Mujica y Lanata; la flor, y la “nata” de un nuevo paradigma cultural.
Los medios de comunicación, dentro de su noble tarea de información, han sido utilizados (y lo seguirán siendo) más de una vez, para publicar descalificaciones groseras, mediocres y de muy bajo nivel, a personajes políticos y de la farándula por igual. ¡Y ellos se prestan gustosos para el show! Recuerdan ustedes unas recientes declaraciones de un expresidente uruguayo que durante una entrevista para el diario español El Mundo titulada "Mujica: el político estrella del rock que apoya a Podemos", cuando se le preguntó qué sucede en Latinoamérica con Brasil y Argentina, excretó: "Están cagando arriba de la mesa los vecinos. La puta que los parió. ¡Qué desastre! Parecen dos repúblicas bananeras”. Si; y casi le dan un Premio Nobel..
¡Y vaya! Que para nuestros estudiantes, maestros, profesores, académicos, periodistas, y todos aquellos ciudadanos revestidos de una cierta cultura promovida, proclamada y cultivada, como parte de la identidad nacional, se estarán haciendo el hara kiri ante estas expresiones de quien fuera propuesto, nada menos que por los europeos, para otorgarle un Premio Nobel! Será cuestión entonces de replantearse esas estúpidas y anticuadas concepciones culturales ante las cuales nos hemos rendido por décadas, porque, cuando se le preguntó a este compatriota acerca de ¿Cuál es la explicación de sí mismo, ante su éxito global?, él respondió "Por los temas que toco. ¿Dónde viste que los políticos se preocupen por la felicidad? Se preocupan por el PIB, por los datos de la economía. En las sociedades modernas crece la economía, pero hay una insatisfacción brutal con la forma en que se vive".
¡Aja! ¿Y entonces puteando y diciendo soeces a los cuatro vientos, se es exitoso y se contribuye a la felicidad universal? Bueno, sí, quizá sea cierto que él no se preocupó demasiado por el PIB y por los datos de la economía, porque mientras la sociedad uruguaya crecía gracias al esfuerzo de tantos que sí se preocuparon para que el PIB y la economía pudieran pagar las cagadas que él puso sobre la mesa de los uruguayos, él se daba el gusto de ser el magnánimo de turno!
A esta altura de mi vida, durante la cual en algún momento expresé mi reconocimiento por ciertas actitudes del compañero Mujica, hoy siento que no puedo irme, morirme, o lo que sea, sin mostrar como reconocimiento a este paisito que se ha superado tanto -mi absoluta y total desaprobación ante las actuales expresiones totalmente yoistas, narcisistas, y desagradablemente egoístas de este compatriota. Al cual, sin duda lo empacharon los reconocimientos que superaron su intelecto. A mí, hoy, ya no me representa!
Y conste, que Uruguay está (¿otra vez?) inmerso ante la urgente y candente necesidad de concretar una reforma educativa! ¿Será que, después de que por tantos años se viene hablando, y fracasando en el modelo, ahora, gracias a las contribuciones culturales del compañero Mujica, se ha encontrado al fin el eslabón perdido de la educación uruguaya?
Sin duda, para entender esta nueva concepción de la cultura, es imperioso, ilustrativo, e interesante -aunque no gratificante - introducirse en los conceptos que plantea Adriana Marrero en su artículo en Uypress: “La cultura del robo (O sobre esa educación que damos todos)”. Quizá más que interesante, debí decir inquietante! O estresante! ¡Y vaya que es profundo! Y nos pega a todos por igual en la cara con el impacto de quien nos toma de sorpresa. No estoy seguro de que sean muchas las personas que deseen leerlo. Porque asusta. Porque desnuda. Porque invita y exige una nueva revisión de los paradigmas más profundos. Y eso incomoda. Y mucho. Porque, cambios sí, pero, ¿tantos cambios?
Dejémoslo aquí; porque Uruguay es tan Uruguay, como Argentina es tan Argentina. Y parecería que hoy, ciertos connotados personajes del periodismo argentino -y por las mismas sórdidas, cancheras y quilomberas formas de comunicación - se llevan el Premio Nobel a la ordinariez! Y conste que no les debo nada, ni a la señora Cristina de Kirchner, ni mucho menos a sus detractores, los cuales considero han caído en la misma o peor, y aún más baja, forma de dirigirse a sus conciudadanos y al mundo, escudados en la crudeza de sus revelaciones. La altura y la cultura, no necesitan de la ordinariez; se defienden solas!
Lo he dicho
más de una vez; ¡Argentina no se merece este tipo de argentinos!
Entonces el asunto es que para agradar por lo macho, lo atrevido, lo comprometido, lo audaz y lo pervertido, hay que utilizar esas palabras que tocan nuestra más íntimas fibras de la populachez (¿ven como ya me estoy acostumbrando?) con las cuales y gracias a las cuales, nos mimetizamos y encontramos en lo más profundo del sentimiento rioplatense. ¿Queda claro?
Por ejemplo; la expresión “mierda” no puede faltar en ninguna declaración que se precie de pertenecer al más selecto grupo del periodismo intelectual post-moderno!
A su vez, la palabra “cagada”, cuyo significado tiene una estrecha conexión con la anterior, es casi insustituible, porque tiene una fuerte incidencia en el olfato de uruguayos y argentinos, y suele oler muy bien para aquellos que pretende descalificar algo o alguien. Y es que en este sentido, Mujica y Lanata, parecen ser la “flor y la nata”, del nuevo paradigma cultural sudamericano.
No me explico como el Papa Francisco, que es una referencia tan respetada entre los argentinos, en algunas de las frecuentes mateadas con Macri (hoy sustituyendo a Cristina) no le ha mandado decir a Lanata que se lave la boca con agua, jabón, hipoclorito y espadol, porque en las últimas declaraciones del conductor estrella del Grupo Clarín, acusó a la ex mandataria con expresiones soeces y atentatorias contra la violencia de género, al calificarla como una "pobre vieja enferma y sola". Y además, para que quede claro también utilizó la otra expresión moderna: "Ojalá la juzguen como la mierda que fue".
¡Y el tipito está hecho una estrella! No me extrañaría que lo postularan para el Nobel.
Pero el problema está en que esa señora también fue recibida en su momento un montón de veces por el Santo Padre, que también es un pobre argentino! ¿Cómo fue posible entonces que el Santo Padre recibiera tantas veces a este ser tan despreciable, según la bilis de Lanata, y los que le ponen la plata? “Malaya, triste destino, los caballos argentinos”, al decir de Don Atahualpa.
Soy consciente de que tengo una enorme carencia de ordinariez popular; y creo que a esta altura ya es irreversible. Por ello, y en expresión de respeto a mis hermanos argentinos, me despido con estas otras letras de Don Atahualpa, ese grande exponente de lo mejor y lo más popular, pero también máximo cultor de la identidad argentina. “Yo sé que muchos dirán que peco de atrevimiento, si largo mi pensamiento pal rumbo que ya elegí, pero siempre hei sido ansi; galopiador contra el viento”. (Atahualpa
Yupanki)
Amen.
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