Capitalistas
estúpidos..
En un artículo publicado en Vanity
Fair/Znet (14/12/2008) Joseph Stiglitz, el economista
galardonado con la Medalla John Bates Clark (1979) y Premio Nobel de Economía
(2001), y profesor de la Universidad Columbia, hace un detallado raconto de los
hechos perniciosos que desembocaron en la crisis de las hipotecas sub-prime, en
Estados Unidos. Que venía precedida por la burbuja que dio origen a la vergonzosa
quiebra de las empresas tecnológicas, apenas comenzado el reinado de Georgito
Bush, allá por los 2000. Hoy, yo me permito apropiarme el título del artículo
de Stiglitz.
Para encontrar los orígenes
de los hechos que facilitaron aquellas inmorales crisis, Stiglitz se remonta al
año 1987, cuando Ronald Reagan decidió
remover a Paul Volcker de su puesto de presidente del Consejo de la Reserva Federal y
nombrar en su lugar a Alan Greenspan. Volcker
entendía que los mercados financieros debían ser regulados, mientras que Reagan quería a alguien que no creyera algo
semejante. De ahí en más, una serie de complicidades que dieron carta blanca a
los bancos y las principales consultoras y calificadoras de riesgo,
precipitarían las dos crisis ocurridas durante la presidencia de Greenspan. Personaje que después de que reventó la
burbuja de la alta tecnología, en 2000 – 2001, ayudó a inflar la burbuja de la
vivienda”- aclara Stiglitz.
“Algún día se habrán calmado las amenazas más urgentes creadas por la
crisis crediticia y nos veremos ante la tarea principal de elaborar una
dirección para los pasos económicos del futuro. Será un momento peligroso
-dice Stiglitz - Detrás de los debates
sobre la política futura hay un debate sobre la historia: un debate sobre las
causas de nuestra situación actual. La batalla por el pasado determinará la
batalla por el presente. Por lo tanto es crucial entender bien la historia”.
Y quizá nada tan acertado
como estas reflexiones del Premio Nobel de Economía del 2001, ante las
recientes declaraciones en Búsqueda, del presidente de la Cámara Nacional de
Comercio y Servicios (CNCS), Carlos Perera, afirmando que “duele” la
imagen de “diablos” que se tiene de los empresarios..( )..que el gobierno
planteó un ajuste que carga sobre el sector privado y los empresarios, a
quienes no se los escucha y son visualizados “como diablos”, y que sabe de
“varias empresas que se quieren ir” del país”.
Pero por otro lado, se sigue hablando también
del cierre de la pesquera Fripur, considerada en su momento uno de esos éxitos
empresariales que acaparan las carátulas de la revista Forbes. Un modelo de
negocio hacia afuera, con una alta exposición para la imagen del país en el mercado
externo, y una considerable fuente de trabajo para cientos (casi un millar) de
trabajadores y trabajadoras, en el mercado interno. 39 años tenían laborando en
la empresa, algunas de las trabajadoras que hoy, al par que recuerdan las
infames condiciones a las que eran sometidas, lloran amargamente por la fuente
de trabajo perdida.
Y al igual que Stiglitz -refiriéndose
a la vergonzosa crisis norteamericana que dejó a miles de familias sin techo y
sin trabajo -podríamos preguntarnos: “¿Cuáles
fueron las decisiones críticas que llevaron a la crisis?”. “Se cometieron errores en cada encrucijada
–se responde el Premio Nobel - Tuvimos lo
que los ingenieros llaman una “falla del sistema:” cuando no una sola decisión,
sino una cascada de decisiones, producen un resultado trágico”. Y si, algo
de esto debió haber pasado en Fripur; pues
en sus 39 años de actividad no le faltó ni la generosa materia prima para
procesar, ni mercados para colocar sus productos, ni tampoco solidarios créditos
bancarios para apalancar sus operaciones. Y menos aún, relacionamientos
políticos en todos los partidos de gobierno, para gozar de sus simpatías. Fue
entonces, otra “falla del sistema”, y no por un ajuste del gobierno sobre los empresarios!
En la presentación del “Quienes somos”, de su página web, la empresa asegura que: “El deseo de ofrecer productos que requieren los mercados en permanente cambio de hoy en día es lo que nos lleva a tener un gerenciamiento totalmente orientado al cliente. Este es el pilar fundamental del éxito de FRIPUR como proveedor de productos del mar de primera calidad en todo el mundo”. Y podríamos decir que está bien; y que dentro de los pomposos y edulcorados enunciados que utilizan las empresas hoy en día, no podía faltar la promesa principal e ineludible del “gerenciamiento totalmente orientado al cliente”… O las que a su vez, se ufanan más allá, en pregonar sus desvelos por cultivar la “satisfacción al cliente”.
Pero Fripur, en sus edulcoradas y exageradas promesas para conquistar a los posibles clientes, olvida algo fundamental, y que sin embargo es uno de los principales valores que dan credibilidad a una empresa: el compromiso que -por y para -lograr esa primera calidad en los productos, representa el esfuerzo de su personal. ¡Y vaya que lo hubo!
