¿Qué resultó peor: el "11-S" o George Bush..?
El escritor uruguayo Carlos Maggi afirmó en un artículo del diario El País de fecha 13 de octubre de 2008, que “El mal que ha esparcido el señor George W. Bush en su país y en el mundo entero, se parece al momento en el cual Nerón quemó Roma”. En el mismo artículo, y para graficar en forma humorística su sabio análisis sobre la crisis financiera estadounidense, Maggi acude a una excelente parodia: “Una vez un hombre abrió una lata de sardinas y estaban podridas. Reclamó contra el vendedor; el vendedor había comprado en Singapur; eran sardinas importadas de Grecia, pero de origen español. Cuando la reclamación llegó a Vigo, el primer vendedor contestó: ¿Quién fue el idiota que abrió la lata?” Hasta ese momento todos habíamos ganado y nadie había perdido –ejemplifica Maggi - ¿Quién quiso ejecutar al primer deudor hipotecario y comprobó que era insolvente y que el precio de su casita no cubría lo adeudado?”. ¡Brillante comparación!
Lo que Bush les “legó” a los norteamericanos.
Al finalizar el año 2008, el gobierno de Estados Unidos dejará a su sucesor y al pueblo norteamericano un legado difícil de olvidar: un déficit presupuestario de casi 500.000 millones de dólares, ocho años después de haber recibido de Bill Clinton un superávit de 127.000 millones, lo cual constituyó también una marca histórica en la nación. El gasto público, impulsado por los costos delirantes de la guerra en Irak y Afganistán, sumado a la vergonzosa debacle de las hipotecas de alto riesgo, desemboca en ese déficit que ya es el doble del existente en 2007 y alcanza al 3% del producto bruto interno. Lidiar con los impactos de la actual crisis a nivel interno y externo, restaurar la moral de la población y el índice de confianza de los consumidores -el indicador por excelencia del estado de ánimo de los estadounidenses, hoy ubicado en el nivel más bajo de su historia -reparar la maltrecha "autoridad moral" de Estados Unidos con el resto del mundo, manejar el deterioro producido por las guerras mentirosas de Irak y Afganistán y reconstruir el a todas luces fracasado proceso de paz de Annapolis entre israelíes y palestinos, son, entre otras cosas, una herencia familiar demasiado pesada para cualquier nación.

Lo que Bush les “negó” a los norteamericanos.
Todo ello, sin mencionar lo que George W. Bush le ha negado al pueblo norteamericano en materia de servicios de salud, seguridad, derechos esenciales como la vivienda, y pare usted de contar, en aras de priorizar el insaciable y fracasado gasto militar y favorecer a las grandes corporaciones petroleras y especuladores disfrazados de empresarios. Lisa Donner, directora del programa contra la pobreza del Centro para el Progreso Norteamericano, aseguró al diario argentino La Nación que desde el año 2000, en que Bush fue electo por primera vez, y el 2007, el ingreso medio norteamericano ha caído 324 dólares, la población con cobertura médica bajó un 17%, y la pobreza creció en un 18%. Mientras, la guerra en Irak, que lleva ya más de cinco años, le costó la vida a más de 4.000 soldados estadounidenses y 600 mil millones de dólares a los contribuyentes. Nunca se descubrieron vínculos de Saddam Hussein con el "11-S" ni indicios de armas químicas de destrucción masiva, y Osama Bin Laden, el hombre que burló y a su vez enriqueció al “Clan Bush” en estos años de gobierno, sigue tan libre como los estafadores de Wall Street.

Eliot Spitzer

¿Recuerdan ustedes el publicitado affaire protagonizado por el gobernador del estado de Nueva York Eliot Spitzer con una prostituta de lujo, lo cual derivó en su dimisión al cargo? Pues parecería ser que su destrucción política no estuvo tan relacionada con los estándares morales de la administración Bush, sino que Spitzer había llegado a responsabilizar en forma insistente a la administración Bush por la llamada “crisis sub-prime” del mercado financiero hipotecario. El 5 de octubre de 2008 el informativo digital Argenpress. info publicó bajo el título “Por qué destruyeron al Gobernador de Nueva York Eliot Spitzer” un esclarecedor artículo de F. William Engdahl, traducido por Ernesto Carmona desde el título original “Bush’s Real Problem with Eliot Spitzer”. En su artículo, F. William Engdahl advierte que "en la evaluación de los escándalos espectaculares alrededor de figuras públicas prominentes, lo más importante consiste en preguntar quién y por qué pudo desear eliminar a esa persona". La sincronización de los hechos, sugiere que Spitzer fue el blanco probable de una operación de la Casa Blanca y de Wall Street para silenciar a uno de los críticos más peligrosos y locuaces de su conducción de la crisis del mercado financiero.

“La OCC también promulgó nuevas reglas para evitar que los estados hicieran cumplir cualquiera de sus propias leyes de protección al consumidor contra los bancos nacionales”, afirma Spitzer. El editorial concluye: "Cuando la historia cuenta el episodio de la crisis de los “préstamos sub-prime” y relate de nuevo sus efectos devastadores sobre las vidas de tantísimos inocentes dueños de una casa, la administración Bush no será favorablemente juzgada..., será juzgada como gustoso cómplice de los prestamistas, quienes llegaron demasiado lejos en su búsqueda de ganancias. La administración fue tan complaciente, en efecto, que utilizó el poder del gobierno federal en un asalto sin precedentes a las legislaturas de los estados, así como contra los abogados generales de los estados y quienquiera que estuviera en el lado de consumidores". Si bien el editorial apareció al día siguiente de la malograda aventura de Spitzer con la prostituta en el hotel Mayflower, muchos en Washington creen que con ese artículo, el político demócrata firmó su certificado de defunción política.

Argenta Noviembre, 2008
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