¡Ojalá existan los marcianos..!
Por qué será, me interrogo una y mil veces, que mientras nosotros los terrícolas nos desesperamos por ír a Marte, y conocer, invadir, y meternos en la vida de los marcianos (si es que los hay) a ellos no les interesa en absoluto saber nada de nosotros. Nunca oí que estuvieran preparando una nave espacial, un cohete espacial como los Starship de Elon Musk (algunos revientan apenas despegan) ni los de Kim jon un, el norcoreano cohete que vive gastando fortunas para tirar sus mierdas explosivas ahí nomás, en la frontera con los surcoreanos, para recordarles que este gordito inflón, es la máxima representación de su reivindicación frente al invasor norteamericano.
Me imagino pues, por todo esto, que
los marcianos deben ser unos buenos tipos bonachones, a los cuales no les
interesan los puteríos terrestres. Quizá toman mate; no lo sé. Quizá les gusta
el fútbol y el dulce de leche; tampoco lo se. Yo soy muy yorugua limitado, eso
sí lo sé. Y entonces, hoy, ante tanta violencia humana desatada y en aumento;
crímenes de guerra y de países, con muertes de mujeres y niños inocentes; sociedades
con familias y vecinos en conflicto, sembrando odios y descontentos; me
interrogo, e interrogo a quien me quiera leer o escuchar, ¿cómo se hace para
combatir una plaga de intolerancia y de violencia, en manos de una invasión de
intolerantes violentos?
Quizá la solución haya que buscarla
por el lado de una experiencia vivida por mí, hace muchos años, y que tiene que
ver con esas fantasías cinematográficas que nos muestran invasiones de
marcianos, a nuestro planeta tierra.
En los años ’80, trabajando en el Ministerio de Ganadería
y Agricultura, y contratado para ejecutar un préstamo de la USAID (si, esa
misma organización de ayuda que el superTrump ordenó desmantelar en sus
delirios de g) se produjo en Uruguay una furibunda invasión de abejas africanas
asesinas, con el saldo de varias personas y animales muertos, en el interior
del país. ¡¿Abejas asesinas?!
Si; abejas de una especie
particularmente agresivas y con mucho poder destructivo, que aparentemente
vinieron desde Brasil, y nos enfrentaron a un nuevo paradigma en las posibles
formas de combatirlas. Si hubiera sido una invasión de una plaga, como las
langostas (y como ya habíamos tenido alguna anteriormente) teníamos la
experiencia de la formidable actuación de Mirta Vanni (la primera mujer piloto
del Uruguay y directora del Servicio Aéreo del Ministerio) que se atrevió -por
razones de legítima defensa, alta urgencia, y seguridad nacional -a traer en
vuelo ella misma, y otro piloto profesional, dos aviones fumigadores de Estados
Unidos, para no perder tiempo.
Una aplaudida y temeraria decisión,
de la cual mucho se habló en su momento. Y se combatió a las langostas, que ya
estaban haciendo su estrago en las plantaciones. Pero ¿combatir abejas? ¿Y eso,
con que se come? ¿Fumigarlas para exterminarlas de una vez y para siempre?
Y ahí primó el conocimiento y la
experiencia de nuestros sacrificados productores apícolas, detrás de la
producción de esa invalorable miel; el alimento más perfecto del mundo. La
solución era importar desde Europa una variedad de unas laburantes abejas
mansas, pacíficas, obreras, que hacen lo suyo sin joder a nadie, mientras nadie
las joda. Y acudieron a mí, y al préstamo en cuestión para hacernos cargo de la
importación.
Según ellos, el secreto está en que,
mezclando a estas obreras pacíficas, con las violentas y asesinas, se produce
una simbiosis por la cual se mejora la especie. (La simbiosis, según la Real Academia Española, es
una asociación de organismos vivos de diferentes especies que conlleva un
beneficio mutuo).
Y es que desde entonces no dejo de pensar en la idea de importar unos cientos de miles de marcianos, para mezclarlos con nuestros habitantes terrícolas violentos, y así poder mejorar la raza y la convivencia. ¿Qué les parece la idea? Les pido a los intolerantes que no me agredan violentamente, ni me puteen por los medios existentes.
Soy
un hombre de paz y tolerancia. Es solo una idea que pretende traer un poco de
paz entre tanto hijodeputa, asesino, genocida, malparido traficante, y
autoritario gobernante. Vivamos y convivamos en paz, sin insultos, ni
agresiones, ni descalificaciones. ¡Somos todos hijos de Dios!
¡Y
ojalá existan los marcianos!
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home