
la sociedad! (Como tampoco lo es para muchos de los más grandes!)
Pero por otro lado y para complicarla más, a pesar de que en éste como en
los países más desarrollados, se tratan de implementar sistemas de riego
aprovechando incluso los beneficios que en su momento nos da la naturaleza con
sus precipitaciones, ahora se viene la campaña del PIT-CNT, por iniciativa del sindicato de OSE, FFOSE, para
realizar un referéndum contra la ley de riego, promovida desde el Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca, y con el apoyo político de todos los partidos
políticos con la sola excepción de Unidad Popular. ¡Joder! ¡Que ni siquiera es
fácil aprovechar la naturaleza, en este bello Uruguay!
Por mi parte, sigo confiando en
que dentro del último recurso que le queda a la humanidad (incluidos los
uruguayos) para asegurar su supervivencia, y que es hacer el indispensable y
vital ejercicio de razonamiento que permita tomar las decisiones trascendentes,
debemos apoyarnos en dos cosas
fundamentales: en el resultado de las experiencias propias y ajenas, y en
respetar la voluntad de las mayorías!. ¡Lo demás, es todo paja!
Y creo que los últimos trece años vividos por este “Nuevo Uruguay” (yo
llevo apenas nueve y uno de ellos estuve más muerto que vivo) deberíamos valorar
los enormes y enriquecedores cambios que ha logrado el país, el cual -sin
mayores y más bien menores -recursos naturales, hoy es ejemplo para buena parte
del mundo, por la única y verdadera y sostenible riqueza, que define la riqueza
de una nación: ¡la capacidad de su
gente!
Y he tratado de explicarme al derecho y al revés; y ahora incluso en griego
y hasta en latín; confesando que si bien “Solo
se que no se nada, al saber que no sé
nada, algo sé; porque sé que no sé nada”. (Pero a lo mejor algo sé, porque
algo he aprendido).
No sé; a veces pienso que Platón era tan complicado como los uruguayos…!
Amen.
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