Y una vez más se mostraron las dos caras del capitalismo, con sus abusos y sus virtudes. Algunas de las trabajadoras de Fripur, no dejan de reconocer que gracias a esta actividad y a esta empresa, junto con sus parejas pudieron levantar una casita y educar a sus hijos. Por ello la tristeza se viste de amargura, ante el porvenir incierto y los recuerdos que afloran en oleadas, marcando los sacrificios de una vida. La preocupación sobre el futuro es lo que más resuena entre los empleados. "¿Dónde nos van a tomar ahora? ¿Dónde vamos a conseguir trabajo? Tenemos 28 años de experiencia pero es todo pescado, pescado, pescado", se lamenta una de las trabajadoras. Y es que la gran mayoría son mujeres que ingresaron a la empresa jóvenes y que hoy, a poco de la jubilación o siendo jefas de hogar, sienten sobre sus cuellos una guillotina, ante la pérdida del salario de Fripur,
No sé cuál va a ser la suerte de esos cientos de mujeres que dieron su vida por Fripur. Sólo sé que a sus directivos propietarios no se les va a caer un dólar del bolsillo, ni una lágrima de sus ojos, ni les va a faltar un plato de comida en sus mansiones. Al igual que a los banqueros y asesores financieros que desataron las crisis a las cuales se refiere Stiglitz, poco les importa el dolor ajeno a la hora de defender sus intereses. Y conste que no soy un comunista radicalizado ni un sindicalista enajenado. Soy simplemente un ser humano como ellos, y como a ellos me duele el futuro de sus familias. En este mundo, y dentro de nuestros países hermanos, ya ha habido y hay suficientes ejemplos y experiencias de cómo la miopía y la avaricia de los que más tienen - con su olvido hacia las necesidades de los que tienen menos - producen el dolor y la impotencia que luego se transforman en el rencor y la violencia, que terminan por desestabilizar a una nación.
En la presentación del “Quienes somos”, de su página web, la empresa asegura que: “El deseo de ofrecer productos que requieren los mercados en permanente cambio de hoy en día es lo que nos lleva a tener un gerenciamiento totalmente orientado al cliente. Este es el pilar fundamental del éxito de FRIPUR como proveedor de productos del mar de primera calidad en todo el mundo”. Y podríamos decir que está bien; y que dentro de los pomposos y edulcorados enunciados que utilizan las empresas hoy en día, no podía faltar la promesa principal e ineludible del “gerenciamiento totalmente orientado al cliente”… O las que a su vez, se ufanan más allá, en pregonar sus desvelos por cultivar la “satisfacción al cliente”.
Pero Fripur, en sus edulcoradas y exageradas promesas para conquistar a los posibles clientes, olvida algo fundamental, y que sin embargo es uno de los principales valores que dan credibilidad a una empresa: el compromiso que -por y para -lograr esa primera calidad en los productos, representa el esfuerzo de su personal. ¡Y vaya que lo hubo!
Y una vez más se mostraron las dos caras del capitalismo, con sus abusos y sus virtudes. Algunas de las trabajadoras de Fripur, no dejan de reconocer que gracias a esta actividad y a esta empresa, junto con sus parejas pudieron levantar una casita y educar a sus hijos. Por ello la tristeza se viste de amargura, ante el porvenir incierto y los recuerdos que afloran en oleadas, marcando los sacrificios de una vida. La preocupación sobre el futuro es lo que más resuena entre los empleados. "¿Dónde nos van a tomar ahora? ¿Dónde vamos a conseguir trabajo? Tenemos 28 años de experiencia pero es todo pescado, pescado, pescado", se lamenta una de las trabajadoras. Y es que la gran mayoría son mujeres que ingresaron a la empresa jóvenes y que hoy, a poco de la jubilación o siendo jefas de hogar, sienten sobre sus cuellos una guillotina, ante la pérdida del salario de Fripur,
No sé cuál va a ser la suerte de esos cientos de mujeres que dieron su vida por Fripur. Sólo sé que a sus directivos propietarios no se les va a caer un dólar del bolsillo, ni una lágrima de sus ojos, ni les va a faltar un plato de comida en sus mansiones. Al igual que a los banqueros y asesores financieros que desataron las crisis a las cuales se refiere Stiglitz, poco les importa el dolor ajeno a la hora de defender sus intereses. Y conste que no soy un comunista radicalizado ni un sindicalista enajenado. Soy simplemente un ser humano como ellos, y como a ellos me duele el futuro de sus familias. En este mundo, y dentro de nuestros países hermanos, ya ha habido y hay suficientes ejemplos y experiencias de cómo la miopía y la avaricia de los que más tienen - con su olvido hacia las necesidades de los que tienen menos - producen el dolor y la impotencia que luego se transforman en el rencor y la violencia, que terminan por desestabilizar a una nación.
El
ejemplo candente y decadente de países hermanos con su radicalización, su
exclusión, y sus miserias, en
contraposición con la sabia política inclusiva de Uruguay, donde a nadie se le
niega ni el derecho a hacer su fortuna,
ni el de rehacer su desafortunada condición, debería alumbrarnos el cerebro
para no permitir que los excesos de algunos indolentes y ambiciosos, pongan en riesgo los
avances que han permitido que el mundo nos reconozca y nos envidie, y que sean
más los empresarios que quieren venir a invertir, que los que se quieren ir. “Detrás de los debates sobre la
política futura hay un debate sobre la historia: un debate sobre las causas de
nuestra situación actual -dice Stiglitz. Y sin duda que Uruguay, no escapa a este debate.
Pero es que ayer fueron los
Peirano y los Rohmm y tantos otros, y hoy son los Fernández y algunos
más. ¡Que lo parió al capitalismo! La verdad que cuesta creerles: porque como
le dijo en el cuento el escorpión a la rana que lo ayudó a cruzar el charco, yluego
de haberla apuñalado por la espalda: “no pude evitarlo, es mi naturaleza”.
¿Naturaleza empresaria? me pregunto yo.
Amen
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